Un dato que ejerce como imán de optimismo para un Tenerife ávido de buenas vibraciones: tan solo una vez en la historia de la fase de ascenso subió el cuarto clasificado, puesto desde el que ahora accede al 'playoff' la UD; y en tres ocasiones subió el quinto: 2011, 2018 y 2019. La promoción es territorio fértil para los resultados inesperados.

El CD Tenerife buscará este sábado en la primera eliminatoria de los playoff reproducir sus excelentes sensaciones a domicilio durante toda la temporada y rubricar su duodécima conquista como visitante. Jugar el segundo partido lejos del Heliodoro no es precisamente una mala noticia si se atiende a los antecedentes blanquiazules fuera del recinto capitalino. Ahora bien, antes hay que jugar en casa y evitar un triunfo foráneo, resultado que cada vez con mayor intensidad se ha instalado en las fases de ascenso como el predominante y más veces repetido en los últimos años.

Aunque en los primeros coletazos con este formato de competición los éxitos forasteros escaseaban, de un tiempo a esta parte son de muy alta frecuencia. Así, hasta seis de los últimos partidos disputados en el marco de los playoff se han saldado con victorias foráneas. La última, la que consumó el sorpresón del Rayo Vallecano en el feudo del Girona, que profanó a lo grande (0-2) adjudicándose así el billete a la competición de oro hace ahora 12 meses. Los de Montilivi no se han repuesto aún de aquel ingrato final, si bien este año vuelven a estar clasificados para la fase final, que enfilan con afán de venganza, en esta ocasión desde la sexta plaza.

Con el tiempo se ha convertido la promoción en un escenario fértil para las sorpresas, sobre todo en las últimas temporadas, en las que se han llevado el botín gordo los equipos clasificatoriamente peor posicionados. Años atrás, el margen para las sorpresas era más estrecho. La primera vez que se jugó con este formato –entonces aún con penaltis– subió el Granada con dos empates en la final. En semifinales, en cambio, solo hubo victorias locales: cuatro en otros tantos partidos.

En 2012 también hizo valer su mejor posición clasificatoria el tercero de la competición liguera, el Real Valladolid, que no dio opción a sobresaltos y liquidó sus dos eliminatorias con claridad. Y en 2013 lo mismo hizo el Almería, que impuso el peso del factor campo para dilucidar su ascenso a Primera con sendos triunfos en el Juegos del Mediterráneo (primero ante Las Palmas y luego contra el Girona).

El curso siguiente marca un hito en la historia de la promoción y en Gran Canaria se produce uno de los episodios de mayor voltaje e impacto desde que se instauró el actual formato. Tras llegar a la final los equipos peor clasificados (Las Palmas y Córdoba, que había accedido a los playoff desde la séptima plaza, porque no podía disputarlos el filial del Barcelona), un giro inesperado –con guion a lo Hitchcock incluido– acontece en el tiempo de prolongación, ya cuando se había producido una lamentable invasión de campo en el estadio de Siete Palmas y la feligresía amarilla festejaba su ascenso. Un gol de Uli Dávila daba la vuelta al país, sumía en la vergüenza más absoluta al conjunto anfitrión y elevaba a los altares al Córdoba.

La secuencia puso en el centro del foco como nunca antes un partido de la promoción de ascenso. Y además alimentó la tendencia a las sorpresas, que desde aquella temporada se iban a suceder una detrás de otra, casi sin solución de continuidad. Suponen un par de excepciones el ascenso del Getafe en 2017 y el de la propia Unión Deportiva, dos años atrás; pero desde entonces se ha convertido en costumbre que el equipo triunfador en la promoción de ascenso sea siempre el que viene de atrás. A la vez, se ha multiplicado el número de triunfos visitantes: si bien 2011, 2012 y 2013 fueron uno o ninguno; en tres de las cuatro últimas ediciones de la promoción se han registrado hasta tres.

En 2018 fue el Real Valladolid el que subió con un doblete de triunfos a domicilio (profanó El Molinón y Los Pajaritos) para subir desde la quinta plaza. Dos años después, las conquistas fuera de casa vinieron de la mano del Elche, que hizo méritos de sobra para erigirse en el mejor equipo de la fase de ascenso con triunfos –ambos por la mínima– en los campos del Zaragoza en la semifinal y del Girona en la final.

Y hasta la fecha, el último equipo en mostrar su poderío como visitante fue el Rayo de Andoni Iraola. Aterrizaba sexto en la promoción, con una trayectoria claramente ascendente en liga y que prolongó durante la promoción. La primera de las sorpresas la escribió en un campo vecino como el de Butarque, donde liquidó al favorito Leganés (1-2) y su episodio de mayor gloria lo firmó en Montilivi, con dos goles que obraron el milagro y la remontada.

Los récords

El equipo que más veces ha disputado la fase de ascenso es el Girona, con cinco participaciones, cuatro presencias en la final y ningún cambio de categoría. También el Real Zaragoza se clasificó varias veces (tres) y en ninguna logró el tan ansiado objetivo. El que más veces ganó la promoción fue el Valladolid, que lo hizo en 2012 y 2018. En cuanto a los clubes canarios, mayor experiencia presenta Las Palmas (cuarta clasificación) que el Tenerife, que jugó un playoff y lo perdió en la final, hace ahora cinco años.

Hubo dos veces que entró el séptimo clasificado, por la presencia entre los seis mejores de un filial (el del Barça). Y justamente uno de los que entró desde tan remota posición subió a Primera: el Córdoba, en 2014.