Segunda vuelta

La moderación imposible de Javier Milei y la ultraderecha argentina

El debate televisivo de este domingo puede definir los comicios del 19 de noviembre

Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza a la Presidencia de Argentina, en Buenos Aires

Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza a la Presidencia de Argentina, en Buenos Aires / TÉLAM/GOMEZ RAMIRO

Abel Gilbert

Javier Milei ha intentado dejar de rugir como recomendación táctica. El "león", como llaman al candidato presidencial de la ultraderecha en Argentina, trata ahora de mostrarse atildado, pero tropieza, una y otra vez. Ha guardado sus insultos diatribas para una mejor oportunidad porque, le recomendaron, puede espantar votantes a pocos días de la segunda vuelta con el peronista Sergio Massa. Sin embargo, su inconsciente puede más y a veces reincide.

Las encuestas no son muy fiables, pero establecen un punto de referencia según el cual, los contendientes no se sacan ventaja. El debate televisivo de este domingo puede definir los comicios del 19 de noviembre. El economista ha reducido sus apariciones mediáticas para evitar un derrape o ser súbitamente prisionero de la ira. Pero no ha podido con su genio y recientemente estableció una comparación con la unión entre personas del mismo sexo que provocó escalofríos. "Supongamos que quieres estar con un elefante, bueno si tienes el consentimiento del elefante, problema tuyo y del elefante". Más desafiante, denunció "irregularidades" en la primera vuelta del 22 de octubre. De inmediato, la ultraderecha empezó a hablar de fraude en las redes sociales. El anarcocapitalista estuvo también en campaña en la provincia de Mendoza. Pronto se olvidó de los consejos de entibiar sus expresiones. "Venimos a aplastar al socialismo con las fuerzas del cielo".

La primera línea de La Libertad Avanza (LLA) ha recibido también una llamada a la moderación. La diputada electa y referente en política exterior de esa formación, Diana Mondino, ha intentado suavizar algunas de las posturas más irritantes que, según señalan algunos analistas, provocaron que la ultraderecha quedara a siete puntos de Massa en el primer turno. Mondino considera ahora que "no hay forma" de romper relaciones con el Vaticano, como había propuesto por Alberto Benegas Lynch, una figura influyente en el entorno de Milei, convencido de que Francisco es un comunista camuflado. Y asegura que, si ganan las elecciones, el economista llamará al Pontífice y será "bienvenido de todo corazón" si decidiera visitar el país.

Preguntada sobre el matrimonio igualitario, le cuesta contenerse: "Filosóficamente, como liberal, estoy de acuerdo con el proyecto de vida de cada uno. Si prefieres no bañarte y estar lleno de piojos y es tu elección, listo. Después no te quejes si a alguien le molesta".

El factor Villarruel

Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta, tampoco ha podido respetar a rajatabla la indicación de temperar los discursos. Hija de un coronel especializado en contrainsurgencia que no quiso jurar la Constitución al recuperarse la democracia, exaltó la figura de un represor durante su reciente debate con el aspirante al mismo cargo por el peronismo, Agustín Rossi. Para Villarruel, la justicia argentina viola los derechos del exteniente coronel del Ejército Juan Daniel Amelong, quien ha recibido tres condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad y ha dejado de gozar del beneficio del arresto domiciliario. Florencia Garat, cuyo padre fue secuestrado en 1978 y nunca más se supo nada de él, recordó de inmediato en las redes: "Amelong y su patota mataron a mi viejo y a otros tantos más".

Anita Fernández, cuya madre Ana Careaga fue secuestrada y torturada a los 16 años, y su abuela, Esther Ballestrino de Careaga, figura entre las primeras desaparecidas y fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, consideró que debía llevar la palabra al espacio público para refutar el negacionismo. Ella, que nació en Suecia y se trasladó a Argentina tars la recuperación de la democracia, subió al metro para contar algo más que su historia. "Estoy un poco nerviosa. Nunca en mi vida hice esto y lo hago porque estoy muy preocupada. Amo este país, quiero vivir acá, quiero que todos podamos vivir sin miedo a que nos secuestren y a que nos arrojen con vida al mar". Buena parte de los pasajeros la aplaudieron. Otros, permanecieron en silencio.

Los exrepresores con Milei

"Lo de Villarruel no es nuevo, lo que me preocupa es que haya llegado tan lejos". El "miedo" de Careaga es compartido por otros hijos de desaparecidos o personas que testificaron en los juicios contra los represores, quienes han comenzado a pedir de un modo desaforado el voto por Milei. Mario Sandoval, un policía preso que formó parte del campo de concentración que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), expresó su entusiasmo con "las fuerzas del cielo" que representa LLA. Jorge "Tigre" Acosta, uno de los oficiales de mayor peso en la ESMA, condenado a perpetua, se entusiasmó también con la posibilidad de un triunfo de la ultraderecha. "Se aproxima la hora del conocimiento de la verdad, pero no la que se dice que es la verdad que surgió de juicios manejados por la 'patria socialista'".

Cecilia Pando, esposa de un exoficial del Ejército y activista contra los procesos judiciales contra los uniformados instó a sufragar por Milei, a quien le dejó una sugerencia si llega a la presidencia. "Va a tener una tarea ardua", dijo, y enumeró los problemas de la inflación, la pobreza, la inseguridad y la necesidad de imponer un plan de ajuste con fuerte impacto en la población. "Como primera medida va a tener que buscar una solución para aquellos militares, fuerzas de seguridad, civiles y policías que están ilegalmente detenidos por los llamados delitos de lesa humanidad".organismos de derechos humanos, está en juego. "¿Por qué urge? Porque probablemente la Argentina que se viene va a tener que tomar medidas no gratas que traigan aparejadas un incremento de conflictividad social, que tal vez requieran la participación de las fuerzas de seguridad y Fuerzas Armadas para restablecer el orden".

Eso, remarcó Pando, no podría suceder si se mantienen los juicios pendientes y las condenas. En la década de los 70, dijo, los militares "cumplieron órdenes de gobiernos constitucionales". Sin embargo, "terminaron todos presos". Por eso, "¿quién les garantiza a las fuerzas de hoy que no terminen de la misma forma?".