Entrevista | Carlos Morán Escultor, inventor y CEO de Formaché

Carlos Morán: «La invención es propia del arte; yo hubiese sido buen ingeniero, pero me quedé en ingenioso»

Con su innata curiosidad y su ingenio, el investigador y escultor Carlos Morán acabó convirtiéndose también en inventor

Tras desarrollar una pasta de papel maché resistente y duradera, Morán lleva dos años llevando las riendas de ‘Formaché’, una de las spin-off de la ULL

El escultor Carlos Morán en su taller en Santa Cruz de Tenerife.

El escultor Carlos Morán en su taller en Santa Cruz de Tenerife. / MARÍA PISACA

Verónica Pavés

Verónica Pavés

¿De dónde surge la idea de hacer una patente siendo investigador?

Durante la tesis doctoral investigué sobre la posibilidad de crear una pasta de papel que sea duradera. El papel maché suele tener el hándicap de degradarse muy rápidamente. No aguanta el paso del tiempo y está considerado como un material efímero. Durante la tesis buscamos recetarios y tratados para la elaboración de un papel maché de calidad, pero no encontramos nada. Por eso propusimos nuevas formulaciones para elaborar un papel maché de calidad, homogéneo y replicable, que sea plásticamente modelable y duradero para ser ser considerado como material escultórico definitivo. Todo esto viene dado porque tengo formación como escultor y mi idea era crear una pasta para la expresión plástica profesional.

Buscaba crear una pasta barata.

Sí, mi idea era crear un material capaz de auto fabricarse con los elementos que hubiera por casa. Con el objetivo de que no fuera exclusivo, ni excluyente y que todo el mundo pudiera hacerlo. Obviamente, al hacer la patente eso se replantea. Puedo dar indicaciones para hacer una past, pero no dar la receta. De la tesis doctoral finalmente salen dos formulaciones con dos resultados diferentes. Uno es una pasta modelable, que se puede modelar como el barro, y al secar a temperatura ambiente se endurece como una piedra. Es sustitutiva de fibras de vidrio, de maderas y de plásticos. La otra pasta es viscosa y se puede imprimir en 3D. Una vez nos la conceden, la Universidad de La Laguna me propone qué voy a hacer con las patentes y me animan a crear una forma fiscal, una spin-off, para su explotación.

¿Se había planteado alguna vez patentar?

Mi primera patente la registré con 20 años. Fue un aparato que me servía para modelar esculturas de gran formato. Los escultores estamos muy acostumbrados a crear nuestras propias herramientas, porque muchas de ellas no existen. Mi primera patente fue una herramienta para modelar el poliespan con calor sin emitir sustancias tóxicas. Fue una experiencia fruto de la curiosidad, para entender qué era eso de las patentes. Me gasté muchísimo dinero porque fallé mucho en el proceso de registro, pero aprendí mucho.

"Tengo serias dudas sobre si los investigadores saben qué ocurre después de patentar"

En 2016, sin embargo, lo hace junto a la ULL, ¿cambió eso su experiencia?

Sí. En primer lugar, porque la universidad se hace cargo de las tasas de la patente, con lo que supone un alivio económico. Pero también proporciona un acompañamiento en base a su experiencia en la transferencia. Por tanto, fue fácil. No fue tanto la aventura que sí fue la primera.

¿Siempre ha tenido ese afán por inventar?

La invención es muy propia de las artes. Yo hubiese sido un buen ingeniero, pero me quedé en ingenioso. Creo que se aprende mucho más desde una zona empírica de ensayo y error que leyendo lo que ya ha escrito otro. Aprendes mucho más por descarte que por éxito.

Cuando hablamos de patentes, sin embargo, lo primero que suele evocar es la ingeniería o ciencias de la salud, ¿se considera un rara avis?

Me he llegado a quedar sin una mención europea porque no se aceptan patentes de Humanidades no se aceptan las patentes. Una cosa curiosa. Más aún cuando mi tesis tuvo una parte antropológica, un poco de documentación y otra más técnica. La mitad de la tesis se desarrolló en el Laboratorio de Calidad de la Construcción. Hacíamos probetas de ensayos, las medíamos, las resistencias a compresión, torsión, y de ahí íbamos viendo el comportamiento mecánico. Me preocupaba mucho, pues, que las estructuras pudiesen tener una resistencia mecánica importante.

"He pasado tan rápido de la bata a la corbata que el laboratorio a veces se queda vacío"

Con la patente concedida, hace dos años decidió montar Formaché como spin-off de la ULL, ¿en qué situación se encuentra?

Pues tras estos dos años, todo empieza ahora. Formaché ya tiene contrataciones y yo me puedo encargar de la parte burocrática y supervisar la parte de investigación. Estas empresas son de riesgo porque son productos que no existen y hay que certificarlos y meterlos en el mercado o buscar a alguien que esté industrializado para que saque. Por lo tanto, tenemos que combinar mucho con la subvención pública y esto spone una burocracia tremenda. Cuando pasas de ser investigador a ser promotor de tu propia forma fiscal pasas de la bata a la corbata a una velocidad tan brutal que el laboratorio a veces queda vacío.

Formaché se ha convertido en la primera spin-off en entrar en la Zona Especial Canaria (ZEC), ¿cuál ha sido su experiencia?

Ha sido un gran reto. Ha sido un proceso complejo por las características de ser una spin-off, ya que al tener como socio la universidad hemos tenido que innovar para adaptarnos a los requisitos del consorcio. Una locura, pero ha valido la pena.  Estar en la ZEC transmite confianza a la hora de recibir financiación pública y privada y los incentivos fiscales son clave para progresar. Nosotros ya contamos con una primera subvención de la Agencia Canaria de Investigación (Aciisi) que se está empleando para equiparnos. Estaremos compaginando financiación pública con premios y financiación privada hasta tener una rutina de ingresos que permita que la empresa se mantenga por sí misma.

