Opinión | Observatorio

Elena Neira

El SOS del cine independiente

El SOS del cine independiente

El SOS del cine independiente

Recientemente se ha asentado en los medios una narrativa que asegura que las salas de cine se han recuperado tras la crisis desencadenada por la pandemia. Así parecen confirmarlo las extraordinarias cifras de recaudación de títulos como Avatar, Super Mario Bros, Guardianes de la galaxia Volumen 3 o Fast X, entre otros. Esta tendencia al alza parece que va a continuar los próximos meses gracias a la llegada de estrenos muy esperados, como la nueva película de Indiana Jones, Barbie u Oppenheimer, entre otros. 

Pero existe otra realidad. Una que tiene poco que ver con los taquillazos tan habituales en estas fechas. El denominado cine independiente, más artístico y con menos vocación comercial, se encuentra en una situación complicada ya que esta aparente reactivación del sector no le ha afectado demasiado. Al contrario. A excepción de un puñado de ejemplos, el cine indie parece haber perdido su gancho en la taquilla. 

Muchos aseguran que esto es el resultado de la pérdida de un tipo de espectador que no ha vuelto a las salas tras la pandemia. La generalización del consumo de cine en streaming ha llevado a ciertas demografías a disfrutar de este nuevo tipo de entretenimiento en el hogar, al que se han acomodado. Que estas cintas recauden ahora bastante menos de lo que conseguían arañar hace unos años está provocando una reducción de las expectativas que se tienen con ellas. ¿El resultado? La dificultad de conseguir asegurar su presencia en la cartelera de determinados circuitos y las pocas probabilidades de que se mantenga en cartel más allá de dos o tres semanas. Es la pescadilla que se muerde la cola: un público poco receptivo, el escepticismo de algunos circuitos de exhibición y los desmesurados costes que conlleva una buena campaña de marketing hacen que muchos distribuidores hayan perdido la esperanza de conseguir una buena difusión de la obra, incluso de títulos que consiguen hacerse un hueco en festivales de primer nivel. 

Nuevos públicos

Esa es la cruda realidad: los éxitos que están cosechando los blockbusters están siendo, en gran medida, a costa de los proyectos pequeños más pequeños e independientes. 

Que haya sitio para otro tipo de cine en salas comerciales no es algo que vaya a suceder de la noche a la mañana, pero urge un plan que permita tomar conciencia de las consecuencias devastadoras de obstaculizar el acceso del cine indie a la experiencia cinematográfica. Martin Scorsese ha sido el último en hacer un alegato a su favor. El célebre director declaraba públicamente que le gustaría que la industria encontrase una solución para que este tipo de cine volviese a las multisalas. La proclama de Scorsese llega con su próxima película (Killers of the flower moon, con Leonardo di Caprio de protagonista) a pocos meses de su estreno. Pero, más allá de su interés personal en que su película sea un éxito, aseguraba que del apoyo de los cines depende la supervivencia de estos proyectos, que cada vez se topan con más dificultades para lograr financiación. Si la industria no invierte tiempo y recursos en generar nuevos públicos el futuro será desolador. «Lo interesante es brindar la oportunidad de que los jóvenes puedan ver estas películas en el cine, de disfrutar de la experiencia de las salas de nuevo, con sus amigos». La clave está en la capacidad de la pantalla de cine de ofrecer «una experiencia más inmersiva emocionalmente que la que puedan conseguir en casa», rodeado de enemigos de la atención. Lograr ese impacto ahora será el germen de la curiosidad futura.

A Martin Scorsese no le falta razón. No se trata únicamente de recuperar a los espectadores perdidos sino también de crearlos de cero. Los fans del cine indie no se van a generar por ciencia infusa, especialmente si este tipo de películas no se programan. Poner en valor la experiencia cinematográfica, también para las películas sin superhéroes ni escenas espectaculares, es vital para alimentar una demanda que confiera a los proyectos una mínima viabilidad comercial que dé suficiente confianza a los productores. Tal vez el primer paso sea, precisamente, aumentar su presencia en las salas, para derribar esa percepción de que solo merece la pena ir al cine para ver el taquillazo de turno.  

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