Triatlón

Chente Hernández ya ve la luz al final del túnel

El deportista lagunero vuelve a competir tras más de 1.600 días fuera de la actividad oficial lastrado por una lesión cuyo origen tardó casi tres años en descubrir

Chente Hernández, con su pareja Tamara Gómez, tras acabar la 2023 Africa Triathlon Cup Agadir

Chente Hernández, con su pareja Tamara Gómez, tras acabar la 2023 Africa Triathlon Cup Agadir / El Día

Olímpico en Rio 2016 en la modalidad de triatlón, Chente Hernández llevaba desde junio de 2019 alejado de la competición. La razón, una lesión, aparentemente de rodilla, pero que acabó siendo realmente una radiculopatía lumbar que le tuvo dando palos de ciego durante casi tres años. Ahora ve, por fin, la luz al final del túnel.

"Creo que es la prueba que más he disfrutado en mi vida". Así de satisfecho relata Chente Hernández su participación, con una décima plaza final, en la 2023 Africa Triathlon Cup Agadir, cita celebrada hace unas semanas, que sirvió como campeonato nacional de Marruecos, y que significaba el regreso a la competición oficial del lagunero tras casi cuatro años y medio lastrado por una lesión a la que, por fin, está dando esquinazo tras muchas dudas, incertidumbres y preguntas sin respuestas.

El simple hecho de poder terminar, "pese a algunas molestias en la rodilla", ha sido ya para Chente una victoria moral. Incluso más reconfortante que alguno de los podios a los que se ha subido en su carrera, "algo que llena de otra manera". "Llegué a tener serias dudas de si podría volver a hacer un triatlón, y ya simplemente poderlo hacer y acabarlo fue algo que disfruté muchísimo. No son sensaciones para comparar. Llegar hasta aquí me ha costado bastante, pero ahora he vuelto a sentirme competitivo a pesar de no tener todavía el ritmo adecuado", apunta el tinerfeño.

Es para Hernández ver, de una forma cada vez más diáfana, la luz al final de un túnel en el que se metió de lleno, sin saberlo, el 29 de junio de 2019. Aquel día, en Montreal, Chente no acabó una de las citas de las Series Mundiales. Las molestias en una de sus rodillas le obligaron a parar en la prueba canadiense; pero lo que no se imaginaba el tinerfeño era el calvario que estaba por llegar. Por tiempo, y por desconocimiento...

"Eso fue lo más frustrante durante este tiempo; no saber lo que me pasaba", reconoce Hernández, que empezó su particular peregrinación "por seis o siete especialistas", se sometió "a modo de prueba, a muchísimos tratamientos", e incluso pasó por "una artroscopia exploratoria a ver qué encontraban, porque en imagen [resonancia] no había nada apreciable". Pero lejos de dar con la clave, "muchas de las opiniones" que recibió Vicente fueron "distintas" y lo confundieron. "No podía ir en la misma dirección, estuve perdido y un poco en ascuas casi dos años y medio", recuerda.

Esa dolencia escondida no solo impedía a Chente entrenarse y competir con normalidad, sino que empezó a afectarle en su día a día. "Una lesión tan larga te provoca desequilibrios, te analizas constantemente, cambias los apoyos para proteger la zona afectada... y al final adquieres unos hábitos que hacen que la propia lesión no sea el problema, sino todo lo que has ido adquiriendo... Y eso no te ayuda a salir", relata el lagunero.

En su ya casi deseo obsesivo por mejorar, Hernández visitó a "especialistas de todo el panorama español". A varios de ellos recurrió "buscando en internet" y con la supuesta garantía de que "hubieran llevado a otros deportistas". Pero después de "esta ruta" y no mejorar, Chente encontró "la solución en casa". Y es que fue un traumatólogo de La Laguna, Agustín Dorta, al que "le dio por buscar más allá de la rodilla". "Entendió que era una radiculopatía lumbar lo que me estaba afectando", expone el tinerfeño, descorazonado ya por todas las intentonas en balde.

El asunto, en ese nuevo tratamiento, es que "la mejora no iba a ser inmediata, sino que para ver resultados había que esperar meses". "Era vivir de nuevo una incertidumbre de no saber si en ese periodo estabas haciendo bien o no el trabajo... y eso fue más frustrante todavía", admite Chente, para el que, ya cerca de su límite emocional, "esa apuesta de casi un año llegó a ser lo más duro de gestionar". Ahora, con "una mejora paulatina", el tinerfeño ya confía "mucho" en el traumatólogo que le ha señalado la que parece ser la dirección correcta.

