Opinión

Josep Borrell, un mediador para Oriente Medio

Borrell espera acuerdo de otros 5.000 millones de euros en apoyo militar europeo a Ucrania

Borrell espera acuerdo de otros 5.000 millones de euros en apoyo militar europeo a Ucrania

Borrell derrochó mucha energía contra Rusia, al extremo de intentar disuadirles del empleo de armas nucleares por las consecuencias que tendría para ellos, les plantó cara, correoso y aguerrido, siempre entra fuerte. Viajó varias veces a Kiev, como «halcón» de la UE. Si con el Este (Rusia) sacaba mucho músculo, con el Oeste (Cuba y Venezuela) era todo comprensión y receptividad. En ambas cosas despuntaba en la Unión Europea.

Con Israel, sin embargo, otro cantar, recientemente en la Universidad de Valladolid, mostró el hartazgo por la matanza «indiscriminada» de palestinos, tras preguntarse en voz alta si es que Israel quería matar a todos los palestinos.

Él sabe que los palestinos de Gaza no llegan a dos millones por poco, y que los palestinos israelíes son poco más de dos millones (Cisjordania otros dos). Por lo que formalmente debería referirse solo a los gazatíes. Aunque ello aminore el potencial de genocidio: «verosímil» según el Tribunal de la Haya, pero sin imponer el alto el fuego. Josep Borrell, de joven trabajó en un kibutz, como Tony Judt, que relataría su abandono, casó con una judía con la que tuvo dos hijos. Hijos de madre judía: judíos. Para los nazis, por las leyes de Núremberg, indiscutibles. Hamás las aplicó igual: 1.500 veces, las que pudieron. Borrell, en su afán de poner coto a Israel y sus «indiscriminadas» matanzas ha elaborado un proyecto de paz para Oriente medio: el de los dos Estados, que imputa su fracaso a Netanyahu e Israel. Borrell transido de encendidas convicciones olvida la negación en redondo en 1948 de los países árabes (Palestina fue entidad política en los 60), negativa tras los Acuerdos de Oslo de 1993, oposición radical de Camp David en 2000. El «látigo de Israel» como le calificaban en El Mundo, quiere abanderar un plan desde la evidente decantación de parte. Parece ignorar que, para ejercer mediaciones o arbitrajes, y más con Israel, hay que proyectar una imagen de neutralidad, moderación, «diplomacia», credibilidad. Esta Unión Europea que fantasea todavía con el Congreso de Berlín de 1885 y la tutela/reparto de África y el mundo, no pinta mucho en Israel, y menos Borrell, Sánchez y Albares/Napoleontxu. Este elenco sanchista no debe estar al tanto de la calle en medio mundo, Europa y Estados Unidos, ni de la Carta fundacional de Hamás, ni de su praxis (minigenocida literal el 7 de octubre) en extremo coherente con ella. «Palestina del río al mar» (con genocidio de verosímil a implacable), es el nuevo gran lema mundial de movilización. Progresa mucho más que los dos Estados. Saben que no van a estar en propuestas ni mediaciones: en ninguna.