Al Tenerife le alcanzó con un ejercicio de solidez y seriedad para dejar el partido casi visto para sentencia en la primera parte, ante un Racing caído de ánimo, con más intenciones que juego y ya virtualmente descendido. El equipo de Baraja no dejó pasar tamaña oportunidad, pareció haber rematado la faena con el segundo gol, al comienzo de la continuación, pero acabó llevándose un susto evitable e innecesario cuando Jordi Figueras rozó el empate en el 96', con un cabezazo que llevaba marchamo de milagro. De otra forma no se hubiera podido explicar que un partido tan claramente dominado por el Tenerife acabase empatado. El remate de Figueras, colofón a un arreón voluntarioso del Racing, fue un espejismo en el contexto del encuentro.

Desde el principio, consciente del efecto erosionador que iría actuando sobre el colista según pasaran los minutos, el equipo de Baraja se sintió cómodo, porque nunca tuvo urgencias que condicionaran su juego de contragolpe. Bien puesto en el campo, replegado, ganando duelos en el medio y en los costados, y esperando a generar espacios para enganchar con Bermejo o Shaq Moore, a través de las conducciones largas de Milla, o de los pases defensa-ataque, el Tenerife controló la situación. Ese es su partido-tipo. El énfasis en la apuesta de Baraja lo puso el gol de Joselu, a los 10 minutos. Un saque largo de Ortolá cogió mal posicionado a Buñuel, uno de los tres centrales que Oltra mantuvo en escena 27 minutos, el rechace a duras penas del defensa le cayó a Joselu, en tres cuartos de campo. El goleador lo vio claro, Luca Zidane estaba muy adelantando para hacer la cobertura a su zaga, y Joselu se la puso por encima hasta depositarla en la red. Casi cinco meses después, el delantero se reencontraba con la diana que se le ha venido negando.

Esa nueva situación del partido invitó al Tenerife a incidir en el plan. Siguió intenso, agresivo, siendo vertical cuando pudo, y estuvo cerca de sentenciar ya en esta mitad: primero por un penalti señalado por mano de Jordi Figueras, que se fue al limbo en el VAR (25'), y de manera más clara en un despliegue de Álex Muñoz, que ganó campo, recibió de Milla y puso el balón dividido, pero Zidane se le echó encima a Dani Gómez e impidió que el ariete rematase por dentro del marco. Era el minuto 39' y el Tenerife seguía teniendo la batuta, imponía el ritmo al que quería que se jugara, siempre contreando, y no sufría nada atrás. Al Racing no le cundió la modificación estructural de Oltra, que en el 27' quitó del campo a su lateral derecho, Nando, descompuso la línea de cinco defensas, y añadió a Nico Hidalgo al medio campo. El Racing quiso, encontró cierto nivel de calidad cuando Lombardo entró en contacto con la bola, pero no tuvo ni mordiente ni desequilibrio.

La puntilla. El equipo de Baraja salió muy enchufado en la segunda mitad, malogró la opción de marcar en el 49', en un centro de Shaq Moore que no encontró rematador, y lo hizo dos minutos después, en otra acción por la derecha que cabeceó Joselu al travesaño, de cuyo rechace se aprovechó Bermejo para enviar a la red de primeras. El segundo tanto cayó como una losa en el ánimo de un Racing que buscó cambio tras cambio encontrar algo de vida en su juego. La realidad es que el Tenerife lo mantuvo a raya. Fue sólido en su retaguardia, con el dominio jerárquico de Sipcic y, cuando pudo quitar en el medio, proyectó salidas de mucho peligro. En una de ellas, Lasure, que había entrado en lugar de Bermejo, pudo hacer el tercero, pero su buen remate, buscando el palo largo, lo despejó Zidane en una gran intervención (71'). El partido fue cayendo, pareció hasta que se le hacía largo a los dos equipos, Baraja refrescó cuatro posiciones (esta vez no quitó a Lasure sino a Dani Gómez), y de repente, una doble acción en el área, acabó con un rechace corto y la volea Jon Ander a la red (93'). Con tres minutos por delante, el Tenerife aún tuvo que defender un córner y un centro lateral replegado en su área. En este último lance, Jordi Figueras ganó la acción y cabeceó junto al poste. El empate, tal como fueron las cosas durante la hora y media anterior, hubiera sido un resultado muy difícil de explicar.