Nunca un parón acabó siendo tan rentable. Un trabajo denodado, meticuloso y sin descanso, pese a no poder tocar el tapiz, le han valido al Batistana brillar, como nadie lo había hecho, en el Campeonato de España de conjuntos. Cuatro títulos y dos platas y dos bronces con un quinto equipo convierten a las tinerfeñas en unas coleccionistas de medallas.  

El confinamiento y posteriores rebrotes en la pandemia del Covid 19 se han convertido en duros golpes en la línea de flotación para buena parte del deporte, especialmente el no profesional. Paréntesis obligados en los entrenamientos, parones en las ligas y cancelaciones de competiciones que han hecho del último un año casi perdido. La gimnasia rítmica no ha escapado a ello. Ha sido momento de apretar los dientes, no rendirse y reinventarse, no para esperar a que todo vuelva a ser como antes, sino para adaptarse lo mejor posible a la nueva normalidad. Y ahí, el club Batistana Tenerife ha sido el mejor ejemplo. Su actuación en el último Campeonato de España así lo atestigua.

Un trabajo específico.

Apenas unos días después del Regional de rítmica, clasificatorio para el Nacional, el confinamiento lo detuvo todo. Incluido el deporte. Más aún en su concepción grupal. Tocaba trabajar de manera acotada –dentro de casa– y a ciegas –sin saber cuándo se volvería al tapiz–. “Me confiné con mi hermana [Leticia] y nos empeñamos en sacar algo productivo. Nos dedicamos a preparar otros aspectos que no se podían trabajar en el pabellón; sabíamos que no se podía lanzar [aparatos] por lo que nos centramos en algo más específico, como la técnica corporal”, comenta Jackeline Batista, la cabeza pensante del Batistana, un club tinerfeño de rítmica que con menos de una década de vida se ha consolidado en la élite nacional de esta modalidad.

Sin respiro.

“Me pegué todas las tardes delante del ordenador”, recuerda Jacke sobre una programación que “nunca paró” pese al “hándicap de no saber cuándo se retomaría la temporada” y con varias voces, cada vez más numerosas, convencidas de que “todo se anularía”. “Pero nosotras nos empecinamos en que sí habría competición”, apunta la entrenadora. Un empeño que, a la vuelta, hizo “todo más sencillo porque las gimnastas estaban en forma”. El tener que regresar al tapiz solo de manera individual tampoco fue obstáculo, ya que el Batistana incidió en “esas cosas que en el día a día normal te las tienes que pasar por alto”. Luego, “el estar inscritas para un Campeonato de España” allanó el camino a la hora de reagruparse y acercarse a la rutina y el nivel anteriores.

Bien preparadas.

Fue la fórmula para no frenarse ni bajar el listón previo. La reinvención necesaria para seguir optando, como en años previos, a pujar por algo grande a nivel nacional, en una cita que finalmente tuvo lugar a mediados de marzo. “Sabíamos que estábamos bien preparadas, sobre todo por la prueba que supuso el Nacional de noviembre. Fuimos tranquilas porque el trabajo lo llevábamos bien preparado, ya que al ser la temporada tan larga todo lo pudimos cuidar de forma meticulosa y al detalle”, admite Batista sobre los resultados que a posteriori cosechó su club en el torneo celebrado en Valencia.

Pleno con los cinco equipos.

Un fruto al trabajo que bien se podría entender al hablar de un solo conjunto en el que centrar todos los sentidos. Pero es que el discurso de la entrenadora isleña abarca a un total de cinco rotaciones. Todas acabaron subiendo al podio. La benjamín, la alevín y la infantil al escalón más alto del Campeonato Base; las sénior, ya en el absoluto, rascaron dos platas y otros tantos bronces, mientras que la guinda la puso el equipo de Primera (máxima categoría), con un pleno histórico: cuatro oros propios y un quinto gracias al primer puesto por comunidades.

El reparto del trabajo.

¿Cómo se puede preparar a cinco conjuntos para que, con apenas cinco días de diferencia puedan brillar de esa manera? Es la pregunta del millón. “Estando todo el día aquí”, contesta de entrada Jackeline en relación a su presencia en el pabellón de entrenamiento. En una explicación más detallada habla Batista de una “correcta división del trabajo” en el que, al margen de su hermana Leticia, también participa Graciela Yanes –madre de Daniela Simancas, integrante del equipo de Primera–, otrora gimnasta del equipo nacional e igualmente entrenadora internacional. Noé Plasencia, profesor de ballet, es la otra pata para el adecuado sustento de esta lustrosa mesa. “Pero la verdad que ha sido una locura”, admite Jacke.

La unión con el mar.

Sin desmerecer en absoluto a los otros equipos, la joya de la corona del Batistana es el de Primera Categoría. Un conjunto, cuya exigencia, requiere de una mayor dedicación y mimo. No puede quedar suelto el más mínimo cabo, con el añadido de que para optar a hacer algo grande es casi obligado romper con la normalidad para sorprender. Y ahí Jacke y Leti se exprimieron el cerebro. En verano retocaron el ejercicio elegido, pero sobre todo optaron por otra música. “La anterior no me llenaba y decidimos cambiarla”, admite la entrenadora jefa. La escogida, la banda sonora de Tiburón, “conocida, pero no escuchada en rítmica”. La idea, “con una temática marina”, tratar de reeditar la suerte que ya les acompañó en 2017 (Valladolid) gracias a un remix de otra película Piratas del Caribe. Aquel año las isleñas fueron oro. Esta vez repitieron el metal dorado. El colofón a unos meses de tozudez por no renunciar a algo grande.

“Me quedo con ser un club diferente”

A pesar de su corta existencia, el Batistana se ha consolidado en la élite de la rítmica nacional por conjuntos. Desde las categorías más jóvenes hasta su equipo de Primera Categoría, que suma dos oros en los cuatro últimos campeonatos de España dentro de su concurso general, mientras que en la final por aparatos no conoce más escalón del podio que el primero desde 2017. Argumentos suficientes para ser considerado ya un equipo Top de la rítmica nacional. “Yo me quedo más con que seamos un club diferente”, admite Jackeline. “Nos sentimos muy valoradas ya que siempre nos dicen que hacemos un trabajo especial, con un sello propio y con una gimnasia diferente”, apunta la entrenadora, que trata de “plasmar sobre el tapiz” esas cualidades, “sobre todo con los conjuntos”. “Es la modalidad que más nos gusta y consideramos que la que mejor se nos da. Cada equipo de los nuestros tiene algo especial”, añade Jacke.

Precisamente esa conexión tan especial que ha creado el Batistana con la afición es lo que ha dejado al club tinerfeño con cierto regusto amargo en su inigualable cosecha de metales. “Fue todo muy extraño ya que es nuestro mejor año y no se pudo celebrar como se merece...”, apunta Jacke a la vez que replica Leticia de inmediato: “Bueno, pues habrá que repetirlo”. “La grada se hubiera caído”, añade la gimnasta en relación al ejercicio con la rotación de Primera. Por episodios anteriores y por ganas, sus palabras seguro que no caen en saco roto.