Pobreza

Más personas con necesidades y menos donaciones por la inflación: las 'colas del hambre' se quedan sin leche y aceite

Asociaciones y fundaciones lamentan no poder repartir alimentos a toda la población que lo necesita

Familias enteras esperan el reparto de alimentos y juguetes de la Fundación Madrina.

Familias enteras esperan el reparto de alimentos y juguetes de la Fundación Madrina. / Alba Vigaray

Nacho García / Alba Vigaray (Fotos) / María G. San Narciso

Sonia tiene 36 años y cada miércoles, desde el pasado mes de noviembre, va la Fundación Madrina a recoger su kit de alimentos y de aseo para el bebé, además de leche infantil y pañales. Lo hace junto a su nieta y a sus hijas de 10 y 17 años, que acaba de ser mamá. Casi todas las semanas se llevan pasta, arroz, aceite de olvia, sardinas, tomate frito, purés, verdura o pan. Estos días, también roscón de reyes. Con su plus de familia numerosa, una semana al mes obtienen algo más especial, como las codornices o los lomos de cerdo ibérico que se llevaron para Navidad.

En su casa entran dos nóminas que, a día de hoy, no dan para alimentar a seis bocas y comprar todo lo que necesita el bebé. Sobre todo después pagar el alquiler de su piso en Madrid, cuya renta, desde que viven en él, ha subido de los 700 a los 1.100 euros. Su historia es la de miles y miles de familias de toda España que dependen de asociaciones y fundaciones para llevarse comida a casa o sentarse en una de las sillas que ofrecen en los comedores solidarios. Un servicio que depende, en buena parte, de donaciones de particulares y de las compras del banco de alimentos. Pero ambas se han reducido por el incremento del precio de los comestibles. Además, sienten que no están llegando a todos.

A mediados de noviembre de 2023, la recaudación de la Gran Recogida había caído un 22% con respecto al año pasado debido, fundamentalmente, a la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de los donantes. La iniciativa que llevan a cabo en el mes de noviembre los Bancos de Alimentos recaudaron 4.800 toneladas de alimentos y 11,2 millones de euros, según datos facilitados a Europa Press por Fesbal, la federación que aglutina a todas las organizaciones provinciales. Durante todo el año han ido escasos de tres productos básicos en sus cestas solidarias: leche, aceite y cereales.

El precio del aceite de oliva se ha disparado por encima del 30% en un año, según el INE. También el azúcar (+42,5%), la leche (+14,1%) o los lácteos (+14,1%), así como otros productos frescos. Y lo mismo ha ocurrido con los alquileres, que batieron récords en 35 capitales de provincia el pasado 2023, o con las hipotecas de tipo variable. Según Cáritas, en España ya hay cerca de seis millones de personas que están experimentando privaciones alimenticias, hasta el punto de impedirles llevar una dieta adecuada, lo que pone en jaque tanto su salud física como emocional.

Menos legumbres y cereales

Por eso, cada vez hay más gente necesitada y, a la vez, menos personas que donan tanto comida como dinero. Lo señala Antonio Moya, presidente de la Asociación Social La Prosperidad, en Alicante, donde llevan un dispensario de alimentos y un comedor social que "funciona gracias al Ministerio del Interior y a Instituciones Penitenciarias". Cada día dan de comer a unas 150 personas y entregan un carro semanal a otras 250. Pero hoy por hoy lamenta que lleven más bebidas líquidas que productos alimentacios. Eso sí, sin leche. Antes donaban cajas y caja. Ahora, asegura que desde que el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), dependiente del Ministerio de Agricultura, cerró el grifo en 2023, no dan.

Familias llegan con sus carritos para recoger donaciones.

Familias llegan con sus carritos para recoger donaciones. / Alba Vigaray

"El aceite brilla por su ausencia debido al precio. Se ha convertido en el oro líquido", asegura. De lo que más tienen es arroz, que cuesta casi la mitad que el kilo de garbanzos o de lentejas. Sí hay más fideos, o espaguetis. "La gente no dona y las empresas tampoco. La administración, que con los Fondos Europeos para la Alimentación compra los alimentos para las personas vulnerables, este año ya no da ni leche, ni cereales, ni aceite por la inflación. Está claro que su objetivo no es eliminar la pobreza ni la desigualdad social", denuncia Conrado Giménez, coordinador de la Fundación Madrina, que critica el nuevo modelo de reparto de alimentos que tiene previsto la Unión Europea. Este se basa en una asistencia administrada a través de tarjetas monedero, que podrán usarse directamente en los supermercado, en lugar enviar alimentos en especie como ha estado haciendo hasta ahora.

Por el momento, los alimentos que reparten este tipo de entidades proceden, además de la propia FEGA, de donaciones de empresas y particulares, del Fondo de Ayuda Europea para las Personas Más Desfavorecidas (FEAD), o del Banco de Alimentos, que colabora con una red de más más de 7.000 organizaciones benéficas locales.

"Ayuda excepcional"

Para gente como Sonia, el reparto supone "una ayuda excepcional". "No sólo por los alimentos, sino también por los pañales y la leche del bebé. Ha subido muchísimo, pero muchísimo", recalca. Hace un año o dos, esta situación sería impensable para su familia teniendo trabajo.

La Fundación Madrina reparte objetos además de comida.

La Fundación Madrina reparte objetos además de comida. / Alba Vigaray

En esta Fundación, cada semana reparten comida a 700 personas que, de contar con más recursos, podrían ser muchas más. Sonia agradece que con la llamada que les hace cada lunes le ofrezcan mucho más que comida. O que apoyen a las madres adolescentes en la búsqueda de empleo y en el seguimiento de sus embarazos. Mientras, quienes están detrás de estos proyectos lamentan que estén volviendo a atender a personas que ya habían podido salir de estas 'colas del hambre' y que comiencen a ver nuevas caras que, como Sonia, nunca antes habían estado.