El neopreno y los tenis como traje de gala

Las fechas navideñas son, para la mayoría de los deportistas, momento de desconexión y de permitirse alguna licencia; otros, como Jonay González, Raquel Arostegui y Karim Balli, redoblan su sacrificio para competir estos días

Jonay González, este martes por la tarde, junto al enclave en el que ha ganado en diez ocasiones la San Silvestre de La Laguna

Jonay González, este martes por la tarde, junto al enclave en el que ha ganado en diez ocasiones la San Silvestre de La Laguna / Carsten W. Lauritsen

Un almuerzo familiar, la habitual cena de empresa, varias citas distendidas con amigos, algunas noches que se alargan más de la cuenta, caprichos en forma de copiosas comidas... Las fiestas navideñas suelen ser sinónimo de ambiente festivo para la mayoría de los mortales, y también puerta a la desconexión en buena parte de los deportistas. Pero no para todos. Y es que algunos atletas se toman los últimos días del año, y hasta el inicio del siguiente, para marcar en su calendario un buen puñado de pruebas.

Tradición en el calendario atlético de numerosas ciudades de la geografía nacional, la San Silvestre es cita ineludible los 31 de diciembre. En Tenerife el enclave por excelencia para esta prueba es La Laguna, y si hay alguien que, en recientemente, ha estado ligada a ella, es Jonay González. A sus 41 años, el corredor del Bikila conquistó, este pasado domingo, el triunfo en la carrera de Aguere por décima ocasión. Nada menos que 18 años después de haberlo hecho, por primera vez, la última tarde de 2005.

Otrora integrante de la élite nacional del cross, el atleta icodense ha hecho suya la prueba que discurre por las arterias de La Laguna. "A nivel personal está por encima del resto", admite Jonay, con experiencia pasada en un Mundial de Cross (2008) y habitual -con el botín de numerosas medallas en los últimos Mundiales y Europeos de Policías y Bomberos- en una elección en la que deja en un segundo plano otras pruebas. Como "la Maratón de Tenerife", en la que incluso lograra la victoria este año dentro de la distancia de ocho kilómetros.

"Es la prueba que todo atleta tinerfeño quiere ganar. Por el ambiente que se vive en ella, por el nivel y la exigencia, por lo atractiva que resulta, incluso con un mejor recorrido desde esta edición...", argumenta González, que se congratula de haber firmado una carrera "inteligente" y sin cebarse, para "acabar ganando a todo un profesional como es Vicente Hernández".

Triunfo, el de Jonay, con una figura si cabe más enjuta que de costumbre. "Quien me vio el 31 dice que estaba muy flaco; y es cierto, pero se trata de algo buscado a conciencia, no por casualidad", reconoce sobre los 67 kilos que lucía en Fin de Año, "tres menos" que con los que ganó en la Maratón de Tenerife. Un exigente listón que el del Bikila reconoce "no resultó nada sencillo de conseguir".

"Han sido semanas de mucho sacrificio y con una dieta estricta", explica González, que solo se permitió "alguna licencia en la cena del 24". Abnegación a la que une el "dejar siempre varios días libres para estas fechas" y "tratar de no hacer turnos de noche" con el fin de descansar lo máximo posible y no ver alterada su preparación, según explica el agente de la Policía Local de Santa Cruz.

Esfuerzo previo que Jonay González ha visto recompensado con el premio de llegar a los 10 triunfos en la San Silvestre. "Era como un reto personal que me había planteado", admite el de Icod de los Vinos, condicionado "durante varios meses de la temporada por culpa de una lesión en el talón". Nadie ha ganado más que él, en la meta que se instala en la Plaza de la Concepción, durante las dos ultimas décadas, si bien el tope de victorias, con 13 (entre 1991 y 2004), sigue perteneciendo a Juan Ramón Muñoz. "Ese récord lo veo inviable, la verdad; cada vez se hace más complicado entrenar a diario", reconoce el del Bikila.

Solo el tiempo, su físico y su capacidad de sacrificio tendrán la respuesta. Por lo pronto Jonay ha podido celebrar esta decena de victorias. "No el mismo 31, que tras la carrera no me entra mucha comida; pero ya el 1 me explayé un poco más", apunta entre risas tras su merecida recompensa.

Raquel Arostegui

También corrió la San Silvestre de La Laguna, Raquel Arostegui. La triatleta orotavense (1993), ganadora en 2018 y podio en 2022, repitió esta vez en la tercera plaza. Para ella, la cita lagunera supone una especie de test, "al que se llega con lo puesto" y como previo a la que será su temporada real, cuyo arranque está previsto para marzo. Un examen no exento de sacrificio, pero a la "vez con gusto". "Si no, no lo haríamos. La San Silvestre es una de las mejores pruebas de la Isla, pero también se ha convertido en una tradición y un punto de encuentro con amigos", apunta la norteña.

