Macu Machín: la primera directora de cine canaria en la Berlinale

Estrena su primer largometraje, ‘La hojarasca’, en la competición alemana, uno de los tres festivales de cine más importantes del mundo

Macu Machín, de pie a la derecha, junto a las protagonistas de la película.

Macu Machín, de pie a la derecha, junto a las protagonistas de la película. / Zhana Yordanova

Almudena Cruz

Almudena Cruz

‘La hojarasca’ es más que un largometraje, es el proyecto más personal de su directora, Macu Machín, y la primera cinta dirigida por una canaria que compite en la Berlinale. Está protagonizada por su madre y sus dos tías, y retrata una travesía que comenzó hace casi 20 años, cuando aún estudiaba en Buenos Aires. «Pensaba que era un regalo que les hacía a ellas y resultó que esta película es mi herencia».

La directora canaria Macu Machín competirá con su primer largometraje, La hojarasca, en la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale. Su cinta, producida por El Viaje Films, ha sido escogida en la sección Forum del certamen, que se celebrará en la capital alemana entre los próximos 15 y 25 de febrero.

Machín se convierte así en la primera directora canaria en competir en este importante festival, uno de los tres más importantes del mundo junto a Cannes y Venecia, con una producción netamente canaria. La hojarasca es su primera producción de larga duración. «No siento que esto haya sido un salto, me parece que es como una continuación orgánica de muchas cosas que estaba explorando y probando a través de los cortos que venía haciendo hasta ahora», precisó.

Geometría de invierno, El mar inmóvil y Quemar las naves son los nombres de algunas de las anteriores producciones de Machín. Licenciada en Comunicación Audiovisual, la también guionista nacida en Las Palmas de Gran Canaria se diplomó en dirección de cine en Madrid, en guión en la EICTV de San Antonio de los Baños y realizó el Máster de cine documental en la Universidad del Cine en Buenos Aires, ciudad donde vivió durante diez años.

La hojarasca es un proyecto íntimo y vinculado a la historia familiar de la directora que lleva gestándose al menos durante los últimos 20 años. Mezcla entre lo documental y la ficción, es la historia del reencuentro de tres hermanas, la madre y las tías de la directora: Carmen Machín, Elsa Machín y Maura Pérez. «Surge en la distancia de diez mil kilómetros que separan el lugar en el que nací y Buenos Aires. Estaba viviendo allí, estudiando un master de cine documental, y teníamos un profesor que nos propuso hacer un proyecto autorreferencial explorando lo personal», recordó. 

“Era una metáfora, jamás pude imaginar que la tierra explotaría literalmente en medio del rodaje»

Ahí nace la historia de este proyecto. Durante todo el tiempo transcurrido desde entonces fue adquiriendo distintas formas, planteamientos, versiones y posibilidades. Pasó de ser un cortometraje a ser un largo y por el camino adquirió otros formatos y se planteó, incluso, como una videoinstalación multicanal. «Fue algo más documental y también algo más de ficción hasta ser lo que ha surgido ahora, que me parece que tiene mucho de todo eso que fui pensando e imaginando desde hace casi dos décadas».

Rodada casi íntegramente en La Palma, isla de donde procede la directora, centra el relato en el reencuentro de las tres hermanas y el conflicto en torno a una herencia. «Se reúnen para poner en orden unas tierras familiares en el pueblo donde nacieron y se criaron: Punta Gorda. Es un lugar al que fui todos los veranos de mi infancia, con lo cual ese deseo de reencuentro y esos recuerdos infantiles de juego y de conexión con la tierra están muy presentes en La hojarasca», detalló.

Entre las singularidades del proyecto se encuentra también el hecho de que sus protagonistas se convirtieron en las figuras centrales de la historia casi de forma natural, sin pretenderlo. «Para mí era una excusa para reencontrarnos. En 2018 empecé a ir a La Palma con ellas y grabé cositas en todas las estaciones: sus tareas del campo, las conversaciones con sus recuerdos de infancia, los relatos sobre la pobreza, de su contacto con la tierra y también muchas risas». 

Son, todas, historias cotidianas que tienen esa capacidad de conectar con lo universal en tanto que son comunes y cercanas: la mirada femenina en el mundo rural, los misterios, las pérdidas, el paisaje, los espacios aislados, los conflictos familiares o el cuidado de las personas enfermas. «Cuando les dije que en realidad quería que las protagonistas fueran ellas, no entendían qué era lo que podían tener sus vidas de interesantes para otras personas. Ellas pensaban que quería hacer algo que quedara para mí. Desde esa humildad por haber tenido una vida tan sencilla, no concebían que pudiera tener algún interés para el resto de los humanos». Sin embargo, La hojarasca ha empezado su periplo por festivales internacionales despertando el interés de uno de los festivales de cine con más historia del planeta y cuya programación marca cada año tendencia dentro de la industria. Queda camino que recorrer, probablemente en otros festivales, hasta que llegue el momento de su estreno comercial.

Desde que La hojarasca se empezó a gestar en la cabeza de Machín pasaron también muchas cosas en el mundo. Llegó la pandemia, que ralentizó el desarrollo rodaje, y erupcionó un volcán en La Palma que obtuvo su propio papel en la película. «Lo vi muy claro, al día siguiente estaba allí con mi madre sin saber muy bien cómo incorporarlo. Sabía que era una metáfora para mí. Jamás pude imaginar que la tierra explotaría literalmente en medio del rodaje como si el volcán fuera el resultado de este reencuentro y que hubiera destrabado por fin todo lo que había sido reprimido durante tanto tiempo. Porque de eso va la película: de tres personajes que se reencuentran para hablar de una herencia. El volcán viene a responder a un deseo quizás reprimido de las protagonistas: que venga algo y lo resuelva».

En el proceso, y durante el rodaje, se produjo una transformación que cambió a todas las personas que participaron en el proyecto y no solo a sus protagonistas. «Yo pensaba que esta película era mi carta de amor hacia ellas; era una excusa para pasar más tiempo juntas». Por el contrario, la directora se ha encontrado con la sorpresa de descubrir que quien recibió el presente fue ella. «Me estaban, generosamente, regalando cada día de rodaje. Sin ser ellas actrices, siento tan discretas y modestas, se vieron frente a un equipo de rodaje y juntos nos pusimos a jugar. No sé si voy a heredar huertas o un trozo de casa; mi verdadera herencia es esta película», celebró Machín.

La creadora, que se prepara para presentar en Berlín esta historia híbrida que parte de lo documental pero se permite fabular, trabaja ya en la redacción de otros guiones que tienen mucho que ver con La hojarasca. «Llevo rumiando este proyecto durante tanto tiempo que tengo como una mitología personal a partir de las historias familiares en torno a las que sigo trabajando. Son relatos anónimos que no están siquiera en una nota a pie de página de la historia».