Incendio en Tenerife

Los desalojados, marcados para siempre: «Mirabas hacia arriba y veías el fuego enfrente de las casas»

Los desalojados sobrellevan la espera como mejor pueden en La Pirámide, en El Sauzal

Algunas imágenes en la madrugada del sábado al domingo hacían presagiar lo peor. El fuego estaba desbocado en los altos del barrio sauzalero de Ravelo y en zonas ya próximas a las viviendas. Angustia e impotencia. Había quienes estaban preparados porque lo vieron venir y se habían pasado en duermevela las primeras horas de la noche en previsión de que tendrían que levantarse un rato después. Llegaron entonces las sirenas, los efectivos policiales tocando en las puertas de las casas... Un recuerdo que mantendrán de por vida. Algunos de esos desalojados se encontraban a mediodía de ayer en el edificio La Pirámide, en el casco de El Sauzal. El balance por entonces era el de unas 260 personas recibidas en dos tandas: una primera en la noche del viernes al sábado y otra, en la del sábado al domingo.

Quienes estaban por allí parecían encajar relativamente bien la situación. Una psicóloga municipal confirmaba esa impresión. Una decena de desalojados descansaban en camastros y colchones, otros hablaban con familiares y amigos, había también quienes seguían el partido de fútbol que disputaba la Selección Española femenina. La cosa era llevar la espera de la mejor manera posible. De forma generalizada opinaban que los estaban atendiendo bien. Bandejas con bizcochón o galletas intentaban endulzar el mal rato.

«Mirabas hacia  arriba y veías  el fuego enfrente  de las casas»

«Mirabas hacia arriba y veías el fuego enfrente de las casas» / Domingo Ramos

Uvenio Estévez

A Uvenio no hizo falta que nadie le dijera que tenía que abandonar su casa. De 81 años y residente en la zona de San Cristóbal, a la una de la madrugada salió caminando carretera abajo. Su idea era llegar hasta Tacoronte, pero un vecino lo vio en mitad de la noche y lo desplazó hasta La Pirámide, a donde llegó hacia la 1:30 horas. Según explicó, nunca había visto el fuego tan cerca de su casa. Sí había tenido una experiencia en un incendio, en el que incluso tuvo que colaborar para apagarlo, pero aquel era de carácter laboral. Fue en los altos de La Matanza unos 50 o 60 años atrás, en un tiempo en el que se dedicó a la pinocha. «La trabajé a cinco céntimos [de peseta] el kilo», rememoró. «Antes se utilizaba para las plataneras y la ganadería, mientras que ahora el Gobierno te ve cogiendo hasta una mata de orégano y te pone una multa», señaló sobre uno de los factores sobre los que existe un convencimiento colectivo de que ha influido en la propagación del incendio: la enorme cantidad de pinocha acumulada en los montes tinerfeños.

Jennifer y su familia

Jennifer Martín y Víctor Manuel Pérez no eran los únicos desalojados de su familia. Hasta 17 personas de su entorno más cercano habían tenido que abandonar sus casas. «Mirabas hacia arriba y veías el fuego enfrente», relató Jennifer sobre sus impresiones antes de que se produjese la evacuación. «Nos fuimos adelantando», indicó. «Estamos intentándolo llevar de la mejora manera que se puede», expresó Víctor Manuel, antes de añadir que los estaban atendiendo «bastante bien». «No nos ha faltado de nada», agregó.

«Mirabas hacia  arriba y veías  el fuego enfrente  de las casas»

«Mirabas hacia arriba y veías el fuego enfrente de las casas» / Domingo Ramos

«Esperemos que esto acabe pronto», manifestó Jennifer, que había sido desalojada junto a su familia hacia la medianoche. «Primero se oyeron las sirenas y luego nos tocó en la puerta la Guardia Civil para que saliéramos», narró. Antes, sus padres habían tenido que salir de su casa en La Matanza, cerca de la zona de La Vica, y su abuela también fue desalojada de un punto más alto de Ravelo. Unos perritos los acompañaban; en cambio, tuvieron que dejar atrás unas gallinas y pájaros.

Su hijo Bryan, de seis años, quizá era el que mejor lo llevaba, y hasta le sacaba alguna sonrisa a la familia. «Bryan Pérez Martín», aclaró con rotundidad que se llamaba, vestido con su camiseta de Spiderman. «Hemos tenido fuegos próximos, pero un solo foco y que enseguida lo pueden atajar», comparó Jennifer Martín mientras confiaba en que relativamente pronto les permitiesen acceder a su casa.

Víctor Manuel Domínguez

Otro testimonio es el de Víctor Manuel Domínguez, de 52 años y vecino de la calle Real Orotava. Sobre la 1:30 horas pasó la Guardia Civil por su vivienda anunciando por megafonía que se tenía que proceder al desalojo y tuvo que salir con lo puesto. «No esperaba que bajara tanto el foco», indicó. Según sus cálculos, el incendio podía estar a esa hora de la noche a un kilómetro o kilómetro y medio de las casas. Un vecino lo trasladó. A su hermano lo habían desalojado a las 00:30 horas también en Ravelo.

«Cogí una muda, desodorante y un cepillo de dientes», dijo sobre las pertenencias que se llevó consigo. Igual que la preocupación de otros desalojados era cumplir debidamente con su trabajo, él expresó que está realizando un curso de soldadura y que lo ocurrido le complicaba un poco la situación. «Espero que no tenga problema», afirmó.

Domínguez, al tiempo que se sumó a la sensación de que están bien atendidos, sí mostró su discrepancia con la forma en la que inicialmente se procedió a la extinción. A su juicio, hubo una reacción un poco tardía. También puso el foco sobre la pinocha. «En invierno se puede contratar gente, que hay parados en las zonas afectados, y limpiar el monte», consideró.

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