Así nació una de las tradiciones más arraigadas a Canarias: un profesor estricto y un director que incitó a sus alumnos a la Fuga de San Diego

Esta tradición en nuestro Archipiélago nació en Tenerife gracias a un docente venido de fuera y el máximo rector de un centro que ahora lleva su nombre

Ermita de San Diego del Monte

Ermita de San Diego del Monte / E. D.

Víctor de Castro

Víctor de Castro

Los miles de estudiantes que llenan las aulas canarias tienen un día marcado en rojo en su calendario. Esta festividad estudiantil está marcada el 13 de noviembre, día de San Diego. O como es conocido en nuestro Archipiélago, el día de la Fuga de San Diego.

Esta historia se remonta al año 1918, y ha llegado hasta nuestros días. La culpa es de dos personas: el primero, el profesor Diego Jiménez de Cisneros y Hervás, un especializado en Física y Química que llegó ese mismo año a Tenerife procedente de Mahón, Menorca. El segundo, el directo del Instituto de Canarias por aquel entonces, el docente Adolfo Cabrera Pinto.

Por lo que ha llegado a nuestro tiempo, el profesor tenía la costumbre de poner un examen tods los 13 de noviembre, en honor a su santo. Por aquel entonces, durante ese día la tradición lagunera llevaba a los estudiantes a asistir a la fiesta que se celebraba en San Diego.

Ante esta situación, los alumnos pidieron la suspensión del examen, algo a lo que se negó Diego Jiménez. Se negó incluso después de que el director del centro, Adolfo Cabrera Pinto, se lo pidiese. Este, ante la situación de su alumnado, lo instó a saltarse el examen y acudir a la fiesta de San Diego.

El propio Cabrera Pinto les dio la idea de llevar una ofrenda en forma de calabaza al santo, en honor al suspenso que iban a tener y con la intención de que, a partir de ese momento, llegaran los aprobados. Así comenzó una tradición que empezó de esta manera y que, tras realizar la ofrenda, los jóvenes aprovechaban el viaje para quedarse en las festividades del barrio por el santo.

Ermita de San Diego del Monte

Ermita de San Diego del Monte / E. D.

La Fuga de San Diego, un tradición más allá de faltar a clase

A nuestro tiempo ha llegado esta arraigada tradición en Canarias, aunque no de manera completa. Los alumnos suelen faltar el 13 de noviembre, algo que está aceptado en la gran parte de los centros, sin llegar a estar permitido. A pesar de esto, al visitar al santo hay que realizar ciertas acciones.

Cuenta la historia que, al visitar la ermita de San Diego del Monte, en San Cristóbal de La Laguna, hay que llevar las calabazas antes mencionadas de ofrenda. Además, hay que contar todos los botones de la estatua que está instalada en el edificio sagrado. Una escultura de Don Juan de Ayala, conocido como el fundador de la ermita y que llevó a cabo la construcción del convento con su financiación.

Se dice que si cuentas bien los botones de la estatua te dará éxito en los exámenes y en la vida. La historia que comenzó en el Instituto de Canarias, hoy el Cabrera Pinto en honor a su célebre director, terminó extendiéndose por lo largo y ancho, primero de Tenerife, y luego de Canarias.

No ha evolucionado de la mejor manera posible, pues muchos gamberros se encargan de lanzar huevos durante esa jornada, sin tener ningún sentido con la historia. Pese a ello, la tradición se mantiene por unos pocos gracias a la colaboración de los que fueron los primeros en fugarse.

¿Quién era San Diego?

La Iglesia Católica considera santo a San Diego de Alcalá. Este fue un fraile franciscano nacido en España allá por 1400. Pertenecía a la Orden de los Frailes Menores, que eran reconocidos por llevar los harapos más pobres que cualquier otro religioso.

Muchos cuentan la historia de la ermita de San Diego del Monte certificando que hay que contar los botones al santo. Esto es imposible, debido a que el hábito de San Diego no tenía. Los botones hay que contárselos a Don Juan de Ayala. Una tradición nacida en La Laguna y que ha llegado a nuestro tiempo. No hay que olvidar la historia, y menos de los hechos que sucedieron en nuestra tierra.