La situación de Álex Muñoz en sus últimos meses en Tenerife estuvo marcada por la controversia y las especulaciones. El curso de los acontecimientos desmonta una falsedad: que antes de la final con el Girona ya se hubiera comprometido con otro club.

Este mes se cumplían tres años del fichaje de Álex Muñoz por el CD Tenerife. Una de las operaciones gestadas bajo dirección y tutela de Víctor Moreno Soler, como las de Shashoua o Sipcic, en las que solo el paso del tiempo ha podido peritar el mérito y validez que tuvieron para el representativo. No en vano, los tres recibieron una oferta de renovación del club isleño. La diferencia en el caso de Álex: él rechazó seguir.

«Nos va a dar buena salida de balón, se adapta muy bien a lo que queremos plantear en esta competición, con una línea más alta y valiente. Seguro va a seguir creciendo y demostrará que tiene potencial para jugar en una categoría superior», decía Moreno, su gran valedor en el momento de la adquisición de sus derechos federativos. Muñoz venía del Real Zaragoza, un histórico donde no había tenido el lustre que le habría gustado. Pronto, confirmó que llegaba para ser titular.

Álex no tardó en ganarse galones dentro del equipo entonces dirigido por López Garai. Curiosamente se estrenó como blanquiazul en un clásico –en el tiempo de prolongación, salió para arañar segundos al reloj– y a la semana siguiente ya fue titular frente a la Ponferradina. Desde entonces y hasta el final, cada vez que jugó fue desde el once inicial. Y siempre para completar 90 minutos.

La regularidad y la confianza de los entrenadores (Garai, Baraja y a continuación Ramis) le hizo crecer y evolucionar; también variar la demarcación natural para la que se le había traído, hasta erigirse en un excepcional lateral izquierdo. Para la prensa especializada, sin discusión en el top 3de Segunda por rendimiento, seguridad defensiva, solvencia ofensiva... y goles. Porque de la Isla se fue despuntando en esta faceta con siete aciertos en su haber, en muchos casos providenciales.

Pero hay un momento que pasa Muñoz de ser ídolo a ser visto con cierto recelo. Lo hubo durante el tiempo que pasó lesionado y sin jugar, más todavía porque ya desde el club se daba por segura su partida. Así lo expresó con rotundidad Juan Carlos Cordero, quien hizo público que el agente del lateral, Joaquín Vigueras, daba largas a las distintas propuestas que el club le ponía encima de la mesa.

El gran secreto sobre Álex se destapó el día después de su jornada más amarga como blanquiazul. Tras disputar en la final contra el Girona sus últimos minutos con la elástica del representativo, trascendió que el zurdo jugador sí había aceptado continuar en Tenerife (además con un contrato por tres años más) pero solo en caso de ascenso. Aquella información desbarataba cualquier sospecha sobre un presunto acuerdo con otro club, como así se llegó a especular durante largo tiempo. Muñoz quería el ascenso que se esfumó en el último partido; de hecho, le habría concedido el deseo de continuar en el Tenerife, sin discusión el club donde más creció, además con el privilegio de hacerlo en la máxima categoría. El verano fue largo. Se especuló con muchos pretendientes y finalmente escogió al Levante, club que le daba casi la seguridad de sentirse importante (ha sido relevante en las dos jornadas inaugurales), que además le garantizaba la confianza de su entrenador (Nafti) y donde mejoraría sus condiciones económicas para así situarse a la altura de la generalizada consideración sobre él: ha sido y es uno de los mejores laterales de Segunda. Hoy se cruza con el Tenerife.