Entrevista | Francis Díaz Entrenador de fútbol

«Si me llama el Tenerife para ayudar, iría mañana mismo»

Francis Díaz, exentrenador de la UDG Tenerife y del Real Betis femenino. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Francis Díaz, exentrenador de la UDG Tenerife y del Real Betis femenino. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ / Manoj Daswani

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Francis Díaz logró el más difícil todavía: ser profeta en su tierra. Sus éxitos con la UDG Tenerife le valieron para ser llamado por el Real Betis y entrenar a su sección femenina. La experiencia no acabó como le habría gustado, pero ya mira al futuro con la intención de «reconectar» con su profesión y con los banquillos.

¿Toca reconectarse?

Sí, ahora lo que toca es eso, asimilar un poco la situación porque es la primera vez que me pasa en los 16 años que llevo entrenando. Es una situación nueva y que cuesta, porque echas de menos la rutina que a todos los entrenadores nos gusta, la de estar ante el campo, en el banquillo. Pero hay que intentar normalizarlo y aprender del momento. Estoy viendo fútbol, reciclándome, recuperando cursos de actualización que tenía pendientes... en definitiva, aprovechando el tiempo.

¿Cuánto de extenuante es la vida del entrenador?

Mucho. Y más cuando estás fuera, lejos de casa. Es una profesión que te absorbe y que tiene que gustarte mucho. No son casi 24 horas, es que son 24 horas: no solo es la gestión de la plantilla; es el cuadro técnico, el plan de entrenamientos... Tienes una mochila muy importante porque son muchas responsabilidades las que llevas detrás. Así que no me viene mal parar porque el desgaste es enorme, brutal. Cuando paras, es cuando te das cuenta. Era acabar un partido, pensar en el otro; acabar un entrenamiento, pensar en el siguiente. Y así todos los días.

¿Cómo fue el momento de la destitución en el Betis?

No lo esperaba. Había habido charlas y reuniones en las que entendíamos, y así lo sentía yo, que no era una cuestión de entrenador. Habíamos sufrido bajas muy sensibles en la plantilla durante la temporada y había que reforzar, solo que esos refuerzos nunca llegaron. Me citaron a una reunión en las oficinas del club y pensé que sería para darme un ultimátum, nunca para el despido.

Y ahora que echa la vista atrás, ¿ha habido algún momento de arrepentimiento respecto a su decisión de no seguir en la UDG?

Arrepentimiento ninguno, todo lo contrario. Si me vuelve a suceder, creo que cualquier otro entrenador de la Isla habría obrado igual. Vaya por delante mi agradecimiento a la UDG, club al que respeto y quiero muchísimo. Incluso tengo tatuado en mi cuerpo el escudo del equipo y eso irá conmigo toda la vida. Es una institución a la que tengo cariño, le he dado mucho y me ha dado muchísimo. Pero estamos en Canarias, hay muy pocas ventanas profesionales y era todo un Betis el que me estaba llamando. No me lo pensé, sin desmerecer a nadie. Era un momento de crecimiento personal, de buscar nuevos objetivos y probar nuevos retos.

¿Cómo fue su salida?

Cuando hablé con el presidente, Sergio Batista, entendíamos que en ciertos casos habíamos llegado al final de un ciclo. Habían sido dos temporadas de mucha intensidad y mucha presión; de conseguir cosas importantes para el club... y había que tomar una decisión. Es cierto que no compartíamos ciertas opiniones, pero sin ningún mal rollo, todo lo contrario. Nos dimos un abrazo y Sergio respetó mucho mi decisión.

Hábleme del CD Tenerife. ¿Cómo percibe los cambios?

