Se clasificó el Athletic, haciendo honor a su ancestral tradición copera y a un irreductible espíritu que fue divisa de ese club en sus mejores tiempos. Pero ganaron los dos. El Tenerife se baja del trayecto copero, pero sube a su viaje por esta extraña temporada, a una afición que ya cree en su equipo. Fue una gran noche de Copa, plena de un fútbol con el vértigo que propicia la levedad de una competición que castiga cada error con la obligación de ir luego a tumba abierta a buscar soluciones. Para el Athletic, desde luego, no hubo otro guion que ese, desde que en el primer lance perdió a su portero por una acción tibia de su defensa que exprimió al máximo Shaq Moore, que corrió por la pelota dividida con el vigor con el que inició todo el equipo el partido.

La antagónica manera de unos y otros de entrar al encuentro tuvo una prolongación en el penalti que cometió Williams, en la jugada consiguiente. Solo se habían dado dos pases en el verde y ya estábamos once contra diez y 1-0. El Athletic recompuso la situación quitando un central (empezó con 5 al fondo) y manteniendo la estructura por delante, con tres atacantes cerrados por dentro (Muniain, Raúl García y Williams), que empezaron a manejar la situación en busca del empate. Los dos abiertos, Raúl y Muniain se tiraron atrás a enganchar y habilitaron una y otra vez a Williams, que fue una pesadilla. Los dos laterales rojiblancos, Lekue y Yuri, se incrustaron arriba y a base de recursos de calidad ensancharon el campo de ataque y abrieron a la defensa local. En una de esas llegó el primer empate (16'). Pero el Tenerife respondió en una acción similar, desde un costado, con centro de Elliot que remató admirablemente Joselu tras un mal despeje visitante (20'). Solo habían pasado cuatro minutos desde el tanto de Williams. La sensación que daba el partido es que el Tenerife se había agarrado con fuerzas y empezaba a creer que sus opciones de ganar eran sólidas.

Hasta el descanso, la tarea local fue contener con cantidad de hombres, metiendo a Javi Alonso casi como tercer central en el área, lo que no se podía frenar en los duelos individuales, que obviamente marcaron la tendencia de la superioridad técnica de los visitantes, su velocidad de acción, su ritmo de juego...

El Athletic entró en la continuación decidido y lo evidenció con su presión más alta, a riesgo de gastar el físico que tanto necesitaba administrar. El Tenerife pareció aplicarse en hacer lo que le había faltado en el período anterior: manejar el balón moviendo sus piezas sobre los espacios libres, para evitar acabar embotellado. Tuvo más pausa el equipo de Baraja, pero, paradojas de este juego, en una de esas bajadas de tensión Milla se confió y entregó corta la pelota a Javi Alonso, que en el esfuerzo por llegar, resbaló, eso posibilitó que Williams se marchara solo y batiera a Ortolá (53').

El Athletic reaccionó como si con el 2-2 tuviera ya el control de la situación. Bajó su presión y dejó pasar los minutos. Baraja reaccionó metiendo a Nahuel y retrasando a Lasure, que había entrado en lugar de Elliot. El Tenerife empezó a hacerse dueño de la situación, y en el intercambio de opciones tibias en las áreas, Joselu puso en pie al Heliodoro con un remate de tacón que despejó Ezkieta. El estadio coreó el nombre de su nuevo ídolo, en plena efervescencia. Nada evitó la prórroga.

Con el Athletic muy desgastado, sin la referencia veloz de Williams, se vio obligado a cambiar su juego. Baraja arriesgó: metió en el campo a Dani Gómez en el arranque de la prórroga, y retiró a Undabarrena, modificó su dibujo y con un 4-4-2 se propuso ir a por un rival que no daba respuesta hacia el ataque. Otra vez, de manera paradójica, se dio la vuelta el guion, porque en el 94' Carlos Ruiz vio la segunda amarilla y fue expulsado. Baraja tuvo que meter a Aitor de central y llevar al centro a Shaq. Diez contra diez, el partido se abrió, fue una carrera de ida y vuelta a partir de cada error, buscando a los jugadores frescos. Uno de ellos, Nahuel, hizo la diferencia que entonces parecía definitiva, entró en el área y fue derribado por Lekue. Era el 14' de la prórroga. Dani Gómez puso el 3-2.

A pesar de que el Athletic, que sumó a Capa, ganó todo el campo hacia delante, en parte porque el Tenerife aceptó como conveniente un repliegue, nada hacía presagiar, porque no hubo opciones claras para ello, que iba a reaccionar, por tercera vez, el león bilbaíno. Lo hizo de manera inverosímil, en el 118', con un zurdazo de uno de sus mejores hombres, el lateral Yuri. El 3-3 fue un mazazo y abrió la puerta de la tanda de penaltis.

La tanda de penaltis

Raúl García abrió la cuenta (1-0), replicó Aitor (1-1), volvió a anotar Muniain (2-1), igualó Nahuel (2-2), Vesga hizo el 3-2; Joselu falló, porque Ezkieta adivinó su lanzamiento junto al poste; Íñigo Martínez también falló ante un Ortolá prodigioso, que salvó con los pies; Shaq Moore lo lanzó al travesaño, y Villalibre decidió con suavidad, engañando a Ortolá (4-2).