Opinión

Canarias se escalda entre piche, explotación y turismo

Turistas británicos a su llegada a un aeropuerto tinerfeño. | |

Turistas británicos a su llegada a un aeropuerto tinerfeño. | | / CARSTEN W. LAURITSEN

Si en este punto todavía hay gente que niega el cambio climático, probablemente solo el futuro les pueda convencer. No es algo que vaya a ocurrir de repente, porque ya asoman los problemas que tendremos que afrontar: más episodios de calor extremo, desaparición de las costas, reducción de la biodiversidad, incendios forestales, escasez de agua.

El Cabildo de Tenerife se declaró en emergencia hídrica hace semanas a causa de la sequía. Gran Canaria también ha sufrido la falta de lluvias y tiene los embalses al 6% de su capacidad, pero no se encuentra en estado de emergencia porque el abastecimiento para uso humano depende de las desaladoras. Sí sufrirá esta escasez el sector primario (que se nutre mayoritariamente de los embalses), del que dependemos para, entre otras cosas, comer.

Ya no nos extraña, sin embargo, que uno de los últimos en notar la sequía sea el sector turístico. Con la pulsera viene todo incluido. El año pasado, Canarias tuvo un total de 13.942.966 visitantes con un gasto diario de 289 litros por persona. Pueden hacer sus cálculos recordando que, durante su estancia, usan el doble de agua que la población local.

Por si eso fuera poco, La Palma tendrá un nuevo balneario con hotel en el nacimiento del volcán Tajogaite que podrá alojar a más de 500 visitantes. El Dichosa Wellness Clinic (porque suena más glamuroso y atractivo para los turistas en inglés) es solo uno de los varios macroproyectos turísticos que han sido declarados de interés insular por varias instituciones públicas. Pero el interés, para la población o para las islas, está claro que no es. Lo que sí interesa a la sociedad canaria es tener casa.

Hay quienes dicen que la solución al problema residencial es construir más, pero esta gran demanda existe, en buena medida, por una sobredimensionada cantidad de viviendas vacacionales y casas vacías. Destinar los techos al turismo encarece el precio de los alquileres y atrae a más visitantes, retroalimentando el proceso. Además, las megaconstrucciones en zonas costeras, entre ellas los hoteles, contribuyen a la degradación de los espacios. Pero como da beneficios a las empresas, se siguen construyendo. Hay que recalcar que el uso y la planificación del suelo también acentúan el cambio climático, y con él, aumenta el calor y el riesgo de incendios forestales.

El año pasado fue catastrófico para Tenerife. Durante los meses que estuvo activo el peor incendio que ha sufrido Canarias en 40 años, se quemaron más de 15.000 hectáreas. Hay factores que no son controlables, pero si algo se evidenció es que el tiempo de respuesta es demasiado largo y que el Cabildo insular no invierte lo suficiente en prevención (en 2021 renunció a un proyecto en esta materia financiado por la Unión Europea).

El incendio coincidió en octubre con una época de olas de calor en las que varios niños se desmayaron en clase. Ahí se vio clara, una vez más, la necesidad de aplicar medidas de adaptación porque no es tolerable ni lógico estar en el colegio sudando a chorros. La Agencia Estatal de Meteorología avanzó que este año existen altas probabilidades de una primavera más calurosa de lo normal y el Gobierno de Canarias, ante los riesgos, ya ha activado su plan de prevención de incendios. Cuatro meses antes de lo habitual.

Sumado a todo ello, otro factor que incentiva el cambio climático es la sobrepesca. Las especies marinas ya están cambiando de hábitats debido al calentamiento progresivo de las aguas pero, además, las prácticas que siguen empleándose para conseguir el pescado son «insostenibles», según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Calor. Esa es una de las principales conclusiones que extraemos de ese informe. Es justamente uno de los aspectos más atractivos de las islas para los turistas, pero las temperaturas serán tan altas en un futuro próximo que los visitantes dejarán de venir para no achicharrarse. El calor será insoportable también para animales y plantas, por lo que se perderá parte de la biodiversidad canaria. Llegaremos a una situación climática grave antes de poner freno a la saturación turística porque no existe voluntad política para implantar otro modelo.

Por ahora, lo único que hace el turismo es crecer. Llegan visitantes de forma masiva, degradando y consumiendo recursos, y después se marchan, dejando en las islas el peso de poner un parche tras otro. Entre masificación, carreteras, edificios y sobreexplotación de recursos, ya no es solo cuestión de que las islas se vayan a quedar sin suelo. Hay que preguntarse cuánto de las islas quedará cuando el mar se coma las costas y el resto ya esté cubierto por piche y ceniza de árboles quemados.