CD Tenerife

26 goles en 19 partidos: Manu Montero, el diamante que más luce en el cadete del CD Tenerife

El ariete que pulveriza registros a velocidad de vértigo debutó la semana pasada con el Tenerife B sin haber cumplido aún los 16

Manu Montero.

Manu Montero. / Alexis Vella

Manoj Daswani

Manoj Daswani

«Es un delantero peleón, que va bien al espacio, tiene una excelente capacidad asociativa y un carácter fuerte. Siempre, cerca del gol». Son las anotaciones que un alto cargo de la cantera del CD Tenerife apuntó hace unos años sobre Manuel Montero Mora (Granada, 8 de noviembre de 2008), a día de hoy uno de los diamantes de la cantera blanquiazul que mejor luce en el joyero de Geneto. Mientras el representativo se afana en protegerlo, cuidarlo y atar cuanto antes su renovación, las llamadas de agentes y clubes de distintas categorías y países no han dejado de producirse en los últimos tiempos en los móviles de sus padres, Manolo y María José, ambos un extraordinario pilar para que el joven Manu, estudiante de 4º de la ESO en el Nuryana de La Laguna, sea tan sólido en sus comportamientos y ordenado en sus rutinas.

De padre granadino y madre tinerfeña, Montero empezó a jugar en la cantera de un club grande, el Granada, cuyo primer equipo estaba entonces en Primera. Despuntaba en todos los deportes donde jugaba (fue campeón de ajedrez y se le daba de maravilla el tenis) pero su pasión fue siempre el balón y su objetivo, la portería.«Jugaba hasta con nueces», describe su madre, quien le recuerda a los 11 meses de edad corriendo detrás de un balón en los pasillos de su casa. «Fue siempre un niño muy precoz, empezó a caminar pronto», relata.

El caso es que estaba en el colegio Maristas –uno de los que tienen mejores instalaciones deportivas en la ciudad de La Alhambra– y vinieron a verle jugar los técnicos del Granada CF. El siguiente paso fue pedir a sus padres que el crío fuese a hacer unas pruebas, que pasó con nota. «Le veían hechuras de futbolista, y eso que tenía edad benjamín». Ese fue su comienzo, ya con títulos desde el primer año (su equipo se adjudicó la Liga y la Copa Diputación con el cuadro rojiblanco).

Quienes le conocen de sus tiempos de niño recuerdan que «nunca jugó en un equipo de cole, ni de barrio, sino directamente en el Granada». Todo en su aún incipiente trayectoria deportiva acontece a lo grande, derribando muros y fronteras mucho antes de lo esperado, quemando etapas a velocidad fulgurante como el miércoles pasado en el Villa Isabel, cuando sin haber cumplido los 16 ya se estrenó en un partido con el primer filial del Tenerife. Jugó media hora y lució el dorsal 40. La estampa ya luce en el álbum familiar, donde los recuerdos (y los goles) se agigantan hasta hacer montaña.

Manu, en su estreno con el B.

Manu, en su estreno con el B. / CD Tenerife

Desde sus inicios hasta la actualidad Manuel ha ido perfilando virtudes para dos demarcaciones, la de extremo y delantero, imponiéndose finalmente ésta última y aprovechando uno de sus fuertes, la velocidad. Su historia gira cuando su padre –fue futbolista del primer equipo del Granada a las órdenes de Lucas Alcaraz– se muda a Gran Canaria por motivos laborales. En la isla vecina recala Manu primero en el Huracán y a continuación en el equipo de su colegio, el CD Heidelberg. «Las Palmas ya lo estaba ojeando pero era un niño totalmente nuevo en la Isla y en el fútbol canario. Pero sí le veían otro ímpetu, algo especial», apunta un periodista que conoce bien su historia y su vertiginosa trayectoria en aquella etapa, también crucial.

De amarillo lució dos años y en distintas posiciones. «Era un ciclón», apuntan algunos de sus compañeros de la Unión Deportiva, con los que mantiene una relación muy cercana aunque ahora vista otros colores: «Sigue siendo tan cercano y humilde como siempre», relatan ahora que ya está en Tenerife. El motivo de este último viraje fue también un giro del destino, derivado otra vez por razones laborales. En esta ocasión, las que trajeron a su madre a Santa Cruz junto a su hermana Olga. Un nuevo requiebro en la historia de Manu que en las oficinas del Heliodoro consideran «una bendición».

En Tenerife empieza directamente en el representativo. Los informes eran inmejorables, revela una fuente del club blanquiazul. En su primer torneo lo pusieron de extremo, pero enseguida el entrenador le detecta cualidades para ser el nueve. «Y desde entonces, siempre ahí», cuenta un técnico de la casa. «Su progresión ha sido meteórica, con muchos goles». Este año, 26, los dos últimos el pasado sábado ante el Longuera. En 19 partidos. «Son números bestiales», aseguran en el Tenerife.

Entretanto, la adaptación de Manu a la Isla ha sido excepcional. Aunque reside en la capital, estudia en La Laguna. Su ídolo es Mbappé y del Tenerife le gustaba Suso, según cuenta a amigos y rivales. Cuando se pregunta a sus compañeros, todos recuerdan de Montero el mismo partido: el derbi de cadetes de la primera vuelta. Iba a ser el día de su reencuentro con su pasado y el resultado (en un derbi) no pudo ser más estruendoso: 1-2. Victoria blanquiazul. Los dos goles, con su firma.

«En el primero vio al portero adelantado y le pegó un bombazo. El segundo fue un golazo, al espacio. Y enseguida le vimos irse a la grada besando el escudo del Tenerife. Esa fue la primera señal de que era uno más de los nuestros», cuentan desde el club, donde hablan con disfrute y deleite de las evoluciones de Manu. Lo sienten parte de la familia y absolutamente feliz e integrado en las filas del representativo. Tanto es así que algún día se asoma a los graderíos del Heliodoro y visualiza que en unos años tal vez pueda estar ahí, celebrando goles como los que hacen ahora aquellos que, como él, también fueron canteranos. Orgullo y patrimonio blanquiazul, con el pensamiento de un adulto, compañero ejemplar y depositario de un sinfín de grandes esperanzas por parte de técnicos, amigos, directivos y entrenadores, es Manu el diamante que más luce. Pronto para definir adónde llegará, pero suficientes sus méritos para constatar que está el Tenerife ante un futbolista diferente, al que quiere cuidar y proteger. Si va todo según parece, llegará tan lejos como se proponga. Un proyecto de delantero con muy buena pinta.

La agencia de Teto pilota las conversaciones para su posible renovación

26 goles y ocho asistencias jalonan el catálogo de méritos de Manuel Montero durante una temporada extraordinaria, sin discusión la más rutilante de su carrera. Normal que los agentes se rifen al chicharrero de Granada, objeto de deseo por parte de muchos clubes importantes y en el radar de la selección española, que le ha citado en un par de ocasiones para ir con la Sub 16. A sus padres les han llamado algunos de los agentes más importantes del país, algunos con proposiciones rocambolescas. Ycon muchos ceros. Se decantaron por Jorge Castro, de Footfeel, la misma agencia que eligió Teto.