Cinco siglos de molinos en La Laguna

El historiador Julio Alberto Domínguez presenta la obra ‘Los antiguos molinos de La Laguna’, un recorrido por el ayer de estas estructuras y sus huellas en el presente

Julio Alberto Domínguez, durante la presentación.

Julio Alberto Domínguez, durante la presentación. / E. D.

Los molinos han formado parte de la historia de La Laguna desde sus inicios. Tuvieron un papel relevante en la vida cotidiana, fueron parte del paisaje y su desaparición fue llevando al olvido aquella importancia con la que contaron. El historiador Julio Alberto Domínguez presentó ayer Los antiguos molinos de La Laguna, una obra que tiene entre sus objetivos centrales «rescatar del ostracismo» estas construcciones.

En el acto, celebrado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de La Laguna, Domínguez puso de relieve la importancia de «dar luz a un pasado relativamente reciente», e indicó que Aguere no se entendería sin estos elementos. A Domínguez lo acompañó Javier Soler, encargado del control de la edición junto a Josué Ramos, y el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez.

El trabajo, cuidado y de buen acabado, lo conforman un centenar de páginas que le requirieron en torno a dos años: el primero fue de investigación y el segundo lo dedicó a llevar los resultados al papel. Archivos históricos, prensa de la época, fondos fotográficos, cartografía, trabajo de campo y fuentes orales son algunos de los ejes sobre los que descansa la indagación, para la que también realizó con carácter previo una revisión bibliográfica. «Quiero agradecer la ayuda a todo el que colaboró», resaltó el autor. Ha sido la Concejalía de Desarrollo Rural, Agrario, Ganadero y Pesca del Ayuntamiento de La Laguna la encargada de editarlo.

«Los molinos, en cualquiera de sus tipos, siempre han estado presentes en la mayor parte de los paisajes canarios. En el caso de La Laguna, su relevancia queda plasmada a lo largo de sus más de 500 años de historia, formando parte del devenir histórico del municipio», se recoge en las primeras páginas de Los antiguos molinos de La Laguna. «El presente trabajo pretende arrojar algo de luz acerca de los molinos laguneros mediante el estudio de los documentos disponibles y del testimonio de personas vinculadas a estas estructuras. Con todo, observamos cómo el desarrollo tecnológico en nombre del progreso ha ido determinando la paulatina desaparición de muchos de aquellos gigantes, que son una imagen perdida y olvidada del municipio», comienza la publicación.

Arranca desde ahí un viaje al pasado, hasta los albores de la ciudad, para regresar de nuevo al presente y recorrer las huellas de aquel tiempo. Julio Alberto Domínguez aborda primeros los tipos de molinos que existieron en Canarias y entra después en el caso lagunero. En cuanto a su tipología, distingue las tahonas, predominantes en las décadas posteriores a la conquista y que eran accionadas por la fuerza animal, «principalmente yeguas o caballos»; los molinos de agua, de cuya necesidad fue «muy consciente» el Adelantado Alonso Fernández de Lugo, y los molinos de viento, de los que también hay referencias «desde momentos muy cercanos al inicio de la colonización».

«A lo largo de este desarrollo histórico, hemos apreciado cómo los molinos han ido progresivamente desapareciendo del territorio municipal, debido a la industrialización de las tareas que en ellos se realizaban y al desarrollo urbanístico experimentado por la ciudad en la última centuria», expone Domínguez en el capítulo Los molinos: patrimonio etnográfico e industrial. Y añade: «La supervivencia durante décadas de muchos de ellos, incluso hasta la actualidad, se debió a la importancia que aún tiene en nuestra sociedad un producto tradicional como es el gofio, cuya elaboración artesanal es muy apreciada por la vecindad lagunera».

Elementos tan reconocibles como el molino ubicado en la Casa del Barco, en La Verdellada, y molinos de gofio que existieron o que permanecen conforman el último tramo de un libro en torno a unos elementos que, en opinión de su autor, «son el ejemplo más fehaciente de un desarrollo social, urbano y tecnológico dentro de un marco urbano». Apunta Julio Alberto Domínguez en la obra que, por medio de ellos, se puede «observar el desarrollo y progreso de la sociedad lagunera, ya que la búsqueda de una mayor eficiencia en su labor principal propició el abastecimiento y el crecimiento de la urbe». Y reflexiona: «Es una realidad de vida, el afán de superación y la mejora de las posibilidades dentro de una población».

Además, señala que son «unas estructuras que fueron el pilar de sustento de la población lagunera durante más de quinientos años». Y remacha: «Es de vital importancia para el desarrollo de un pueblo conocer los avatares históricos de sus actividades económicas a lo largo del tiempo, por lo que esperamos que este estudio sirva como una invitación para la futura elaboración de nuevas investigaciones sobre este tema».

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