Opinión

Deber de hacer

Deber de hacer

Deber de hacer

Hace unos días, una buena amiga, profesora con mucha experiencia académica, intelectual, amante de la cultura y, sobre todo, de cualquier asunto que tenga relación con nuestra isla en particular, pero también, como no podía ser de otra manera, de Canarias en general, me decía, en una conversación amena y edificante que mantuvimos, que, en nuestra tierra, aquí, si cada cual hiciera lo que debiera, en tiempo y forma, las cosas andarían de otra manera. Insistía en preguntarme ¿quién planifica la necesidad de implantar infraestructuras básicas o estructurales a corto, medio y largo plazo en la isla de Tenerife, en relación con el desarrollo económico-social deseable? ¿Quién hace el seguimiento de la planificación, si hay alguna? ¿Quién mantiene la evaluación periódica de la misma? La primera respuesta que se me ocurrió, sobre la marcha y con prontitud, fue decirle que las preguntas eran de nota de matricula de honor.

Ahora, las respuestas son complicadas de especificar o entender, porque hay que decirlo claro y alto, suplicando perdón por la retahíla que sigue, pero desgraciadamente es lo que tenemos, una cantidad inmensa de estudios, análisis, proyectos, planes, intenciones, propósitos, ideas, pensamientos varios, deseos, aspiraciones, cálculos, diseños, bocetos, esbozos, bosquejos, esquemas, trazados y apuntes, con los que cuentan las distintas administraciones públicas canarias, tanto el Gobierno Autonómico, como Cabildos y Ayuntamientos. Hay para regalar y vender a quien quiera perder el tiempo, no hacer nada y vivir del cuento de la propaganda, envuelta en un rancio y fracasado populismo. Es espantoso, cuando se oye decir a responsables públicos, que hay que hacer un nuevo estudio, da lo mismo sobre el asunto o tema específico que se quiera examinar nuevamente, cuando todo está ya más que trillado. Lo único que tienen que hacer, es abrir gavetas y ver lo que hay que, por cierto, ha costado mucho dinero al erario, vía impuestos a los ciudadanos.

La acción, como ejercicio de la posibilidad de hacer, es lo que tiene que prevalecer siempre, porque las palabras se las lleva el viento, los alisios alejan las mentiras, mientras que la actividad crea. Ya está bien de promesas incumplidas, de mensajes demagógicos y nos referimos en general a la mayoría de los políticos canarios, incluyendo, por supuesto, a todos los partidos políticos, de cualquier color o ideología. Para ser francos, hay que decir que también contamos con algunas excepciones honrosas.

Hay que establecer imperiosamente un seguimiento ordenado, desde el origen, hasta su finalización, de cualquier actividad, para garantizar resultados positivos, con líneas de realización y temporalización clara. Pero aquí surge también, otra pregunta, más que interesante, que me hizo la mencionada profesora ¿quién vigila al vigilante?, porque ahí está la clave.

Es el momento de adelantar, quedarse quieto, es retroceder. Avanzar, poniendo en marcha aquellas obras públicas que las islas requieren ineludiblemente, para garantizarse un crecimiento económico y social, estable, seguro, suficiente y eficiente. Moverse, haciendo, porque también se puede estar como un tiovivo, esa atracción de feria, que consiste en una plataforma giratoria sobre la que hay animales y vehículos de juguete, para montarse y girar en ellos, dando vueltas estancados en el mismo lugar. Así es como hemos estado y seguimos en la misma dinámica. Hay que cambiar el paradigma, con el deber de hacer. La Madre Teresa de Calcuta decía que, «a veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota». Todo dicho con sabias palabras. Aunque hay que recalcar, para dejarlo meridianamente nítido, que lo que tenga que hacerse, se haga bien.

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