En Zamora

Prostíbulos de Castilla y León con fama de ofrecer sexo "por tierra, mar y aire", hoy vandalizados y pasto de los grafiteros

La crisis de 2008 provocó su cierre paulatino y la pandemia terminó de acabar con los que quedaban

El Huracán (renombrado Jeny) en la A-6, víctima de los grafiteros.

El Huracán (renombrado Jeny) en la A-6, víctima de los grafiteros. / J. A. G.

J. A. Gil

A un calenturiento imaginario colectivo cabe atribuir la fama de que el nudo de comunicaciones benaventano estaba superdotado en lo tocante a la oferta sexual. A principios de la década de los noventa miles de vehículos transitaban por las carreteras nacionales y la A-6, la primera de las autovías en entrar en funcionamiento en el nudo benaventano.

Al pasar por la zona se podía ver desde las ventanillas del coche, del camión o del autobús, los grandes letreros o los luminosos y llamativos neones de El Huracán, un enorme club de alterne en los Paradores de Castrogonzalo; El Galeón, en la carretera nacional N-525 con un árbol de leds pirotécnicas; o El Montico, en la carretera N-VI, entre otros puticlubs (como decían entonces los castizos en lugar de prostíbulos o lupanares) más pequeños y hace tiempo desaparecidos.

El mismo imaginario no tardó en hacer correr la especie de que la oferta sexual de los night clubs de la zona cubría la demanda "por tierra, mar y aire".

El Montico, en la N-VI, a la venta y también blanco de pintadas.

El Montico, en la N-VI, a la venta y también blanco de pintadas. / J. A. G.

Estos clubes de alterne habían sido antes hoteles. Al comenzar la última década del siglo pasado se vendieron y se transformaron. Mantuvieron su auge hasta la crisis financiera de 2008. Entonces su declive fue inmediato y la pandemia terminó por apuntillar a los últimos que quedaban abiertos. Hoy por hoy, a la venta si no abandonados, los edificios proyectan una astrosa imagen de decadencia y declive y son pasto de desvalijadores y de grafiteros.

"En aquellos tiempos había muchas chicas en todos. En los más grandes venían los fines de semana y se iban, o se quedaban semanas enteras. Hablaban entre ellas de dónde se estaba mejor o peor y decidían. Pagaban por la habitación y por la comida como si fuera un hotel. Los dueños ganaban con el alquiler, pero fundamentalmente con las copas. Al principio pagaban diez euros por día, luego la cosa subió pagaban veinte euros. Cuando todavía estaba la peseta empezaron siendo 2.500, luego 3.000 y llegaron a 5.000", explica un antiguo empleado de mantenimiento de uno de estos clubes, explica.

El Huracán (renombrado Jeny) en la A-6, víctima de los grafiteros.

El Huracán (renombrado Jeny) en la A-6, víctima de los grafiteros. / J. A. G.

El Huracán, en Paradores de Castrogonzalo, fue el paradigma del auge y caída del negocio. En sus mejores momentos sus "gerentes" colaboraban con las fiestas de los quintos de la localidad aportando dinero y era habitual que las chicas acudieran a celebrarlas y visitaran incluso las peñas como cualquier vecino más.

La gerencia, que no la propiedad, cambio varias veces y terminó trocando el nombre de El Huracán por el más pretendidamente sugerente de Jeny hasta que cerró sus puertas entre 2008 y 2009, en plena crisis financiera, según confirmó otro trabajador que se dedicaba entonces a labores de mantenimiento.

Hoy por hoy está a la venta, aunque el edificio, cerrado a cal y canto, se ha convertido en el blanco preferido de los grafiteros de la zona. No hay costado del inmueble en el que no haya pintadas como pueden ver desde hace tiempo los viajeros que circulan por la A-6.

El Montico, entre Villabrázaro y en la N-VI, perdió fuste tras la continuidad de la autovía hacia La Coruña y la apertura de la Rías Bajas y la Benavente-León. En la actualidad está a la venta y en varias ocasiones fue objeto de redadas policiales con detenciones sonadas por tráfico de personas. De los tres clubes nocturnos es el que menos ha sufrido los ataques de los grafiteros, aunque también han dejado su impronta.

Otra imagen de El Huracán (Jeny) en Pradores de Castrogonzalo.

Otra imagen de El Huracán (Jeny) en Pradores de Castrogonzalo. / J. A. G.

La apertura de la autovía Rías Bajas redujo el tráfico por la carretera nacional N-525, pero El Galeón, en el Cruce de los Álamos, en el término de Qriruelas de Vidriales, se mantuvo abierto hasta la pandemia. Las últimas mujeres que alojaba recibieron ayuda durante esa etapa y fueron finalmente desalojadas. El propietario falleció en esa época de un infarto. Desde entonces el inmueble, a la venta, ha sido un objetivo permanente de saqueadores y grafiteros.

Todas las ventanas de la parte posterior del antiguo hotel están rotas y el mobiliario ha sido desvalijado durante los últimos años. Vecinos de la zona han sido testigos durante las noches de la entrada de personas encapuchadas, jóvenes en la mayoría de las ocasiones. "Llegó a haber una treintena de chicas todos los días. Eran sudamericanas, pero también ucranianas y de otros países. Algunas luego se fueron a Benavente a pisos privados", relata un antiguo empleado.

El club Río San Juan, en el Cruce de Los Álamos.

El club Río San Juan, en el Cruce de Los Álamos. / J. A. G.

A apenas unos metros de distancia, un club más pequeño, Río San Juan, corrió similar suerte con la pandemia. Aunque ha salido indemne de los grafitis, no evitó el desvalijamiento. El dueño del Galeón lo había comprado en la última etapa. "Yo creo que para evita que nadie se instalase y hubiera competencia", explica la misma fuente.

El cierre de estos clubes, una suerte de sórdido catágolo arquitectónica de decadencia, no acabó con la prostitución en la zona. En 2022, la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) concluyó en unas jornadas celebradas en Salamanca que Benavente por la confluencia de vías de comunicación continuaba siendo "un punto caliente". En ese momento cifró una decena de pisos en la ciudad con una treintena de mujeres, a algunas de las cuales prestaban apoyo y ayuda.

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