Opinión | LOS LUNES CON JUAN INURRIA

Juan Inurria

El año empieza hoy

Se acabó la cabalgata de Reyes y los pajes se habrán quitado los tenis. Pajes con manto, oro, plata y tenis. No tenemos conciencia de la estética y mezclamos estilos sin solución de continuidad. Antes, los guanches de Candelaria llevaban relojes Seiko entre las pieles de cabra o gafas Ralfh Lauren que llevaban los figurantes de las tropas de Nelson los 25 de julio, entre casacas y mosquetones del 18.

Enero será un mes convulso, no digamos febrero, marzo, abril. Y este año entero. En estos días se pagan los excesos, que han sido muchos. La gente aprovecha las fiestas navideñas para cometerlos, sin pensar en las consecuencias. Se compra justamente lo que no le hace falta a nadie. Resultado de esos hábitos y costumbres de esta «cultura» cuya sociedad pone las reglas y todos somos víctimas.

Nos sepulta el consumismo, se nos mete por los poros. Nos hacemos con lo que no nos hace falta y luego lo almacenamos en los desvanes para botarlo cuatro o cinco años más tarde. No tenemos remedio, estamos inmersos en un mundo en el que el ahorro ha desparecido y en el que no existe el sentido de la mesura. Lo hemos destruido. La cultura actual enseña obediencia y esa es comprar y saturar los centros comerciales, actuar como el rebaño.

Estamos viviendo en un universo convulso, con guerras visibles y otras invisibles donde mueren miles de personas cada día. Y nunca pasa nada. El papa se muere de cáncer, China quiere invadir Taiwán, Biden se muere de viejo, Trump sortea los tribunales y el insignificante Sánchez torea a los independentistas catalanes con el capote roto por sus propias mentiras. Hay más, en el Reino Unido los laboristas se preparan para tomar el poder, la India ya está en la Luna y la Reina Margarita de Dinamarca zanja los cuernos que le pone su hijo, futuro rey, a su mujer Mary Donaldson con una abdicación. Esta sí que es lista. Abdico y arréglenselas. Y hay mucho mas.

Aquí en Canarias somos felices. Nos llenamos de gozo cuando conseguimos una entrada para el derbi y no nos preocupamos de ese mundo convulso. Nos importa un pimiento, como si pasara en otro planeta. ¿Para qué? Aquí no llegan los misiles del tío gordo de Corea del Norte, ni existe más riesgo que los de un volcán que resucita. Y para eso está Nemesio y compañía, para avisarlo con tiempo.

Ha llegado el año nuevo. Anteayer abrimos los paquetes de Reyes y El Corte Inglés ha colocado el cartel de las rebajas. Las rebajas de verdad. Pero antes tenemos que pagar la deuda de la tarjeta de crédito. ¿Nos habremos pasado? Seguro que sí. Los regalos están desplegados por el dormitorio, por el salón, por el vestíbulo están los papeles de regalos y las bolsas de no sé cuántas tiendas. ¿Y para qué quería yo una cinta para caminar si no la voy a usar más de dos días? ¿Qué Reyes Magos que se lo pasan todo por el forro? ¿Qué pasó con mi carta?

Me entero que el Rey, el emérito, es feliz en los Emiratos, donde ha organizado una fiesta. Es un anciano marchoso, pero ha reunido a toda la familia, menos a la advenediza plebeya, que tiene agarrado a su hijo, el que habla en Nochebuena, por salva sea la parte. Nadie se mueve en La Zarzuela sin que ella lo diga. A la abuela del rey actual, que murió en Lanzarote mientras dormía la siesta, la llamaban María la Brava –la llamaba así Alfonso XIII–, pero esta Letizia es la Monja Alférez.

Por lo demás, que viva el nuevo año, que no va a ser mejor sino peor que el que ha pasado. En realidad, el año empieza hoy, los siete días anteriores no cuentan porque privó el jolgorio y el gasto. Ahora viene Mateo con las rebajas. ¿Pero para qué ahorrar si estamos viviendo «la» fin del mundo?

Los pajes, pues, se han quitado los tenis Adidas y han dejado sus sudadas capas, que jamás se lavan, para el año que viene. Cabalgata de polvo, sudor y hierro, como las marchas del Cid Campeador. Vivimos de tópicos, pero son los tópicos los que nos alegran la vida por los siglos de los siglos. Amén.

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