Entrevista | Cristian Schleu Escritor / ‘Muerte en tres texturas’

Cristian Schleu: «Todos nos hemos convertido en ‘carne picada’ de las redes sociales»

No fue cocinero antes que fraile, pero sí que dirigió dos restaurantes antes de escribir su primera novela. Luego, un curso de creación literaria le proporcionó los ingredientes necesarios para cocinar Muerte en tres texturas (NdeNovela), un thriller con varias capas oscuras en el que hay buenas recetas, un asesino en serie, una ristra de cadáveres bien emplatados y un sinfín de guiños a las redes sociales.

¿Qué lleva a un excocinero al mundo literario?

Supongo que las ganas de contar historias y una enorme debilidad por la lectura...

¿Y al hijo de una enfermera y de un músico hasta una cocina?

Una temprana curiosidad gastronómica por probar sabores y visualizar la comida desde un punto de vista estético. Trabajar en el sector publicitario se convirtió en una gran tentación. Las fotografías relacionadas con una receta son las que más se repiten en las redes sociales...

¿Postureo?

Puede ser [silencio]. Tampoco hay que descartar el hecho de transmitir lo que estamos haciendo de forma instantánea. Todos nos hemos convertido en carne picada de las redes sociales, exhibir online nuestras vidas a cambio de un puñado de Me gusta o clicks.

Usted no fue cocinero antes que fraile, pero sí conocinero antes que escritor.

Lo fui durante más de siete años gestionando dos restaurantes [Helsinki y Le Coq & The Burg] y decidí volver al mundo de la publicidad. Escribir es algo que está dentro de mí desde que era niño, también mi faceta lectora, y había que sacarlo. Ésa fue la razón por la que me matriculé en una escuela de creación literaria...

...ese tipo de escuelas se multiplican con tanta rapidez como los champiñones; también los cursos de cocina.

La cocina me dio de «comer» durante unos cuantos años y la publicidad también lo hizo en varias etapas de mi vida. Ahora vivo de ella, no de la literatura. La escritura y la gastronomía comparten «ingredientes»; tanto en una novela como en la cocina hay mucha experimentación. En los fogones «jugamos» con olores y sabores y en una novela con los sentimientos de los lectores. España es un país donde se come bien, pero ahora queremos cocinar. Lo mismo ocurre con los libros: un montón de lectores quiere aprender a contar historias y eso es algo que sólo se logra con buenos maestros.

¿’Muerte en tres texturas’ es el reflejo del pasado y el futuro que le espera?

Y el presente de un autor que siente el vértigo de un estreno, como un ser algo inconsciente que no acaba de entender de qué va esta película, pero que está por la labor de exprimir y saborear el momento que está viviendo.

Hablando de películas, ¿éste es un libro con algún parecido a ‘Seven’?

Por la manera tan visual con la que se presentan los crímenes sí que puede generar alguna que otra conexión con lo que llega a sentir un espectador en Seven, en El silencio de los corderos o en alguna película protagonizada por Jack el Destripador. Incluso, es más que probable que se sientan identificados con una de las tramas protagonizadas por detectives de Scotland Yard, pero la novela tiene un sello propio.

¿Cuáles son las sensaciones de un escritor al que le queda todo por descubrir?

Hay un buen número de interrogantes por resolver y la curiosidad que desprende un recién llegado. Igualmente, está el sentimiento de un trabajo realizado para hacer coincidir en el mismo punto el factor suerte y la oportunidad que te ha dado una editorial. Nada ocurre al azar. Ni siquiera cuando escribes de algo tan suculento como es la alta gastronomía.

¿Un escenario inundado de traiciones?

La cocina que yo conocí e hice estaba muy alejada de la que se mueve en base a una estrella Michelin...

...¿pero en los capítulos de su primera novela hay alta cocina y rivalidad?

Sí, hay una lucha o rivalidad que imagino en base a lo que he leído, he visto en los programas de televisión y lo que se cuenta a través de las redes sociales. No engaño a nadie diciendo que cuando te mueves en lo más alto hay roces por ser el mejor y competir por tener el control. La rivalidad obsesiva te puede llevar a situaciones límites y a pensar: «¡Ostras, tengo que dar mi mejor versión!».

Hay riesgo, incluso, de recibir alguna cuchillada.

Yo no he visto las puñaladas de las que me habla, pero sí que hay muchos cuchillos afilados y eso siempre es un riesgo, un elemento necesario en esta novela.

¿De qué va todo esto?

¿La novela?

Sí.

Es un thriller psicológico; sensorial, salvaje y bastante visceral. Philippe Bouvier es el chef que lidera un prestigioso restaurante londinense [The White Spoon] junto a su inseparable ayudante janonés, Tsu. Los dos trabajan codo con codo en el diseño del menú degustación de la temporada de invierno: en juego está conseguir la segunda estrella Michelin. Todo se complica cuando Philippe recibe la inesperada visita de su cuñado.

La culpa siempre es del cuñado, ¿no?

[ríe]. En este caso es un capitán de Scotland Yard [Hadrien Gibbs] que llega a Londres junto a un sargento con el objetivo de aclarar una serie de asesinatos. La particularidad es que todas las víctimas aparecen sentadas en una mesa con el abdomen abierto y sin vísceras. El asesino deja al descubierto el bolo alimenticio perfectamente presentado y emplatado.

¿Algo gore?

Puede ser, pero ésa no es la intención con la que lo he escrito. Aunque suene raro, la dosis de sangre y vísceras es la justa. No me he recreado en un escenario gore dominado por lo sangriento.

¿Qué papel juegan las redes sociales en la trama?

El que le otorgamos a diario en nuestras vidas, es decir, la velocidad con la que se mueve todo y la sobreexposición que hacemos de nuestras vidas. No hace falta decir que nada es lo que parece y una mentira siempre tiene su espacio reservado en una historia. Buscar la verdad es una labor muy compleja.