Opinión | La gata sobre el teclado

María Pérez

La amenaza distópica

He perdido la cuenta de las Newsletters −el boletín informativo de toda la vida− a las que estoy suscrita. En un ingenuo intento de poner orden y concierto en mi correo electrónico, me topé con una de estas publicaciones digitales sobre ciencia y tecnología a la que debí suscribirme para convencerme de que soy capaz de entender un texto científico si me lo propongo (y si he tomado suficiente café).

Como no tenía nada mejor que hacer en ese momento, irónicamente hablando, me puse a leer uno de los artículos y me enteré de que un tipo muy listo llamado Vladislav Zubko (con ese nombre era imposible nacer tonto), doctor en Ingeniería y especializado en tecnología aplicada al transporte, presentó no hace mucho una investigación en la que plantea cómo llegar a Venus y como, mediante una maniobra asistida por gravedad (no tengo ni idea de lo que significa esto) se podría conseguir sobrevolar los asteroides de las cercanías de dicho planeta aportando así datos extra muy interesantes para los responsables de la misión. El siguiente paso en este proyecto −según el artículo− sería conseguir que un equipo de astronautas se embarcara en semejante viaje confirmando así que los cálculos de Zubko son correctos. Yo creo que para eso ya tirarán de los americanos que son los héroes oficiales de toda misión espacial que se tercie y que suelen salir bastante bien parados siempre y cuando no metan a Matt Damon en la nave.

El estudio de este intrépido ingeniero se ha publicado en Acta Astronáutica, una revista científica que abarca toda temática relacionada con los campos de la física, la ingeniería, la vida y las ciencias sociales relacionadas con la «exploración pacífica del espacio». Eso dice la Wikipedia. Por lo visto hay gente que va por el espacio explorando agresivamente… y nosotros, aquí, sin enterarnos y preocupándonos por nimiedades como nuestra propia supervivencia.

Esta novedosa investigación se muestra como el germen de planes más avanzados que contemplarían la posibilidad de que haya civiles que acaben disfrutando de este tipo de viajes espaciales tal y como ya se está anticipando para otros destinos de la galaxia más cercanos. Según esta publicación, si los cálculos del ingeniero ruso son correctos, las primeras misiones exploratorias llevadas a cabo por astronautas se podrían producir a partir del año 2029 y se planifican posibles viajes hasta 2050.

Lo que me parece más curioso de todo esto es lo mucho que se empieza a parecer nuestra realidad a esos futuros distópicos de las novelas de ciencia ficción publicadas en los años treinta (Un mundo feliz, de Aldous Huxley), cuarenta (1984, de George Orwell) o cincuenta. En esta última década se publicó Mercaderes del Espacio (1953), escrita por Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth. En esta novela, el protagonista (un reputado publicista) es elegido para llevar a cabo la campaña del Proyecto Venus porque desde nuestro planeta se está enviando a los primeros colonos humanos al planeta amarillo y se pretende que sean las artes de persuasión de masas las que consigan que la euforia turística rumbo a Venus sea una realidad.

El caso es que esta novela también describe una sociedad en la que las grandes multinacionales ostentan todo el poder hasta tal punto que el sistema económico ha devorado al sistema político. En ese mundo (asombrosamente parecido al nuestro) los Señores del Comercio controlan las vidas de todos y cada uno de los habitantes del planeta. La obra es una sátira del capitalismo extremo en la que se convierte a los anticonsumo en rebeldes acusados de terrorismo y sabotaje. Da que pensar. ¿Será el arte de la escritura un mecanismo a través del cual nuestra mente accede a otras líneas de espacio-tiempo?

En 2020 se hizo viral A realidade de Madhu, un libro de la escritora Melissa Tobias, publicado en 2014. La historia describe un 2020 como un año marcado por una pandemia que provoca una crisis sanitaria y una situación caótica que culminará con un cambio en el sistema financiero. La autora cuenta en su blog que durante el proceso de creación de su novela sintió que la historia elegía su propio destino y que no tenía control sobre la trama o los personajes y afirma que «cada artista tiene un tipo de mediumnidad».

No obstante, y esto es mi opinión (porque esto es una columna de opinión) por muy canalizador que sea el genio creativo, todo en este mundo está marcado por la dualidad, así que el receptor también tiene un papel fundamental en todo esto porque, como dijo Lex Luthor (Gene Hackman) en Superman (1978): «Unos pueden leer Guerra y Paz , y cerrar el libro creyendo que han leído una novela de aventuras; y otros pueden leer los ingredientes de una pastilla de chicle y descifrar los secretos del universo». En cualquier caso, de unos y otros dependerá que las bibliotecas no tengan que mover los libros de distopías postapocalípticas a la sección de Historia Contemporánea.

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