Opinión | EL RECORTE

Un canario en Macondo

El futuro político de Ángel Víctor Torres, como bien debe saber, cuelga de los frágiles hilos de unas polémicas mascarillas

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres / JAVIER BARBANCHO

Hay ministros, en Madrid, que viven en un pisito público de cuatrocientos metros cuadrados. Pero hay otros más austeros, como nuestro expresidente canario Angel Víctor Torres, que ha decidido instalarse en un Macondo particular. Un mundo onírico hecho a la medida de sus sueños.

En una entrevista en la Cadena Ser en Canarias, Torres reivindicó la excelente gestión realizada por el Pacto de las Flores durante la pandemia del coronavirus. Inmune al hecho de que se gastaron millones en material falso o inservible, se adaptaron contratos a la conveniencia de los vendedores, se eligieron empresas a dedo que terminaron incumpliendo sus obligaciones y no existe ni un acta del comité de gestión donde se tomaban esas decisiones. O sea, un cuadro. Una gestión maravillosa que está siendo investigada por la fiscalía europea.

Por otra parte, presumir de las bajas cifras de contagios y fallecidos en Canarias y atribuirlo al resultado de una buena gestión sanitaria es robarle protagonismo a la geografía. El aislamiento y la lejanía, que tanto nos encarece la vida, es lo que mejor nos defiende de las pandemias.

Que los socialistas canarios propongan hoy una tasa turística que no aprobaron cuando gobernaban no es otra cosa que oportunismo. El mismo que ha llevado a quienes no sacaron ni un solo escaño en el Parlamento canario a mimetizarse con el difuso descontento de la calle, a ver si pescan algo. La política es una veleta que se mueve con los vientos electorales. La izquierda que acusa al actual Gobierno canario de apropiarse de la televisión pública impidió cuando gobernaba, por dos veces, que se formara un Consejo de Administración para controlar su gestión. Y el mismo ministro que apela a la memoria democrática para tratar con la dignidad debida a los asesinados en la espantosa represión franquista no parece haberse enterado de las últimas noticias donde se cuenta que Otegui, uno de sus aliados políticos actuales, dio directrices a un comando de ETA para uno de sus siniestros trabajos. Memoria histórica sí; democrática no tanto. Porque los recuerdos, pasados y presentes, están condicionados por el interés político.

El problema es que en ese Macondo, un país delimitado por las fronteras de las conveniencias, están viviendo todos los políticos españoles. Les permite justificarlo todo y hasta presumir, hoy, de que un gobierno socialista fuera capaz de paralizar, ayer, dos proyectos turísticos en Tenerife, el de un hotel en La Tejita y una promoción en Cuna del Alma, autorizados por dos ayuntamientos socialistas. ¿Qué problema hay en que algo sea una cosa y su contraria dentro del mismo universo ideológico? Ninguno. Lo que funciona ahora mismo es la conveniencia electoral de cada momento.

El futuro político de Ángel Víctor Torres, como bien debe saber, cuelga de los frágiles hilos de unas polémicas mascarillas. Y no es el único que vive amenazado. Cercado por los desafíos electorales y la insurgencia de las tribus independentistas, Pedro Sánchez baraja a medio plazo un machuca y limpio de su gabinete para resetear su creciente desgaste. Y es de dominio público, hasta en Macondo, que los ministros del Sanchismo se suelen enterar de su defunción por los telediarios.

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