Sabedora de las limitaciones con las que, respecto a las otras aspirantes a la victoria, encaraba la cita del día 31, la del Bikila dio por buena su tercera posición en Aguere, toda vez que algunas corredoras, "como Johanna Arden [la ganadora], están ahora mismo varios puntos por encima del resto y a un nivel inalcanzable tras habérselo currado mucho".

Raquel Arostegui, tras imponerse en la San Salitre.

Raquel Arostegui, tras imponerse en la San Salitre. / Andrés Gutiérrez

Un trofeo (y 150 euros en premio) para acabar el año con una sonrisa y disfrutando de una distendida Nochevieja. "Fue una cena de celebración con la familia y de comer de todo lo que había en la mesa", relata de una cena, eso sí, sin excesos. "Cuando todo el mundo está echándose unas cañas con los amigos, nosotros estamos descansando para correr la San Silvestre; y cuando esos mismos están de resaca, nosotros estamos preparando la San Salitre", añade Arostegui.

Y es que la triatleta del Diablillos de Rivas (su equipo en esta modalidad y con el que este curso fue undécima a nivel nacional), como ya ocurriera un año antes, hizo doblete en su hábitat. Para cerrar 2023 con los tenis de correr, y para abrir 2024 con el neopreno en las aguas de la bahía de Santa Cruz. Reedición de pruebas, y repetición de posiciones, ya que al podio a los pies de La Concepción, Raquel revalidó el triunfo en los 2.000 metros (la distancia larga) de la San Salitre.

Y entre ese selecto grupo de locos a los que no les condiciona el calendario a la hora de hacer deporte, varios llegaron incluso a hacer triplete en menos de dos días. Algunos, como Samuel Rodríguez (Triabona), se atrevieron con la San Silvestre Medanera (5º), la de Arico (2º) y la de La Laguna (92º); y otros, caso de Fabián Cabrera, Juan Pedro Sánchez (ambos del Ocean Triatlón) alternaron la costa sureña con la Swim Silvestre en Arona el 30 por la tarde, el asfalto de la San Silvestre lagunera para cerrar el año, y la bahía de Santa Cruz para dar la bienvenida a 2024 con la San Salitre.

Karim Balli

En esta última combinación destaca, por encima del resto, Karim Balli. El santacrucero (1986) del Ocean Tritalón se encuentra todavía en activo (actual campeón de España en Triatlón Sprint de 35 a 39 años), pero a la vez ejerce "de entrenador y preparador físico" de otros competidores. "La San Silvestre nos la hemos marcado siempre en nuestro calendario, pero es que este año han añadido la Swim Silvestre, y nos decidimos también por ella", comenta el deportista tinerfeño. Un discurso sin estridencias en circunstancias normales, pero quizá no tan normal en estas fechas. "Para nosotros esto casi es nuestro medio de vida, con una rutina alimentaria y de entrenos. Es como si fuera nuestro hábitat y hasta decimos que el deporte no entiende de días", añade en su argumentación.

Ese sacrificio para la mayoría se convierte, para Balli, y los suyos, en una especie de reto. "Con estas pruebas lo que hacemos es exigirnos un poquito más, porque sabemos que debemos ser muy estrictos con las comidas, las celebraciones... Es mantener una línea", explica el del Ocean Triatlón, que considera clave que "la familia entienda perfectamente este proceso".

Karim Balli, al término de la San Salitre.

Karim Balli, al término de la San Salitre. / Andrés Gutiérrez

Sin llegar un desgaste mayúsculo, Balli afrontó tres competiciones en apenas 40 horas. "Las semanas previas fueron de mucho volumen, pero en estos días más cercanos redujimos la carga. La natación no te daña mucho y con la San Silvestre tratamos de recuperar lo mejor posible y luego cenar correctamente", explica Karim sobre este maratón de pruebas que tuvo su continuación en la mañana de Año Nuevo.

"Era la primera vez que se daba la ocasión", apunta Balli su particular triplete, y a tenor de los resultados el chicharrero ha podido rendir en la mejor de las condiciones. Fue vigésimo en la San Silvestre (su compañero Fabián Cabrera acabó décimo), pero en cambio se alzó con la victoria de forma incontestable, primero en la Swim Silvestre y después en los 1.000 metros de la San Salitre. El suyo, como el de algunos más, es un manifiesto caso de amor por el deporte. El de hacer de unos tenis para correr o de un neopreno su mejor traje de gala.