Opinión | Aquí una opinión

A Poesia está na Rua

Claveles.

Claveles. / ShutterStock

Escribo estas líneas el 25 de abril. El mismo día en que los portugueses celebran el medio siglo de su revolución de los claveles. No estaré allí para alegrarme con ellos pero sí estuve otro 25 de abril, el de 1999, cuando las calles, plazas y avenidas bullían con una algarabía que trepaba hasta el mirador del Castillo de San Jorge en aquel primer alegre cuarto de siglo. Portugal era una fiesta y aunque los recuerdos suelen ser endebles y vienen y van según nuestro estado de ánimo, el estímulo sensorial de aquella fecha lo siento palpitante en los sentidos.

Aunque puede que algo ayude el diploma que conservo, debidamente enmarcado, «Corrida Da Liberdade, 25 anos de desporto em liberdade», donde se certifica que «Mary participou na Corrida Comemorativa dos 25 anos do 25 de Abril», debidamente firmado por los «Vereadores do Pelouro do Desporto» de las Cámaras Municipales y por el presidente «da Associacáo 25 de Abril», entre otros y que, en su resumen es, simplemente, uno de los inocentes «truco/trato» del carácter portugués. Yo no corrí. Se acercaron a mí, como a todos los que transitaban por las «ruas» lisboetas para que me uniese al evento deportivo. «Lo siento, pero yo no corro» contesté. Me ofrecieron hacerlo caminando. Lo hice y me premiaron con el diploma, la camiseta y unos preciosos marcadores de libros con la leyenda «A Poesia está na Rua». Gente estupenda a los que, un día de 1974 el destino (y los oficiales del ejército y un cabo al que, por fin, ya se le reconoce su coraje) les permitió protagonizar el capítulo más importante de la historia de su país, sin sangre ni lágrimas, con claveles y una canción.

Que el aniversario de tal acontecimiento quede confinado en los medios de comunicación entre noticias de conflictos y guerras interminables a las que creemos apoyar fabricando más armas mientras ignoramos el sufrimiento de los que viven en esos lugares que, erróneamente, percibimos como lejanos o de violentos grupos mafiosos que campan hasta incluso por países supuestamente bajo leyes democráticas, con sus sucios negocios y donde asesinan, extorsionan y secuestran con un grave descontrol entre fuerzas de seguridad y administración de justicia nos hace pensar en si pasados tiempos fueron mejores o es que existe una conexión relevante entre la edad que uno tiene y el momento en sí. Puede que, al igual que a tempranas edades ves nítidamente los objetos de tu alrededor, tu cerebro también conserve una percepción ensoñadora de momentos que no fueron tan luminosos pero a los que uno recuerda con el brillo de lo intenso. Cuando mi mundo era joven, diríamos… aunque puede que sea más sensato no añorar porque la mayoría de esos deseos escapan a lo que es, hoy, la realidad.