Restauración | La despedida de dos camareros con mucha historia

Toda una vida sirviendo los famosos ‘bocatas’ de La Garriga

Lorenzo Cabello y José Manuel Mesa se jubilan tras 50 años el primero y 21 el segundo de trabajo en el popular bar de la capital

Daniel Millet

Daniel Millet

Muchos tinerfeños no habían nacido cuando en 1972 el gomero Lorenzo Cabello Darias comenzó a despachar «uno de los mejores bocadillos de tortilla del mundo». Así denominan en algunos blogs a los bocatas de huevo y chacina desmenuzada del bar-charcutería La Garriga, en Santa Cruz. Tanto Lorenzo como otro veterano de este local, el güimarero José Manuel Mesa Márquez, han servido miles, puede incluso que millones. Hay que tener en cuenta que en un día normal, La Garriga sirve más de 600 bocatas de tortilla y los días grandes, como la víspera de Reyes, pueden pasar perfectamente de los 5.000. «En unos carnavales llegamos a mandar durante varios días 25.000 a la Comisión de Fiestas», rememoran.

Ambos se jubilan, Lorenzo tras cumplir 50 años en La Garriga y José Manuel tras acumular 21. Son dos de los tres socios de un establecimiento que funciona como una especie de cooperativa. Después de hacer ayer su última jornada laboral, otros dos empleados los sustituyen como socios. «Hemos hecho de todo pero ahora de las tortillas se encargan tres cocineras: Grima, Elena y Gabriela. Ha sido toda una vida... Llegué a trabajar más de 20 horas en una sola jornada en esos días en los que no damos abasto», cuenta Lorenzo.

Nacido en Hermigua (La Gomera) hace 63 años, se vino con su familia a Tenerife cuando solo tenía 3. A los 11 años ya estaba trabajando –«con contrato»– en el hotel Brujas de la capital –ahora un edificio residencial– y un año después entró en La Garriga. Son más de 51 años de cotización. «Ya me tocaba». Lorenzo cuenta que los bocadillos se hicieron famosos desde los primeros años del bar-charcutería, abierto en 1956. «El local lo abrió un hombre conocido como Juan el catalán. Venía, como indica el apodo, de Cataluña. Aprovechaba los recortes de la chacina que vendía para hacer tortilla para bocadillos. Con los años fuimos perfeccionando la receta hasta convertirlo en un producto mítico de Tenerife».

«He cotizado 51 años. Cuando tenía 12, empecé a trabajar en La Garriga; ya toca dejarlo»

Lorenzo Cabello

— Camarero de La Garriga. Se retira

Este gomero tranquilo y apacible, que parece haber madurado en formol, confiesa dos secretos del bocata de tortilla de La Garriga, que ha llegado a llamar la atención hasta a Juan Carlos I, que durante una visita a la Isla cuando era rey pidió a uno de sus asistentes que le trajera uno de esos célebres manjares. «Al huevo y los recortes de chacina, de calidad, les añadimos la cantidad justa de leche para que la tortilla quede esponjosa. Y luego está el pan, más crujiente cuanto menos tardes en comerte el bocadillo. Lo compramos en una panadería cercana, El Puertorealeño».

José Manuel Mesa ha compartido con Lorenzo Cabello infinidad de experiencias. Lo deja tras haber cotizado más de 39 años. Nació en Güímar, emigró con su familia a Venezuela y regresó cuando tenía 21 años porque «la cosa empezó a ponerse fea» en el país bolivariano. «Hemos visto a varias generaciones de una misma familia venir a La Garriga. A veces nos recuerdan que sus padres y sus abuelos fueron quienes les hablaron del bar». Lo importante para José Manuel, de todos modos, es «el buen ambiente que siempre ha habido en el local». «Estoy muy agradecido con el personal y los clientes por el buen trato recibido. No sabe cuánto lo vamos a echar de menos...».

La Garriga seguirá su camino sirviendo como siempre uno de los mejores bocatas de Tenerife, de 1956 a 2016 en el número 17 de la calle Pérez Galdós, paralela a Castillo, y desde 2016 en la acera de enfrente, en un local más cómodo y espacioso del número 24. El relevo generacional está «garantizado» en un establecimiento histórico de la ruta gastronómica tradicional de la capital tinerfeña. Lo dejan bien claro Lorenzo y José Manuel después de que el pasado miércoles, cuando se divulgó su retirada y el bar se abarrotó, hubo clientes que interpretaron que podía cerrar. «Todo lo contrario, seguirá gracias a la llegada de savia nueva, gente con nuestra misma pasión por atender con profesionalidad a los clientes», coinciden. «No se preocupen, seguiré viniendo a visitarlos», puntualiza Lorenzo detrás de la barra.

«Espero que nos recuerden con el mismo cariño que pusimos en nuestro trabajo»

José Manuel Mesa

— Camarero de La Garriga. Se retira

Fue el martes pasado cuando se anunció la noticia. La cuenta de Facebook de La Garriga colgaba dos publicaciones con fotos de Lorenzo y José Manuel, además de empleados dibujando un corazón con las manos. Ambos apuntaban lo siguiente: «Esta semana es triste y feliz a la vez. Feliz porque pasa a una nueva etapa de su vida, tiempo de descanso y de disfrute que bien ganado está, pero triste porque se nos va un amigo, padre, compañero, confidente y buen profesional. Todos, tanto dentro como fuera de la barra, te vamos a echar de menos. Será un hueco muy difícil de olvidar y de llenar». «Buena jubilación amigo Lorenzo» concluía una de las publicaciones. «Buena jubilación amigo José Manuel», acababa la otra.

¿Y ahora qué? Lorenzo no lo tiene muy claro. «No tengo ninguna afición. En todos estos años me he dedicado en cuerpo y alma al trabajo. La verdad es que no he pensado qué voy a hacer. Supongo que disfrutar, descansar... y venir de vez en cuando a La Garriga. Ha sido mi vida. Dejo muchos sentimientos y muchos recuerdos aquí». José Manuel sí tiene aficiones, a las que va a pasar a dedicarles las horas que siempre ha querido pero no ha podido por las responsabilidades laborales. «Me encanta pescar y caminar. Me voy a ir a Mesas del Mar, donde tengo un piso, y allí patearé por la costa y sacaré la caña». Eso sí, el güimarero deja claro que cuando le apetezca un bocadillo, vendrá a La Garriga. «Y no pienso pagar nada», asegura entre risas.

Los dos relatan que ha habido días de «auténtica locura» en el bar. Enfatizan que el establecimiento no solo sirve el famoso bocadillo de tortilla. «Aquí hay chacina y quesos de gran calidad, con los que también hacemos bocadillos. Y unas cañas fresquitas que, como acompañamiento, sientan genial». Lorenzo y José Manuel esperan que se les recuerde «con cariño». «Al menos con el mismo cariño que pusimos nosotros en nuestro trabajo y en el trato a los clientes». Llegó el descanso para dos camareros que forman parte, como La Garriga, del inconsciente colectivo de los chicharreros y de toda la Isla.

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