El mar de Canarias lleva más de un año sufriendo una ola de calor sin precedentes

Tras estudiar los efectos del cambio climático durante los últimos seis años, los expertos del proyecto Canbio advierten sobre los impactos que ya está teniendo sobre el Archipiélago

La acidificación del océano de Canarias se ha acelerado en los últimos 5 años 

Imagen de la Costa de Canarias

Imagen de la Costa de Canarias / ALICIA ARMAS

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El océano isleño lleva más de 400 días sufriendo una ola de calor que ha elevado las temperaturas durante 2023 hasta máximos históricos (ha marcado casi 27 grados en algunos puntos) y ha acelerado aún más el ritmo de acidificación que venía sufriendo el Archipiélago. 

Son algunos de los resultados que los investigadores del macroproyecto CanBio han presentado esta mañana en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna, que ponen de manifiesto que el cambio climático se está acelerando y que el mar del Archipiélago no está siendo ajeno a ello. 

CanBio es una red de monitorización del cambio climático, la acidificación oceánica y el ruido marino, que estudia el hábitat de especies en peligro crítico y su relación con la biodiversidad y los ecosistemas en Canarias. A día de hoy este proyecto engloba otros 11 subproyectos liderados por distintos investigadores de las dos universidades canarias y de Loro Parque Fundación.

En los últimos cinco años, la acidificación del océano canario – es decir la variación del pH del mar debido al CO2– crece dos veces más rápido de lo que lo hacía antes de 2020. En concreto, según el químico marino de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULGPC) Melchor González, la acidificación del océano ha aumentado un 7% en apenas 5 años. 

"En los 25 años previos había aumentado un 13%", reveló González. Esto significa que en el último lustro el mar canario se ha acidificado la mitad de lo que lo había hecho los anteriores 25 años. 

Alteración del ecosistema

Que el océano esté más ácido de lo habitual, aunque la variación sea de apenas unas décimas, es suficiente para alterar todo el ecosistema. Los primeros afectados por estos cambios en el pH del océano son los organismos con concha y los corales. Moluscos tan emblemáticos para el Archipiélago como las lapas o las gambas necesitan ciertas condiciones de su ecosistema para poder calcificar sus conchas, por lo que de no mejorar la situación, podrían acabar desapareciendo.  

El océano también ha estado este año más caliente que nunca. En 2023, los termómetros marcaron una temperatura mínima de 19,4 grados y casi 27 grados de máxima en el mar. "Son dos grados por encima del valor máximo observado en los años anteriores", ha advertido González. Según los cálculos tomados a través de este proyecto, el mar de Canarias se ha calentado a un ritmo de 0,32 grados centígrados anual. 

Estos datos fueron muy similares a los que se obtuvieron a través de la iniciativa BioMar, de la Universidad de La Laguna, que llegó a registrar un máximo de 27,5 grados en octubre de 2023 en Armeñime, al sur de Tenerife. "2023 ha sido especialmente atípico por las olas de calor marina", ha destacado la bióloga de la ULL, Sonia Fernández, que insiste que hasta el 30% de la cobertura marina global se encuentra en esta situación. 

Estas medidas han ayudado a este grupo de investigación a determinar qué zonas de la costa tinerfeña se pueden comportar como refugios climáticos para los ecosistemas marinos de las Islas. 

A través de unos sensores de registro continuo de temperatura ubicados a entre 3 y 13 metros de profundidad en las tres vertientes de Tenerife (norte, sur y zona metropolitana), han podido determinar que el norte de la isla podría estar garantizando que algunas especies marinas se protejan del calor. Y es que los datos obtenidos por este grupo muestran que el aumento de temperaturas se ha mitigado en el norte de Tenerife al estar influenciada por la corriente fría de Canarias que incide directamente en dicha vertiente. 

Un problema de futuro

Los investigadores también han aprovechado las jornadas para alertar sobre el futuro climático que le espera al Archipiélago. En concreto, Juan Pedro Díaz, investigador del grupo GOTA de la ULL, ha advertido que, al ritmo actual de emisiones, las temperaturas seguirán creciendo sin freno. Esto supondrá que, a final de siglo, los termómetros marcarán temperaturas máximas de hasta 4 grados más y mínimas de 1,5 grados más. "Este impacto, además, no será homogéneo en todo el territorio: las zonas más altas serán las más afectadas", ha insistido. 

Como relató, en ecosistemas de alta montaña, como el Parque Nacional del Teide, las temperaturas a final de siglo podrán situarse hasta cinco grados por encima de lo habitual. En este sentido, el grupo de investigación no solo ha estudiado los cambios que sufrirán los termómetros en el futuro, también han previsto lo que pasará con las lluvias. 

"También se producirá una disminución importantísima de la precipitación y la distribución tampoco será uniforme", resalta Díaz que advierte que en zonas de altura el 30% de las lluvias acabarán desapareciendo. "Esta información es fundamental para el diseño de planes de conservación o el propio diseño de cultivos", afirma Díaz. 

De esta manera, también se han puesto en marcha hasta cinco proyectos distintos que buscan monitorizar los sonidos y animales bajo el mar. "Si entendemos qué es lo normal, podemos detectar las anomalías", reseña Fernando Rosa, ingeniero industrial de la ULL y responsable de uno de esos proyectos bautizado como BuoyMAP. Estos estudios se realizan tanto para saber describir el ambiente sonoro del mar como para entender cómo puede afectar el ruido a otras especies e incluso detectar los movimientos estacionales de algunos animales. 

De esta manera han podido concluir que las altas temperaturas están afectando ya algunas especies marinas. Es el caso de los angelotes, una especie de tiburón endémica canaria en peligro de extinción, que se han visto obligados, al menos durante 2022, a cambiar sus hábitos de cría debido a las altas temperaturas.

"En 2022 la temperatura del mar en octubre estaba a 20 grados, un grado más de lo que suelen acostumbrar estas especies", relata David Jiménez, investigador del grupo IU-EcoAqua de la ULPGC. El mismo investigador también está tratando de entender el comportamiento de otras dos especies en peligro: los cazones y las mantelinas.

En definitiva, y tal como expresó el director de Loro Parque Fundación, Javier Almunia, este tipo de monitorización a través de los sonidos que emite el océano "permiten entender cuán complejo es". De hecho, a través de monitorización acústica pasiva, se están llevando a cabo pruebas con distintos tipos de peces en ambientes controlados para conocer sus sonidos bajo el mar para, posteriormente, poder identificarlos en entornos abiertos.

Tras varios años monitoreando sus movimientos, en 2022 se toparon con que durante el mes de octubre no había llegado ni uno a la costa de La Graciosa. "Los animales empezaron a aparecer cuando empezó a descender la temperatura unos meses después", relata Jiménez, que insiste: "no es que la temperatura influya solo a general, también directamente a las especies". 

Los datos presentados a través del macroproyecto CanBio ponen de manifiesto que el aumento de temperaturas global está afectando de manera directa a la vida en el Archipiélago y que, sin una respuesta política célere de reducción de emisiones, provocarán cambios irreversibles en los ecosistemas y la vida humana. 

"Nos encontramos en un proceso de cambio global, influenciado o acelerado por diversas actividades humanas", insistió Sonnia Fernández, que destacó que hasta 2020 "no solo se han cumplido las predicciones que han hecho los expertos, sino que en muchos casos se han superado".  Este 2023, además, ha sido un año extraordinario y los investigadores aún dudan de si acabará siendo una mancha en las series temporales o si formará parte de la nueva normalidad a la que el cambio climático está abocando a Canarias.