¿Cuál diría que es la mayor dificultad a la que se ha enfrentado en estos dos años?

Controlar la incertidumbre económica, porque las start-ups emergentes tardan en generar beneficios. Los primeros años hay que hacer un puzzle económico para poder seguir investigando. El mercado cambia brutalmente rápido. Entonces, las empresas que nos dedicamos a la innovación tenemos que estar continuamente rereinventándonosSon unas oposiciones de por vida.

"Se aprende mucho más desde una zona empírica de ensayo y error que leyendo lo que ha escrito otro"

¿Otros compañeros de Bellas Artes han contemplado hacer transferencia?

Cada vez hay más conciencia de lo que es una patente y para qué sirve, pero tengo serias dudas sobre si la gente sabe qué ocurre después de patentar. Porque cuando lo haces, debes tener tiempo para atender una patente. No puedes ser la persona que la inventa y la persona que la mejora, y hay que atenderla. Y para hacer esto y explotarla, tienes que crear una forma fiscal para relacionarte con otras empresas. Y para eso necesitamos un acompañamiento estratégico importante.

¿Qué consejo les daría si se animaran a patentar?

Que haga todas las sinergias que pueda. En formaché somos dos socios, Damián de Torres es clave en la parte técnica, él fue mi director de tesis, es ingeniero agrónomo y es experto en impacto ambiental. Es cierto que solo se va más rápido, pero juntos se llega mucho más lejos. Si tienes la suerte de depender de una entidad grande, como son las spin-offs, que manifieste sus necesidades a la universidad para que sea ella quien configure los planes económicos. Eso es importante. De nada sirve una spin-off, si no te aprovechas de esa conexión con la universidad.

¿Se siente sobrepasado por este mundo más empresarial?

Yo soy muy curioso y todo lo que es nuevo me mantiene entretenido, pero al final el tiempo es el que tengo y en el laboratorio estoy la mitad de la mitad de lo que me gustaría. La investigación se para. Y muchas veces quiero mejorar las patentes, porque partes de una base protegida pero veo cómo cambian las tendencias en el mercado. Los primeros años son los más duros, porque dejas de hacer lo que mejor se te da para hacer algo que hay que hacer sin recursos económicos para que lo haga otra persona. Llevamos un mes en la zona ZEC y ahora estamos en un proceso de construir un equipo para volver a activar el ritmo de investigación de hace dos años.

"Al menos el 98% de las patentes institucionales están en un cajón y nunca se llegan a comercializar"

¿Echa de menos investigar?

Sí. Uno aprende también a delegar, porque antes lo querías hacer tú todo, pero al ver que no hay tiempo, empiezas a confiar más en las personas y ves que las cosas van avanzando solas. Cuesta visualizarlo, pero al final lo que te marca es el tiempo tuyo. Desde que no tengas tiempo para hacer una cosa, el que lo frenas eres tú. Por mucho que quieras hacerlo todo, te estás frenando. A veces pienso que yo no tengo por qué ser el CEO de mi propia empresa. Yo soy bueno donde he sido bueno. Pero en las primeras fases empresariales no puede ser otra persona.

¿Cree que el sistema de transferencia podría mejorar?

Un gran porcentaje de las patentes institucionales se quedan sin transferir al mercado. Nunca se comercializan, porque para el investigador dar ese paso es una cosa seria y compleja. Al final es tu tiempo y el planning para trasnferir, no son meses sino dos o tres años de aprendizaje y rebajando el tiempo disponible para seguir investigando. Se echa en falta un plan propio de transferencia desde las instituciones que te permitan contratar asesoramiento fiscal o laboral. Realmente lo que ayudaría a un investigador que se inicia en el emprendimiento, es poder contratar a profesionales que le rebajen la carga burocrática. Eso sería maravilloso, porque así se minimizan los errores y se alivian los gastos. En España no se ha fomentado lo suficiente que las spin-off universitarias sean un agente esencial dentro del sistema universitario.

"Las empresas que nos dedicamos a innovación tenemos que estar reinventándonos continuamente"

¿Falta apoyo para quienes deciden coger este camino tan sinuoso como el de patentar?

Dedicarse a la investigación, para el investigador, es un sueño. El tema es que cuando realmente necesitas que esa investigación se lleve al mercado y tienes que tener empresas, las empresas, y más la presión burocrática que hay a día de hoy, es brutal. A nivel económico y de implementación de normativa.

¿Se ha sentido solo alguna vez?

No. Al menos no desde el principio, porque tuve la suerte de trabajar con una Oficina de Transferencia (OTRI) en la ULL muy buena. Pero sí es verdad que últimamente se ha disgregado y la rotación de los técnicos ha hecho que la bidireccionalidad de la información haya cambiado. En las etapas tempranas las spin-off necesitan estar acompañadas. En la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria están incrementando la presencia de las spin-off universitarias de manera contundente y esto ayuda a posicionarnos como verdaderos agentes de transferencia de resultados de las investigaciones que surgen en las universidades. Existen precedentes de éxito en cuanto a spin-off universitarias en ambas universidades como para reivindicar la importancia de su existencia y los beneficios que reportan a las entidades asociadas, ya no solo por las regalías que generan sinó por la promoción y el estímulo que pueden generar en pro de la transferencia.

Suscríbete para seguir leyendo