Sendero sin tantos obstáculos tras un camino angosto y cargado de trampas. Las suficientes para que muchos se hubieran planteado dejarlo. "¿Que sí he llegado a llorar? Sí, por supuesto, muchas veces", responde ahora ya entre risas. Chente derramó lágrimas de "impotencia, rabia y frustración" y en distintos escenarios, "sentado, corriendo...". Aunque en su regreso a la competición afirma que "solo" se le "rayaron un poco los ojos". "Ha sido complicado, y aunque hubo momentos" en los que se preguntó "si llegaría tiempo de retomar" su "carrera deportiva", no se le "pasó por la cabeza dejarlo". "Soy una persona bastante paciente", deja claro el triatleta tinerfeño, que como ayuda a este proceso, y a modo de mal menor, se marcó como objetivo "tener una rodilla funcional con la que pudiera hacer vida normal".

En esta "batalla mental bastante grande", Chente ha sumado en estos años la sensación de "disfrute" que vive "entrenando". "Eso y la constancia y la disciplina por querer volver al alto nivel es lo que me ha ayudado a estar activo e implicado. Siempre he tenido la esperanza, y aunque pasé por muchos altibajos, sobre todo a nivel de motivación e ilusión, y además no tener ninguna certeza, sabía que lo tenía que hacer", comenta Hernández sobre uno de sus secretos. Como pilares adicionales para "sobrellevar la situación", remarca el tinerfeño "el apoyo" de su "familia, pareja y amigos".

Maduración personal

Mientras llegaba esa ansiada mejora, a Vicente también sacó un lado positivo de esta "penitencia interna" y a la vez "proceso de maduración" personal. "Me ha ayudado a entenderme, a darme paciencia, a quererme...", explica el deportista isleño, que ta tenido que buscar otras alternativas para salir adelante, toda vez que se ejercitaba "como un deportista profesional... pero sin retribución". Una de ellas, la de entrenador, en la que tiene mucho que ver su formación y el "título en la carrera de Ciencias del Deporte, sacado mientras competía a alto nivel".

Para Chente también ha resultado clave su forma de ser previa. "Nunca he sido avaricioso, ni vivido por encima de sus posibilidades; y me he gestionado lo que tengo para situaciones en las que las cosas vengan mal dadas, pues salir adelante", relata el triatleta, para el que "hubiera sido más frustrante no haberlo podido intentar por no tener la formación suficiente" y verse "obligado a buscar un trabajo" en algo que no tuviera que ver con su pasión.

A pocos meses de cumplir 33 años y afincado en Madrid, no esconde Vicente que se le "han ido buenos años", especialmente por "los datos" que ha "dado nadando y sobre la bicicleta". Precisamente el hecho de que las molestias fueran básicamente corriendo llevó a Chente a plantearse "hacer alguna competición de ciclismo para mantener con el estímulo de la competición". "Pero al final acabó primando la visión general de recuperarme yo como triatleta. Competir en otras disciplinas era cambiar un poco el estímulo en el entreno y lo que quiero es volver a ser triatleta profesional, y a eso le estoy dedicando todo este tiempo. La apuesta ha sido clara durante estos años", argumenta. "La carrera de un triatleta puede ser larga, y además he ganado otras cosas como la gestión de las emociones y tener más decisión", apunta. Esa decisión que ha mantenido firme a Chente durante estos cuatro años es la que le puede hacer volver a las prestaciones que mostró hasta 2019.

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"Para mí lo de Agadir es solo un paso; no compensa todo lo que he pasado. Estaré realmente contento y satisfecho el día en el que consiga mi objetivo de volver a competir al primer nivel". Así de tajante de muestra Chente Hernández de cara a su futuro más próximo. "Esta carrera me ha servido para coger un punto de ilusión y motivación; quedarme con el gusanillo y las ganas para tener un buen invierno y ya hacer el temporada que viene completa", apunta a modo de hoja de ruta. Una planificación que arranca "con las primeras carreras de duatlon y triatlon entre febrero y marzo", si bien en su mente se encuentra afrontar antes "y si la rodilla lo permite, alguna carrera de atletismo que sirva como estímulo de competición". Y ahí la gran candidata a verlo en acción es la San Silvestre de La Laguna, cita que Chente ya ha ganado cuatro veces.

Pero todo con calma y sin una obligación concreta. "Mi primer objetivo es volver a ser competitivo, ser triatleta profesional. Una vez que pueda entrenarme con total normalidad sí me pondré retos deportivos, porque para rendir a un alto nivel tienes que entrenar bien. Si en un futuro puedo volver a competir a nivel internacional y hacer buenos resultados, me encantaría...", expresa Hernández. Sabe el tinerfeño que "lo normal", dentro de ese proceso, es que "en la primera parte del año haga menos carreras de lo habitual". Por ello, sitúa el listón en estar presente en "al menos 10 pruebas".