Sergio Rodríguez y Antonio Hidalgo, entrenadores del ascenso para UD Logroñés y CE Sabadell, siguen en sus cargos. Son los únicos entre los diez equipos aún implicados en la lucha por la permanencia en Segunda. Cayeron Rubén Baraja, Fran Fernández, Borja Jiménez, Mere Hermoso, Óscar Cano, Juanfran García o Lucas Alcaraz. En algunos casos, inclusos sus relevos (Iván Martínez, Aritz López Garai, Pepe Aguilar y Alejandro Menéndez). Pero el catalán, exjugador del CD Tenerife en dos etapas, sigue en el cargo.

Le avala José Manzanera, el director deportivo más joven de Segunda (30 años), que es el hombre que ha apostado por la estabilidad como valor. “¿Por qué sigue? Porque estamos en el día a día con él, vemos la forma de transmitir, el carisma que tiene. También por su idea de juego, que va de la mano de lo que nosotros queremos como club. Además, hay un gran sentimiento de pertenencia hacia el club”, explicó recientemente.

Versátil en el dibujo, sin renunciar al balón, pero lo suficientemente diplomático como para entender que hay que protegerse en ocasiones, Hidalgo mantiene vivo al Sabadell a falta de cuatro jornadas. Tiene 40 puntos, depende de sí mismo y sabe que, con un tope salarial muy limitado, tiene al alcance de la mano prolongar su estancia en el fútbol profesional.

“En los finales de temporada se juega mucho con la pasión, los sentimientos. Un día parece que si ganas está todo más cerca y cuando no lo consigues está mucho más lejos. Es una montaña rusa de sensaciones que hay que manejar bien”, valora el técnico en Deporpress. Viene su equipo de perder en Oviedo, donde tuvo “ocasiones” para ganar. “Algún error puntual nos costó el partido. Pero esos puntos ya no están, no vuelven, y ya solo pensamos en el partido del domingo contra el Tenerife”, dice mirando al horizonte.

Sabe que no hay tiempo para pensar en el pasado, en los fallos cometidos porque “las dinámicas marcan mucho los finales de temporada, hay que limpiar la cabeza”, insiste extendiendo su consideración al conjunto tinerfeño en cuya situación “no estaría tranquilo”. Ve en los de Ramis cierta ansiedad, lógica porque “podían haber hecho sus deberes antes” y no los han hecho. Por eso, prevé “un partido de máxima tensión”.

Una vez le ha cogido el airea a la categoría, el Sabadell se aferra al factor campo. Aunque el público no haya regresado a la Nova Creu Alta, como sucede en el resto de estadios del fútbol profesional. Los arlequinados no han perdido como locales en 2021. “Nos quedan cuatro partidos y todo lo que pase por aquí se tiene que sumar en forma de tres puntos. Tenemos urgencia de puntuación, pero el domingo contra el Tenerife será un partido igualado”, reconoce Antonio.

En este tramo de competición solo queda “equivocarse muy poco y acertar mucho en el área contraria” para sumar los tres puntos en litigio. A sus 42 años, el que fuera jugador tinerfeñista sabe que está ante un reto mayúsculo. “Todos creemos en las ideas del míster”, proclamó Iker Undabarrena hace meses. Eran los peores momentos. Pero el vasco, resucitado para la Liga Smartbank por su actual entrenador, es todo agradecimiento: “En el Sabadell, estoy encontrando la continuidad que quería como jugador”. Se lo ha dado Hidalgo, que vivió en sus carnes la falta de confianza de algunos técnicos durante su carrera. Y salió indemne.

Esa resiliencia que siempre ha aplicado le valió para sobreponerse al mal inicio de curso. “Es nuestro hándicap. Pero a partir de ahí hemos competido contra cualquier equipo de la categoría”, sostiene consciente de que si no gana al Tenerife “se complica todo”.

La final -lo es más para el equipo local- tiene tintes dramáticos, aunque Antonio se cambiaría “por el Tenerife”, al que no ve más flojo: “Desde que llegó Ramis la puntuació no es mala. No sé a qué se podía aspirar cuando llegó, pero hay momentos de dificultad que atravesamos todos los equipos”.

Ve a los blanquiazules como “un equipo muy compacto, es complicado hacerle ocasiones de gol en la telaraña que crea con dos líneas de cuatro bien definidas”. Y sabe que al Sabadell le costará doblegarlo porque aquí “nadie con 47 puntos está relajado”.