Opinión | EL RECORTE

Viviendas, pero ya

Un hombre pasa ante un edificio de viviendas de Santa Cruz de Tenerife.

Un hombre pasa ante un edificio de viviendas de Santa Cruz de Tenerife. / Delia Padrón

En Canarias hay casi diez mil familias en lista de espera para conseguir una vivienda social. Pero calma: estamos a la espera de cien mil. Las que prometió Pedro Sánchez hace solo unos meses, en los tiempos electorales de vino y rosas. Aquellos de prometer y prometer hasta haber metido y después, con la patita ya en Moncloa, nada prometido.

Nuestro presidente dio su palabra –¡ay, que me parto la caja!– de que se construirían cuarenta y tres mil viviendas financiadas por el ICO con fondos europeos. Y en abril del año pasado, o sea, hace un rato, aseguró que además de esas viviendas se pondrían en alquiler social otras cincuenta mil de la Sareb. Unas nueve mil que prácticamente ya estaban disponibles y otras doce mil que estarían «en seis meses, como máximo».

Pero el tiempo pasa –los seis meses ya se fueron– y las casas no llegaron a Canarias, donde nos tocarían, así a ojo, unas cinco mil. ¿Pudiera ser que Sánchez nos haya soltado un boliche? ¿O que haya hecho una promesa que no va a cumplir? ¿Será verdad eso que dicen algunos malvados de que el presidente es un consumado trolero político? Me resisto a creerlo. Eso no lo hace alguien que es capaz de admitir en público y a pecho descubierto que ha publicado y firmado dos libros que realmente no ha escrito.

Una persona así de campechana no nos mentiría así que igual estamos ante un error de expresión y lo que realmente dijo o quiso decir es que se iban a construir inmediatamente cien… o mil viviendas. Porque Sánchez a veces se come las palabras. Como cuando le soltó a Núñez Feijoo en el debate de investidura aquello de «usted no tiene un proyecto soltiepenirosiesosairedochoaña… perdón, positivo para España». Al hombre se lelengualatraba de vez en cuando.

La Sareb es aquel banco malo al que le endosaron todos los pufos inmobiliarios de las viejas cajas de ahorros. Aquellas entidades financieras públicas que arruinaron los políticos, las patronales y los sindicatos, entre mariscadas y ladrillos, y que hubo que sanear con más de sesenta mil millones para entregárselas limpitas a los grandes bancos con cuyos dirigentes desayuna Sánchez.

Tengo la sensación de que las prometidas viviendas de Sánchez van a llegar cuando las pencas den plátanos. Y la certeza de que nuestra Comunidad Autónoma no puede seguir procastinando con miles de familias esperando por un techo y el mercado del alquiler por las nubes. Ese problema no lo van a arreglar regulando el alquiler vacacional o interviniendo el libre mercado de los arrendamientos, como han hecho en otros lugares para terminar estallándose como un ropero. Hay que aprobar acciones extraordinarias y urgentes para conseguir casas sea como sea: construyéndolas o comprándolas. Y dejarse ya de tanta milonga.

En La Palma, en menos de dos meses, con diez millones, se compraron y entregaron a otras tantas familias casi cien viviendas. Si se pudo hacer tan rápidamente con una isla en emergencia habitacional a causa de una erupción volcánica, ¿por qué somos incapaces de hacer lo mismo en el resto de Canarias?

Suscríbete para seguir leyendo