LIGA ENDESA

Rituales que no pueden faltar en el Lenovo Tenerife

Varios jugadores aurinegros cumplen religiosamente, antes de cada partido, con manías y costumbres que les acompañan desde hace tiempo y que consideran vitales

Marce Huertas besa el balón en uno de sus rituales previos a cada partido.

Marce Huertas besa el balón en uno de sus rituales previos a cada partido. / Andrés Gutiérrez

Al margen del calentamiento convencional, algunos jugadores poseen rutinas particulares alejadas de lo meramente deportivo. La plantilla del Lenovo Tenerife no es una excepción. Huertas y Guerra, los que más rituales llevan a cabo.

Vendaje, concentración total, estiramientos con elásticos y rollers... Desde aproximadamente hora y media antes de cada encuentro la plantilla del Lenovo Tenerife -como la de la mayoría de los equipos de la ACB- arranca su preparación. Lo hace con rutinas que se repiten duelo tras duelo, desde una primera toma de contacto con la cancha, un paso por el vestuario, y una media hora final de calentamiento más intensivo y metódico.

Unos noventa minutos que dan de sobra para que cada jugador añada a esta puesta a punto manías particulares. Algunas casi imperceptibles, varias mucho más evidentes y reconocibles, y otras que ayudan a hacer grupo. Y este CB Canarias no es ajeno a estos particulares tics para ayudar a afrontar de la mejor manera posible los encuentros.

El primero en arrancar con estas particulares costumbres -al menos a la vista- es Tim Abromaitis, que tras el walk through -último scouting global previo a cada partido- salta a la cancha para realizar una rutina de lanzamientos, generalmente exteriores.

También, y cuando todavía queda más de una hora para que arranque cada choque, es habitual ver a Marce Huertas dirigirse a una de las sillas del banquillo. Allí, siempre en solitario, asegura aún más el correcto anudado de los cordones de sus tenis.

Marce Huertas ata los cordones de su tenis antes de iniciar el calentamiento.

Marce Huertas ata los cordones de su tenis antes de iniciar el calentamiento. / Emilio Cobos (CBC)

Mientras, en el vestuario suena la playlist de turno. Generalmente la misma, aunque una derrota previa siempre empuja a que se produzca algún cambio. Al menos así lo lleva a cabo Txus Vidorreta, que también repite camisa después de cada victoria.

Igualmente buscan los jugadores sentirse lo más cómodos posible en ese rato previo al bullicio que se genera desde las gradas. En este caso con una lista de canciones generada a principio de temporada, generalmente con temas comerciales y que va variando con el paso de las jornadas, siempre con la presencia de un intruso: algún tema georgiano pedido expresamente por Gio Shermadini. Otros, sin embargo, prefieren escuchar su propia banda sonora y se aíslan gracias a unos cascos. Elgin Cook es el más habitual en una costumbre a la que recientemente se ha sumado Fran Guerra.

A tres cuartos de hora para el arranque del partido las manías empiezan a hacerse más manifiestas. El protagonista de este punto de inflexión, Fran Guerra, el último en marcharse a la caseta, y siempre tras realizar un contundente mate a dos manos.

Fran Guerra realiza un mate antes de la parte final del calenamiento.

Fran Guerra realiza un mate antes de la parte final del calenamiento. / Andrés Gutiérrez

Tras las últimas consignas por parte de Txus Vidorreta, el plantel canarista se reúne en el túnel de vestuarios. Generalmente el último en aparecer es Bruno Fitipaldo, encargado de la arenga a sus compañeros antes de saltar a la cancha. Una presencia en pista que siempre encabeza Sasu Salin, el primero en chocar las manos de los jóvenes que ya se agolpan en la primera fila de las gradas colindantes.

Último en dejar la cancha un rato antes, y también el más rezagado para volver a ella, Fran Guerra cierra esa entrada final a la pista a menos de 30 minutos del inicio del encuentro. Al grancanario, que a la vez que se persigna siempre usa una secuencia de pasos idéntica para entrar en el parqué, le esperan el resto de compañeros en el círculo central. Allí el pívot irrumpe con un último salto que también replican todos los demás jugadores... antes de propinar cariñosas collejas al interior de Las Palmas.

Ya metidos de lleno en las consignas de preparación marcadas por sus entrenadores, los últimos tics llegan a solo unos minutos del salto inicial. Así lo ejemplifican, por ejemplo, Jaime Fernández, que repite, hasta encestar, con triples desde casi el medio campo. Y también Tim Abromaitis que se decanta por un mate.

Pero la más icónica de estas manías dentro de este Lenovo Tenerife tiene dueño: Marce Huertas. Cuando ya todos sus compañeros se han ido al banquillo para las instrucciones finales por parte de Vidorreta, el brasileño se coloca debajo del aro, da un beso al balón, bota con las dos manos y en salto lanza a canasta antes de acudir junto al resto.

Son manías y tics que no ganan partidos. Seguramente inocuas y sin una incidencia tangible. Pero también costumbres obligadas en cada uno de los jugadores que las pone en práctica con el fin de arrancar los encuentros con el pie derecho.