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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

El ‘cheque bebé’ de Pedro Sánchez

Tras el último revolcón de Andalucía y perdido ya irremediablemente el centro político, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido apropiarse del discurso de la izquierda verdadera con la que primero pactó y a la que luego ha devorado.

Ha rebuscado en el baúl de los recuerdos para reciclar el discurso primigenio de Pablo Iglesias: el de los «enemigos del pueblo». Los siniestros supervillanos de los poderes económicos: el Ibex, las eléctricas y las petroleras. Todos esos con los que ha compartido mesa y mantel de cinco estrellas durante estos años de poder.

¿Por qué está cabreada la gente? Porque la gasolina los desangra. Y porque la luz es un robo. Así que Pedro Sánchez ha decidido colocarse del lado del pueblo, contra los oligopolios que lo están expoliando, que son también sus enemigos. De ahí el plural mayestático. Y la apelación a una lucha común. «No nos van quebrar». ¿Quiénes? Pues esos siniestros poderes y sus «terminales políticas y mediáticas».

El problema, para Pedro Sánchez, es que también nos expolia su Gobierno con las cargas fiscales que le ha metido a los españoles para sostener el gobierno –récord de recaudación– y con la administración pública más onerosa de la historia de la democracia. El problema es que se ha comido la llegada de la inflación sin hacer nada para combatirla. Que ha permitido un shock energético en este país poniendo en riesgo el suministro de gas natural de Argelia, que teníamos asegurado hasta que la genuflexión con Marruecos lo ha mandado al garete. Que su gobierno sigue gastando a manos llenas más de lo que ingresa. Y que ya se escucha el ruido de la catarata por la que nos vamos a precipitar hacia las primas de riesgo y los intereses de la deuda.

En vez de meter en cintura el gasto público de este país, hará todo lo contrario. Va a gastar unos quince mil millones más en ayudas sociales y bajando el IVA de la luz, comprobado ya que la excepción ibérica es un fiasco. El incremento del 15% en las pensiones no contributivas o el cheque de 200 euros para desempleados y autónomos con bajos ingresos –¿recuerdan el cheque bebé de Zapatero?– pretenden combatir la inflación. La experiencia demuestra que es más leña para el fuego. Una cosa es compensar a sectores sociales por la subida de los precios y otra contener su escalada.

Las empresas ganan menos, porque han aumentado los costos de producción, distribución y financiación. Y eso lo pagan los consumidores, con subidas de precio. Y los trabajadores con peores salarios. Aumentar ahora el gasto público es un suicidio.

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