El cambio me pilló lejos, pero a la vez cerca. Soy birria y el Tenerife es el equipo que llevo en las venas. En casa somos todos de este escudo y esta bandera. Además, mi hijo es un fanático, incluso más del Tenerife que yo. Así que las noticias me llegaban al momento. Más allá de diferenciar si el cambio es para bien o para mal, lo indiscutible es que el club necesitaba un cambio. Y el cambio empieza por la dirección. Miguel Concepción hizo su trabajo, con sus luces y sombras, con defensores y detractores... En la parte económica creo que cumplió muy bien, ahí están los números; y en la parte deportiva fue capaz de hacernos soñar en esa última temporada. Al final son ciclos vitales y los cambios, en este caso, creo que han sido para bien. A Paulino Rivero hay que dejarle trabajar, ver cuál es su programa y cuáles son sus decisiones. Ojalá tenga muchísima suerte y lo haga como lo está haciendo ya: muy bien.

¿A qué se refiere?

A que se están viendo cambios. El otro día tuvimos ocasión de jugar el derbi de veteranos y estuvo Paulino como uno más. Se le ve muy cercano, muy participativo, compartiendo ideas y conversaciones. Es un presidente que te escucha, y así lo pude comprobar yo en primera persona. Que el máximo exponente de nuestro representativo te pregunte, te pida opiniones... Todo eso gusta y se agradece. Confío en que su plan de actuaciones sea efectivo y el Tenerife salga con él de la Segunda División.

Ya está habiendo cambios en varias facetas, por ejemplo en la relación con los veteranos.

Yo creo que es importantísimo. Tenemos un espejo donde mirarnos, que es Las Palmas. Yo he tenido la suerte de disfrutar cuando hemos ido allí en los derbis y ver cómo tratan a los ilustres, a los que han sido sus estandartes, sin ir más a lejos a José Juan, Martín o a Gilberto, que en paz descanse. Era algo que aquí estaba olvidado y afortunadamente se está recuperando. Tenemos que conocer nuestra historia, tenemos que contarle a nuestros hijos y a nuestros nietos cuál es el pasado de nuestro club; y que debe estar muy presente y debe ser honrada. La memoria histórica es una asignatura pendiente que debe recuperarse justamente a través de nuestros embajadores, de nuestros ídolos. Hay que gratificar a la gente que tanto ha dado a nuestro club, como en casa hemos hecho con nuestro tío, que fue un hombre importante en la vida centenaria del Tenerife. Yo cuando estaba en el juvenil, me encargaba de poner mi granito de arena y hacerles entender de dónde venimos, cuál fue nuestro pasado.

Me gustaría preguntarle por qué se fue y si le gustaría volver.

Yo no me fui. De mí prescindieron. En ese momento la dirección deportiva de la base entendió que no era la persona idónea para continuar con el proyecto del juvenil, algo que suele pasar. Y se decidió no contar más con Francis Díaz, nada más. Evidentemente este es mi equipo, es mi club. Y la llamada del Tenerife a cualquier técnico tinerfeño siempre le llena; y a mí todavía más. Sería incapaz de decirle que no, pase lo que pase, ese es mi equipo y es mi escudo, el que me pongo en el pecho y cada vez que me lo pongo, por ejemplo con los veteranos, aflora otra vez ese sentimiento. Si mañana me llaman a ayudar, iría. Por delante de todos los equipos del mundo, para mí está el Tenerife.

¿Dónde se ve el día de mañana? ¿En el fútbol masculino o en el femenino?

Cuando entré en la escuela de entrenadores, no lo hice para entrenar mujeres ni hombres. Esto no es una cuestión de géneros. Evidentemente hay diferencias, que hay que normalizarlas. Te lo dice alguien que lleva cuatro años en vestuarios femeninos. Y para mí eso ha sido una gran suerte. He entrenado chicos y chicas; y ambas experiencias me han dado mucho. Al fin y al cabo es fútbol, es deporte, pero hay que entender cada competición con sus singularidades y características. Yo me veo entrenando, no sé dónde.

¿Sigue pesando la insularidad?

Ni te imaginas cuánto. Estamos demasiado lejos. Quizás es que nos cuesta coger la maleta. Yo animo a todo aquel que pueda, que pruebe. Francis Díaz es uno cuando se va y otro cuando vuelve.

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