Opinión | El recorte

Podemos… ¡levántate y anda!

El exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias (i), la secretaria general de Podemos Ione Belarra (2i), e Irene Montero (d) en el Teatro Coliseum de Madrid.

El exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias (i), la secretaria general de Podemos Ione Belarra (2i), e Irene Montero (d) en el Teatro Coliseum de Madrid. / EFE

Pablo Iglesias nos ha hecho un nuevo guiño. La canción de Peret, que sonó en la entronización de Irene Montero como candidata de Podemos a las elecciones al Parlamento Europeo, es como una carcajada musical. «El muerto vivo» define a Pedro Sánchez, pero ahora también a Podemos. Iglesias se habrá partido de risa con la estrofa: «no estaba muerto, estaba de parranda».

La nominación de Irene Montero para las Europeas es una declaración de guerra a Yolanda Díaz. Y a Sumar; la izquierda «dócil» y «acomplejada» que está al servicio del socialismo. Pablo Iglesias, que despreció a los comunistas, a los que consideraba unos dogmáticos tristes y fracasados, ha terminado atracando otra vez en sus muelles ideológicos.

En la penúltima pirueta, Podemos quiere escapar de su tumba electoral ocupando ahora el espacio de una izquierda aún más radical que Sumar. Que ya es decir. El viaje iniciado con los indignados del 15M, que rehuía cuidadosamente los postulados del viejo comunismo, ha terminado recalando precisamente ahí; en la ortodoxia revolucionaria marxista leninista. Es el nicho proletario desde el que se va a enfrentar a Sumar, como partido domesticado. Y tiene un mensaje claro para Pedro Sánchez: «Es posible que Podemos no consiga los resultados de hace algunos años pero puede, Pedro, que logre los suficientes votos como para joderte la formación de una mayoría de gobierno progresista en unas futuras elecciones. Toma nota. Para que a tus estrategas de Moncloa les empiecen a dar sudores fríos haciendo cuentas».

Irene Montero deseaba ser ministra y no la dejaron. Sánchez no la quiere ver ni en pintura. Y tampoco Yolanda Díaz. Así que, pública y dolorosamente, le cerraron la puerta en las narices. Pero luego, y hay que ser idiotas cum laude, le ofrecieron a Podemos cinco puestos de salida en las listas de Sumar al Congreso. O sea, se pusieron cinco bombas lapa en los bajos y, como era de prever, les han salido tránsfugas.

Este espectáculo cainita no va a pasarle factura electoral a la izquierda. En España no existe ninguna versión común de las mismas cosas. Ni siquiera del pasado reciente. Existen tantas interpretaciones como sean necesarias. Esta sociedad tiene memoria de pez; pero no es amnesia, es puro desinterés. Nos importa un bledo que nos mientan. Es irrelevante. La política se ha convertido en una plataforma de entretenimiento donde cada uno ve la serie que más le gusta, con sus personajes favoritos. Y a ningún espectador le importa que, para darle pimienta a la historia, el guión esté plagado de mentiras y contradicciones. Es solo un espectáculo.

Pedro Sánchez presume de la resiliencia de un político renacido. Fue un superviviente que salió de la fosa política. El político zombi que malmataron muchos de los lameculos que hoy le tiran de la levita. Ahora escucha el crujido de la piedra de otro sepulcro que intenta abrirse. Y mientras emergen Montero y Belarra, tirando puñales como pétalos de rosa, al fondo de la tumba se escucha la risa de Pablo Iglesias, que sigue de parranda.

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