Ilusión justificada

El Tenerife inicia la Liga con un trabajado y merecido triunfo ante un competitivo Real Oviedo

Enric Gallego marca el único gol en el minuto 17

Remates al larguero de Buñuel y Bastón

Aitor, relevado por una lesión

| andrés gutiérrez

| andrés gutiérrez / J. Ruiz

J. Ruiz

Empezar una Liga ganando no es ninguna garantía de éxito, pero sí ayuda. Y mucho. Ahora es cuestión de coger camino, de posicionarse, de seguir alimentando el entusiasmo del tinerfeñismo, que en el estreno respondió con casi 16.000 espectadores en el Heliodoro. En un partido que, por momentos, pareció de una jornada más avanzada y no de la inaugural, el equipo del debutante de Asier Garitano superó la exigente prueba del enfrentamiento con el Oviedo de Álvaro Cervera. Le bastó un gol de Gallego para vencer.

La noche del estreno tuvo en la alineación el primer reclamo. La elección de Asier incluyó una sorpresa. Para cubrir el lateral derecho optó por Buñuel y no por Mellot, un jugador que había acusado unas molestias en la espalda en los últimos días y que entró en la lista, pero no para ser titular. De resto, más o menos lo previsto dentro de un sistema que también se ajustó a lo esperado, un 1-4-2-3-1 en el que debutaron tres de los fichajes de este verano, Amo, haciendo pareja con León en el centro de la defensa, más Roberto López y Luismi en la línea situada entre Aitor y Corredera y Gallego.

El Oviedo no entró mal al partido. En apenas 3 minutos, dos tiros a puerta y una falta a favor que le costó una tarjeta amarilla a Waldo. El equipo de Álvaro Cervera tiró de manual y puso en práctica su fútbol característico: presión agresiva y apertura a los costados. De esa manera, el eléctrico Sebas Moyano aprovechó una pérdida y probó fortuna tras avanzar por la banda izquierda (1') en ventaja. A continuación fue Hugo Rama el que buscó el gol con una volea (3'). Las cartas sobre la mesa. La amenaza ovetense, al descubierto.

Pero el Tenerife no se quedaba atrás. En su caso, con la intención de elaborar y el riesgo de caer en la trampa del rival. Aún así, los blanquiazules quisieron llevar la iniciativa y tener el balón. La precisión y la velocidad en la circulación se convirtieron en ingredientes indispensables para desactivar el funcionamiento defensivo del Oviedo. Así llegó la primera ocasión (4'), un centro cabeceado sin puntería por Enric Gallego y cazado por Nacho para conectar un remate que sacó un rival a córner.

Tras un comienzo potente, con un ritmo alto, bastante alto para ser la primera jornada y tener los factores en contra del calor y la humedad, la lucha se concentró en ganar duelos en el medio del campo, un pulso que fue cayendo del lado local. Esa tendencia apagó a un Oviedo que dejó de atacar y encendió a un Tenerife que recibió el premio del gol. Antes avisaron Gallego y Luismi con remates fallidos (16'). Pero Enric no es de los que dejan pasar las oportunidades así como así, y a la siguiente batió al guardameta Leo Román. El 1-0 (17') nació de un centro de Nacho por la izquierda. Recibió el balón Luismi Cruz en el vértice del área pequeña. El extremo cedido por el Sevilla enlazó con José Amo, con un pase raso, y el central hizo lo propio con Gallego, que solo tuvo que empujar la pelota a la red.

Los problemas continuaron para la escuadra visitante con la lesión de Lucas Ahijado, que tuvo que ser sustituido por Oier Luengo en el 25'. Pese a todo, no se descompuso. Trató de seguir su camino con la dificultad añadida de tener delante a un Tenerife creciente, pleno de confianza después del tanto anotado por Enric. Sin fallos atrás, con León y Amo muy atentos, con la aportación ofensiva de Nacho, la consistencia y la complicidad de Aitor y Corredera, el dinamismo de los mediapuntas –prometedor estreno de Roberto López, influyente en la producción ofensiva y en el balón parado– y la presencia de un Enric entonado.

