La sostenibilidad: el unicornio rosa de la moda

El 'savoir faire' de la mayor parte de las firmas Canarias siempre se ha encontrado ligado a la sostenibilidad y al consumo responsable

Moda sostenible

Moda sostenible / E. D.

Alejandro Llovell

La sostenibilidad se ha convertido en uno de los términos más empleados en los últimos años. Un vocablo situado en boca de empresas, instituciones, políticos, consultores y diseñadores pero… ¿Somos conscientes de lo que implica ser sostenible más allá de lo cool que pueda llegar a sonar?

Esta esfera mainstream posiblemente desconozca que el término ya fue definido en el Informe Brundtland presentado por las Naciones Unidas en 1987, marcando un momento histórico y totalmente innovador. En él se definía el desarrollo sostenible como «aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias».

Parece que no hemos hecho mucho desde ese entonces si analizamos los datos proporcionados por la ONU: la industria textil está considerada como la segunda más contaminante del mundo, siendo una de las máximas «contribuyentes» a la crisis climática y responsable del 20% de la contaminación del agua potable. Además produce en torno al 10% de las emisiones totales de CO2 del planeta y conquista el empleo de la mayoría de los países en desarrollo, donde los sueldos y las condiciones laborales dejan bastante que desear.

Si a todo ello le añadimos que el número de prendas producidas en los últimos 15 años no ha parado de crecer –en torno a un aumento del 40% por persona– y el hecho de que de los 11 kilos de textil que desecha cada persona al año –una cantidad inasumible– únicamente son reciclados un 1%... podemos asegurar que vivimos una realidad preocupante si queremos cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles vinculados a la industria de la moda.

No podemos negar los innumerables avances que se han hecho en el sector para contribuir a la concienciación de los consumidores sobre cuestiones como el consumo responsable, la ética aplicada al sector así como la sostenibilidad y sus parámetros, pero lo cierto es que este esfuerzo está dando unos resultados lentos, poco comprometidos y con un alcance que deja fuera de la operatividad a las pequeñas y medianas empresas.

En Canarias la realidad del sector no es muy diferente, aunque a ello se suman los costes, en muchos casos inasumibles, derivados de la ultraperificidad de nuestra región: costes de importación y exportación, pérdidas generadas por la retención de los materiales o de las producciones finales en los despachos de aduanas, complicaciones logísticas derivadas de los trámites arancelarios así como la escasa industria productiva en materia de confección. Todo ello hace que la capacidad de crecimiento de nuestro sector textil sea especialmente limitada si lo comparamos con regiones como Valencia, Cataluña o Andalucía.

Pese a todo ello en Canarias contamos con un sector resistente, consciente de las limitaciones a las que se enfrenta y constante en el desarrollo y búsqueda de nuevas oportunidades de crecimiento vinculadas con la sostenibilidad aplicada al desarrollo empresarial y de productos.

El savoir faire de la mayor parte de las firmas Canarias siempre se ha encontrado ligado a la sostenibilidad y al consumo responsable. Muchas de ellas han nacido y crecido con la fiel convicción de crear productos duraderos, vinculados a la artesanía y hechos a medida.

Un claro ejemplo de ello es la firma grancanaria Aurelia Gil, cuya filosofía se basa en la atemporalidad y la calidad. La marca ha sido capaz de redefinir los estándares de gestión empresarial creando un modelo de negocio sostenible basado en la perdurabilidad del producto, la revalorización de la artesanía y la producción bajo pedido, educando al consumidor final en una compra de uso intergeneracional.

Uno de los objetivos para cumplir con la Agenda 2030 es reducir al mínimo los efectos sobre el cambio climático que están asociados directamente al ciclo de vida del producto. En este sentido marcas canarias como Amelie&Lee, Nossclo, Serra, Paloma Suárez, Pisando Colores, Mr Lee Williams o Macaronesia lo tienen claro y crean sus colecciones mediante el empleo de materias primas recicladas así como tejidos y otros materiales sostenibles, o procedentes del stock de otras colecciones, demostrando un firme compromiso con la sostenibilidad.

A ello se suma el trabajo desarrollado por las firmas para apoyar el desarrollo y el aprovechamiento de las técnicas artesanales vinculándolas directamente con sus colecciones a través de piezas icónicas que logren perdurar en el tiempo y convertirse en referentes de estilo. En este aspecto destaca el top diseñado por la firma Pomeline y bordado mediante la técnica richelieu que adquirió y lució su Majestad la Reina Doña Letizia en una visita institucional a Canarias en 2022 así como esta misma semana durante la entrega de los Premios Nacionales de Investigación.

La prenda se convirtió en portada de todos los medios nacionales e internacionales, logrando visibilizar la labor desarrollada en la aplicación de la artesanía como elemento sostenible vinculado a la moda y generando un importante valor añadido al sector y a su desarrollo empresarial. En este aspecto destaca también la generosa y llamativa aplicación de la técnica del calado canario en los vestidos diseñados por la firma Ogadenia Couture, que continúa apostando por otorgar a la artesanía un lugar privilegiado en sus colecciones.

Cobra especial importancia en el establecimiento y desarrollo real y efectivo de un modelo más cercano a la definición creada en el Informe Brundtland en materia de desarrollo sostenible contribuir al impulso de un modelo de negocio que fomente el comercio de proximidad dentro de la industria textil. Este modelo, además de lograr incentivar la economía local, proporciona información clave al consumidor en materia de trazabilidad, valor añadido, procesos de producción así como un factor decisivo para el éxito de cualquier estrategia en este sentido: la educación del consumidor.

Uno de los grandes desafíos para el sector es lograr que el cliente final valore el esfuerzo que realizan las marcas por ofrecer productos respetuosos con el medioambiente, y para ello la experiencia de compra es un factor clave. El consumidor ha de tener información suficiente como para poder responder las preguntas: ¿quién lo ha hecho?, ¿dónde se ha producido?, ¿qué materiales se han empleado? Todo ello hará que el comprador potencial pueda valorar estos aspectos y declinarse hacia un consumo más responsable y consciente.

La consecución de una industria textil sostenible ha de venir acompañada del trabajo, apoyo y predisposición de las instituciones y entidades con potestad para generar políticas específicas y medibles en este sentido. No es suficiente, para las pequeñas y medianas empresas, establecer rígidas regulaciones.

El cambio de paradigma ha de venir acompañado por un impulso de los modelos de negocio sostenibles, por un apoyo económico para facilitar la adquisición de materias primas que cumplan con los parámetros actuales de sostenibilidad, el desarrollo de políticas estructurales que faciliten la comercialización de estas materias primas desde Canarias así como el impulso real de los procesos de creación de una industria que es capaz de fomentar algo más que la tan deseada fotografía política.

Y aunque el producto cien por cien sostenible es el unicornio rosa de la moda: todos visualizamos cómo sería pero no alcanzaremos a verlo, merece la pena contribuir a la generación de un mundo mejor a través de una compra responsable, en la que fomentemos la calidad y no la cantidad.

Alejandro Llovell es director ejecutivo de la Asociación de Diseñadores y Artesanos de Canarias.

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