Partido engorroso, entre semana, con malas sensaciones y amenaza de crisis. El Tenerife afronta en medio de varios nubarrones un duelo adelantado a miércoles por voluntad propia y el deseo (de la directiva) de jugar el domingo un amistoso para honrar el Centenario. No es una decisión que haya gustado en demasía a la parroquia del Heliodoro, poco amiga de los miércoles, que seguramente habría preferido jugar hoy el bolo contra el Brondby y dejar para el domingo el duelo que cuenta puntos. O sea, el de esta noche contra el Real Oviedo, que ya suma cuatro encuentros sin perder.

El envite es de altísima exigencia y ante un rival renacido de la mano de Álvaro Cervera, entrenador con lugar de privilegio en la historia blanquiazul (con un ascenso en su currículum tinerfeñista y 110 encuentros dirigidos al representativo). Servirá el partido para calibrar si se ha recuperado el cuadro de Ramis de la debacle en el derbi, donde no compitió ni tuvo siquiera opciones serias de puntuar. Viene el Tenerife no solo de uno de los partidos más desastrosos que se le recuerdan (ha habido algún otro muy caótico esta misma temporada); sino también de una afrenta mayúscula, por cual era el rival que tenía enfrente.

CD Tenerife - Real Oviedo

Hay más nubarrones, como el deseo de Cordero de irse, la incertidumbre ante el futuro que viene y la acuciante situación clasificatoria, que puede dejar al Tenerife muy cerca de las tinieblas en caso de tropiezo. Sin apenas descanso después de sucumbir en Gran Canaria, lo natural es que introduzca cambios el técnico de los locales, que tiene sediento de minutos a Borja Garcés (vuelve tras cumplir sanción) y a un Shashoua que cerró un largo paréntesis de inactividad con unos minutos testimoniales en Siete Palmas. Si se aproxima a su mejor nivel, el regreso del inglés puede tener un impacto superlativo en el funcionamiento del Tenerife, que requiere de futbolistas talentosos y desequilibrantes, como es él. También se espera pronto a Corredera, que enfila la recta final de su puesta a punto y ya podría estar listo para la semana que viene.

Delante de los blanquiazules estará un Oviedo muy pegado a las ideas de su entrenador, generoso en el esfuerzo, con las líneas muy juntas y en parámetros altos de intensidad. Desde tales coordenadas ha hecho el club carbayón del 1-0 su modo de vida. Es el resultado con el que derrotó primero al Granada y luego al Mirandés. No hace mucho desde el aterrizaje de Cervera en el banquillo de un histórico que andaba en apuros; y que prescindió de Bolo para enderezar su rumbo.

La respuesta del Heliodoro es una incógnita. Desde que comenzó la temporada se ha hecho costumbre vivir en los cinco dígitos en la afluencia de espectadores, siempre con más de 10.000 asistentes en cada uno de los partidos en casa; pero el horario no acompaña, tampoco la coincidencia con el Mundial (se la juega Argentina en Qatar) y la trayectoria del Tenerife es un dolor de muelas. Nada ver con el equipo sólido y rotundo que hace un año a estas alturas soñaba con el paraíso. Hoy, el paisaje es diferente. No ganar es meterse en problemas.