Opinión | A BABOR

La momia varada

El Gobierno de España lleva medio siglo negándose al traslado, y aunque se alegan también razones de seguridad, lo cierto es que esa negativa a devolver restos arqueológicos y obras de arte a sus regiones de origen, afecta a piezas escultóricas tan poco frágiles como la Dama de Elche, por ejemplo

Réplica de la momia en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología

Réplica de la momia en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología / A. GUTIÉRREZ

El Parlamento de Canarias decidió solicitar este miércoles pasado la devolución a las islas de la momia guanche de Erques, que se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico de Madrid. Fue Ana Oramas la que planteó la propuesta de la que ha surgido el acuerdo para que vuelva a Tenerife la momia del Museo Arqueológico Nacional. La propuesta de Oramas se produce a raíz de unas declaraciones del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que volvieron a abrir el debate sobre la «descolonización de los museos». Urtasun anunció la creación de una Dirección General de Derechos Culturales, cuya función sea revisar lo que denominó «el relato en las colecciones estatales», para «superar el marco colonial». Cree el ministro que ese marco ha lastrado «la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico» depositado en los Museos, por lo que algunos de los museos nacionales ya han iniciado el reconocimiento de la cultura de los pueblos indígenas, aunque Urtasun no explicó muy bien si ese reconocimiento deberá llevar a la devolución de las piezas teóricamente expoliadas.

Se trata, es sabido, de un asunto peliagudo. Citando al escritor británico L. P. Hartley «el pasado es un país extranjero», y las interpretaciones sobre cómo afrontar su legado parecen enfrentar dos concepciones diferentes: el anticolonialismo de Urtasun, que ya veremos a donde lleva, y la de los anteriores responsables del ministerio, mucho menos dados a soltar prenda. El ministro Iceta, que precedió al actual en el cargo, fue categórico al afirmar hace dos años que ninguna de las obras expuestas en los museos nacionales se compró jamás de forma no legítima, y negó categóricamente que en Cultura se contara con un grupo de trabajo o departamento revisando el asunto.

De hecho, la petición de Oramas lleva casi cincuenta años planteándose con escaso éxito. La diputada nacionalista está convencida de que los argumentos sobre la fragilidad de los restos, esgrimidos por el Ministerio o el Museo nacional en otras ocasiones, son humo de pajas: no es sólo que la momia de Erques acumule una historia de traslados –comenzando con el que la llevó desde Güímar hasta Madrid, como presente al rey Carlos III, o su viaje de ida y vuelta a París en 1878– que no la perjudicaron, a los que hay que añadir su continuo trasiego por distintos palacios de Madrid: la casa del regidor Francisco Javier Machado –en 1764–, el Museo de Antigüedades de la Real Biblioteca –dos años después–, el Real Gabinete de Historia Natural, más tarde Museo de Ciencias Naturales –en 1771–, el Museo de Ciencias Naturales, –en 1815– o el Nacional de Antropología -1910- y el Arqueológico Nacional, donde se encuentra desde 2015. A pesar de viajes y trasiegos, la momia es la mejor conservada de las que se conocen. Los riesgos del traslado para la integridad de restos humanos momificados –o sometidos a mirlado, como es el caso– son hoy ridículos en comparación a lo que eran hace cien años, no digamos al traslado original.

Lo cierto es que a pesar de la proclama de Urtasun, no está muy claro que la petición de Oramas, respaldada por el Parlamento, vaya a prosperar. El Gobierno de España lleva medio siglo negándose al traslado, y aunque se alegan también razones de seguridad, lo cierto es que esa negativa a devolver restos arqueológicos y obras de arte a sus regiones de origen, afecta a piezas escultóricas tan poco frágiles como la Dama de Elche, por ejemplo. Quizá por eso el Museo de Naturaleza y la Arqueología, en Santa Cruz de Tenerife, cuenta desde noviembre de 2022 con una réplica fidedigna que es la que pueden ver hoy los turistas y visitantes. El Gobierno de España se ha negado a devolver los restos originales hasta en siete ocasiones, incluso existiendo una recomendación expresa del Congreso, aprobada como proposición no de ley a iniciativa de Ana Oramas, que jamás prosperó. Fue en tiempos de Zapatero, y el PSOE votó en contra de la devolución, que si fue apoyada por medio Congreso, incluyendo al PP de Rajoy. La explicación del voto en contra del PSOE se le encomendó a un diputado socialista canario que haría carreta después: Ángel Víctor Torres. Sus argumentos no fueron demasiado ocurrentes, insistió en lo de los riesgos irreparables a los que se exponían los restos de Erques en su traslado. El Congreso aprobó la propuesta, como el miércoles el Parlamento, y el Gobierno se pasó lo aprobado por la muy madrileña Puerta de Alcalá.

El debate sobre la devolución está abierto. Es un debate tramposo, en el que se califica el envío de esos restos a Madrid como expolio, cuando el regalo al rey fue probablemente el que los salvó de ser expoliados como tantos otros hallazgos destruidos. Creo que la momia debe ser devuelta a Tenerife, porque se dan ya las condiciones para preservarla aquí. Pero no tengo claro que esa deba ser la lógica universal a aplicar a todos los vestigios arqueológicos. Eso da para otra pensada.

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