Pero el partido no estaba ganado, y el Oviedo no había firmado la rendición. Ni mucho menos. Faltó, por ejemplo, que León fallara en un pase filtrado para que los de Cervera montaran un contragolpe y Hugo Rama chutara desde la frontal del área. Fuera por poco (34'). Poco después, con un Tenerife más conservador y dándose un respiro, Waldo respondió ejecutando un slalom de los suyos (35'). El público lo vio venir y se quedó con el gol en la garganta. También subió los decibelios una acción de Luismi Cruz (40'), malabarista sobre la línea de fondo.

Idas y venidas que demostraban que el Tenerife no se conformaba con el 1-0 y que el Oviedo seguía vivo. Quedó claro con una incursión de Viti, dejando atrás a Nacho. Su centro fue a parar a Camarasa, que no se lo pensó dos veces y disparó, al menos, para darle a su equipo el primer córner de la noche. Por cierto, el Tenerife sacó seis en el primer tiempo. El último, en el 45', terminó con el balón estrellándose en el larguero tras un remate de cabeza del lateral Aitor Buñuel.

Después del descanso, cada técnico realizó dos cambios. Garitano quiso prevenir antes que curar. Tenía a Nacho y Buñuel con tarjeta y puso a Fernando Medrano y a Mellot. Cervera también movió piezas. Dani Calvo y Hugo Rama fuera, Mario y Paulino, al campo.

En cuanto al juego, el arranque del segundo tiempo fue más denso. Bajaron la frecuencia de las llegadas y el ritmo. Para colmo, el partido se enfrió —por decir algo, dada la temperatura– con la lesión de Aitor Sanz. El capitán se lastimó la rodilla y trató de seguir, pero terminó pidiendo el cambio. Sergio González ocupó su puesto.

Y llegó otro sobresalto, esta vez a modo de ocasión ovetense. Borja Bastón domó un pase de Abel con un gesto repleto de calidad y envió el balón al larguero (56').

Recuperada del susto, la afición siguió disfrutando con los detalles de Luismi. Flechazo entre la grada y el gaditano. También con la visión de Roberto y la fluidez de Gallego. Pero al Tenerife le faltaba finalizar, mandar en el campo contrario, aproximarse al gol de la tranquilidad. El cansancio fue restándole frescura a los atacantes de un Tenerife cada vez más limitado a defender su renta ante un Oviedo al que le podía más la necesidad de marcar que el desgaste. Sin llegar a repetir oportunidades claras, los de Cervera continuaron sedimentando la resistencia tinerfeña. Garitano buscó soluciones e introdujo un cambio a falta de un cuarto de hora para el 90: Teto por un agotado Roberto López.

Casualidad o no, el equipo tinerfeño recuperó energías y enriqueció su estadística con el primer remate de la segunda parte, de Sergio González, a media distancia, sin que Román tuviera que intervenir (80'). La recta final fue una invitación para echar el resto, para amarrar el 1-0 a toda costa ante a un Oviedo al que le empezaban a fallar las fuerzas y que no intimidaba tanto, si es que en algún momento llegó a hacerlo. El bajón ovetense ayudó al Tenerife a acomodar el triunfo, a perderle el miedo al cronómetro, a pesar de los eternos alargues –8 minutos en el segundo tiempo–. Incluso tocó la puerta del gol y hubo margen para el enfado del público por una caída de Luismi en el área que el árbitro juzgó como falta en ataque. De una manera o de otra, la victoria ya no parecía peligrar por muy insistente que fuera el Oviedo. El público puso de su parte y sostuvo a un equipo que supo sufrir para sumar los primeros puntos y justificar tanta ilusión del tinerfeñismo.

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