Opinión | retiro lo escrito

Nombrar o elegir

Pedro Sánchez con Ángel Víctor Torres en verano de 2022 en Lanzarote.

Pedro Sánchez con Ángel Víctor Torres en verano de 2022 en Lanzarote. / JOSÉ CARLOS GUERRA

En el debate parlamentario de ayer José Miguel Barragán, portavoz de Coalición Canaria, le recordó al presidente Ángel Víctor Torres que no solo había destituido a Fuentes el Chico como director general de Ganadería, sino que lo había nombrado. Torres no parecía muy concernido. ¿Lo nombró o no? Sí, por supuesto. Bajo el nombramiento, en el Boletín Oficial de Canarias, aparecen las firmas de Torres y de la consejera de Agricultura, Alicia Vanoostende. Ocurre, sin embargo, que el presidente no eligió a Fuentes el Chico, sobrino y sucesor en el cargo de Juan Bernardo Fuentes, el exdiputado putero de la trama criminal que ahora investiga el juzgado de instrucción número cuatro de Santa Cruz de Tenerife. Quien propuso realmente al Chico fue Blas Acosta, secretario general del PSOE de Fuerteventura. Porque la Dirección General de Ganadería es cosa de los majoreros. De majoreros nacionalistas, socialistas o conservadores. Siempre.

El poder de las organizaciones políticas canarias se ha atomizado insularmente. Por supuesto la pionera fue Coalición Canaria, uno de cuyos socios iniciales fueron las Agrupaciones Independientes de Canarias. Inicialmente el invento coalicionero se estructuró insularmente. Las diversas fuerzas integrantes de la federación se integraron a nivel insular, no regional. Aunque se intentó avanzar hacia un partido plenamente unificado siempre se consideró –hasta hoy– que la isla es la unidad política fundamental del proyecto de Coalición Canaria. De esta manera los gobiernos nacionalistas –hasta cierto punto– han seguido siendo gobiernos de coalición. Cada isla –cada organización insular– tiene derecho de facto a proponer a su consejero en el Ejecutivo, aunque se admite cierto margen de negociación. En el caso de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca se consideraba que le correspondía naturalmente a los palmeros. Su isla era eminentemente agraria y aún más: platanera. Solo en el pasado mandato presidencial un herreño, Narvay Quintero, tomó los mandos de la consejería. En cambio las direcciones generales eran otra cosa. La Dirección General de Ganadería siempre le tocaba, por supuesto, a los majoreros, porque en relación con su población era la isla con mayor número de explotaciones ganaderas y pequeñas y medianas factorías queseras.

La insularización como proceso político y operativo se desenvolvió en PSOE durante lustros y transformó su ADN organizativo. La estimuló –con pleno conocimiento, pero sin demasiadas precauciones– un secretario general sólido y buena persona, Juan Carlos Alemán, que a cambio de lealtad al mando dejaba hacer, con una autonomía amplísima, a las organizaciones insulares. Alemán no sabía ni creía que debería saber lo que hacía exactamente Casimiro Curbelo en La Gomera. Era su territorio y no debía hacerlo mal, porque era sumamente popular y arrasaba en las urnas. Todas las contradicciones quedaban subsumidas por la estabilidad como objetivo prioritario.

Quizás sin este cambio de cultura interna el PSOE –que no ocupó la Presidencia de Gobierno durante muchos años, que vivió largo tiempo fuera del Ejecutivo y no podía repartir cargos y dádivas–, no hubiera podido sobrevivir. Por tanto, al igual que los coalicioneros, la consejería de Agricultura tenía que ir para La Palma y la Dirección General de Ganadería tenía que ir para Fuerteventura. No había otras opciones. Esas son las reglas y así las han asumido Torres y sus predecesores.

Cosa distinta es que en el caso de Blas Acosta el jefe del Gobierno le deba, en parte, su candidatura presidencial en 2018. Pero, ¿designar a Fuentes el Chico? Nombrarlo, lo nombró él con su rúbrica, en efecto. Pero elegirlo, lo eligió Acosta. Como luego lo santificó como candidato a la alcaldía de Antigua. Acosta. De cualquier cosa.

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