Opinión

Espacio vacío

Louise Glück, premio Nobel de Literatura

Louise Glück, premio Nobel de Literatura

No sé, porque al cabo uno nunca sabe, si al ritmo que vamos en esta loca carrera por destruir el mundo (nuestro mundo, nuestra vida, no la del planeta, que seguirán danzando alrededor del sol hasta abrazarlo y abrasarse) llegaremos a la meta (cambio climático, esquilmado de los recursos, guerras, guerras, guerras) antes de que podamos comprendernos del todo, antes de saber qué somos y por qué, pero de vez en cuando alguien da un paso, avanza hacia el objetivo, y entonces le parece a uno que sí, que acabaremos entendiendo a este ser complejo que a falta de mejor denominación hemos dado en llamar ser humano.

«Somos esencialmente espacio vacío», ha dicho la reciente premio Nobel de Física, Anne L’Huillier. Otro premio Nobel, en este caso de Medicina, el español Santiago Ramón y Cajal, nos dejó dicho que éramos «física, química y misterio». La parte física, ahora lo sabemos, aporta un inmenso vacío. Nos queda nada más que la química y el misterio, por tanto, para sustentarnos.

Acaso el misterio se halle en ese inmenso vacío que nos conforma. Todo eso que somos o creemos ser cabe perfectamente en el vacío. Yo he hablado mucho de esto en mis poemas. Acaso lo intuía sin poder probarlo, como puede Anne L’Huillier (por eso ella es premio Nobel y yo un pobre juntaletras): «En torno a mí hay un vacío./ Al otro lado/ de las generaciones del agua,/ del equilibrio de la luz,/ del ritmo azul de los espejos,/ hay un hombre y su vacío./ Un hombre es un niño/ que ha construido una armadura».

Sí, siempre he sospechado que hay un vacío entre mi alma y mis manos. Era fácil entreverlo, porque, quizás también a usted le pasa, algunos días se me pueblan de vacío, la boca se me colma de un sabor amarillo y abrupto y me dan igual el porvenir, las tarifas, los fragmentos dulces de mi sangre, y entonces, sobre las prisas, los disfraces, y el aire arisco de la mañana invento días que no poseo. Será por eso que he habitado de palabras mi vacío, compartiendo así la soledad con el hombre que la comparte conmigo, consciente de que en el fondo del poema, como en el fondo de la vida, aparece lo imprevisto, un ligero fuego y luego el vacío que soy y que seré.

O acaso finalmente sea el vacío el que nos explique, sea quizás el vacío el que revele por qué hacemos lo que hacemos, por qué está en nuestras manos la muerte, el secuestro, la violación y la crueldad, y por qué también la empatía, las Meninas y la música. Por qué hay asesinos y también gente que entra en una casa ardiendo para salvar a un gatito.

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