Opinión | Observatorio

Un Gobierno de regreso, no de progreso

Un Gobierno de regreso, no de progreso

Un Gobierno de regreso, no de progreso

Vaya por delante que estoy en contra de la amnistía y a lo mejor a usted se le quitan las ganas de seguir leyendo. Pero es lo que hay. El presidente del Gobierno ha anunciado estar muy próximo a un acuerdo con los independentistas (cuando escribo falta el sí de Puigdemont, que lo retrasa para quitarle mérito a Esquerra), que permitirá otro Gobierno de coalición con el batiburrillo de Mas y con partidos nacionalistas que lo que desean es destruir España, y cargarse la Constitución y la Monarquía.

En primer lugar, no alcanzo a comprender que lo que el señor presidente y todo su Gobierno decía hace pocos meses que era algo ilegal y contrario a la Constitución (las hemerotecas están llenas de declaraciones en ese sentido) se convierta ahora, por arte de birlibirloque, en una medida perfectamente acorde con nuestra Constitución. Nadie se ha molestado en explicarme este giro taumatúrgico de 180 grados del donde dije digo, digo Diego. Y eso que don Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados a constantes cambios de opinión que no se molesta en explicar, como ocurrió cuando se puso del lado de Marruecos en el conflicto del Sáhara. Confieso que no logra tranquilizarme el hecho de que al señor Rodríguez Zapatero eso le parezca normal.

En segundo lugar, no estoy de acuerdo con que los que eran malos pasen a ser buenos, porque eso significa que los que eran buenos pasan a ser malos. Me explico: si los independentistas que votaron las llamadas leyes de desconexión, proclamaron la independencia más corta de la historia mundial, organizaron un referéndum-charlotada para los amiguetes, provocaron serios disturbios públicos (el llamado Tsunami Democràtic) y, en definitiva, se ciscaron en la Constitución que nos ha dado los mejores años de libertad y progreso de nuestra historia, si los que han hecho todas esas barbaridades son amnistiados, eso implica que el valiente discurso del rey Felipe VI (mientras Rajoy sesteaba) defendiendo esa misma Constitución y a la mitad de los catalanes que no comulgan con el independentismo, que los jueces y tribunales que castigaron esos delitos, que el Gobierno y el Parlamento que decidieron aplicar el artículo 155 de la Carta Magna e intervenir la autonomía catalana, todos ellos, todos los que han defendido la Constitución y han aplicado la ley, han actuado mal y son prevaricadores.

Si la amnistía sale adelante, vulnerando principios como el Estado de derecho, la separación de poderes, la independencia judicial y la igualdad de los españoles ante la ley, se dispara un torpedo contra la línea de flotación de nuestra Constitución y, por lo tanto, de nuestra convivencia.

En tercer lugar, me siento engañado cuando el señor Sánchez dice que la amnistía es en «interés de España», porque contribuirá a calmar el ambiente en Catalunya, aunque sea a base de ceder a todas sus demandas.

No es verdad. Cuando los españoles fuimos a votar el 23 de julio, el independentismo estaba dividido y en horas bajas, tan bajas que Junts solo obtuvo siete escaños, igual que Esquerra, y tan solo uno más que el PP, que tuvo seis y que ya se sabe que no se le da bien Catalunya. Y el PSC tuvo, él solo, más escaños que todos los partidos independentistas juntos. El independentismo se había desinflado como una rueda pinchada. Y ahora resulta que el señor Sánchez los ha resucitado cuando se ha puesto a buscar «votos debajo de las piedras», porque son ellos los propietarios de esos pocos votos. Y como saben que tienen la sartén por el mango, se han crecido y exigen la amnistía, que ya dicen que no es suficiente porque ho tornarem a fer y luego un referéndum de autodeterminación, como paso hacia la independencia. Además de muchos dineros. Un desastre para España. La amnistía no le interesa a España, solo interesa al señor Sánchez y al señor Puigdemont, el fugado de Waterloo, que regresará bajo palio a Catalunya para que rabien los de Esquerra.

A mí esto no me parece progreso, ni progresista el Gobierno que lo auspicia. A mí me parece el regreso a 2017, a una época que creíamos superada. Este no es un Gobierno de progreso, como repiten, sino de regreso y la medida carece de grandiosidad, porque no busca la reconciliación sino siete míseros votos que permitan mantenerse en la Moncloa al que los mendiga. El precio a pagar por España puede ser muy alto.

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