Diana Marcelino, “la cocinera que llora frente al mar”: su mojo es uno de los mejores de Canarias

La tinerfeña, criada en el barrio de Ofra, soñaba de pequeña con convertirse en mecánica de Fórmula 1 hasta que la cocina la conquistó

En el proyecto gastronómico de El Secreto de Chimiche asegura estar viviendo su momento profesional más dulce

Diana Marcelino

Diana Marcelino / Con Estilo

Sergio Lojendio

Sergio Lojendio

Aquella niña criada en el barrio santacrucero de Ofra era ruinita para comer. A su madre la traía de cabeza. Los potajes sólo los admitía si antes estaban triturados y bien colados, además a regañadientes, y su menú se reducía, básicamente, a bisteck con papas fritas, pataleo y lloros incluidos. Desde aquel espíritu curioso y activo, siempre desinquieta, Diana Marcelino Bermúdez no tenía claro cómo orientar su vida profesional, y hasta hubo un momento en el que soñó con convertirse en mecánica de Fórmula 1

Al despertar, toda aquella rebeldía y sus ansias de libertad las canalizó hacia la cocina. “Fue algo realmente casual”, asegura. Un buen día empezó a echarle una mano a su madre y los fogones la conquistaron. Paradojas, aquella niña tan ruinita para comer se apasionó con el mundo de la gastronomía y sintió el hambre de aprender

De sus inicios recuerda que “cada vez me entusiasmaba más toda aquella explosión de sabores” y tantas emociones —casi el éxtasis— que le provocaban las combinaciones, “esos carnavales en la boca”, dice. 

En ese tránsito encontró dos referentes capitales, dos jefes de cocina: Juan Carlos Clemente y Javi Mora, y como su adicción iba en aumento se animó a ampliar conocimientos: Park 5, Ritz Carlton Abama y Lasarte, en Barcelona. 

“En aquella época confieso que me avergonzaba de lo nuestro”, hasta que se le ocurrió preparar un mojo de cilantro y se obró el sortilegio; ya nada volvería a sería igual: Diana había majado su verdadera identidad. 

De vuelta a la Isla, se alzó con el Campeonato de Cocineros en el Salón GastroCanarias: un hito. Para ella, el galardón representó una enorme responsabilidad, pero también una etiqueta contra la que a veces se ve obligada a luchar para dejar a un lado esa visión parcial de quién es realmente. 

“Miro a las personas como iguales y no en función de su sexo; defiendo la profesionalidad”. Por entonces, Diana buscaba su punto de hervor, su hueco, oficiando de cocinera para empresas dedicadas a cubrir eventos gastronómicos —un papel algo anónimo—, también en restaurantes de hotel —Hotel Rural Finca Salamanca—, hasta que se enroló en el proyecto de El Secreto de Chimiche, donde asegura estar viviendo su momento profesional más dulce. 

Habitual de salones gastronómicos, autora de ponencias, en 2022 logró el II Concurso de Cocinas con Mojos de Madrid Fusión, otro espaldarazo personal que brillaría un año después con el Sol Repsol otorgado a El Secreto de Chimiche. “Hacemos una cocina de amor al producto, pasión, mimo y honestidad”. 

“Estamos trabajando de una manera fantástica”, sostiene Diana. Fiel a sus emociones, cada vez que estrena carta o un menú degustación y, una vez terminado el servicio, se sienta en la playa, frente a la mar, y no para de llorar. “Es una forma de liberarme; un respiro”, mientras de fondo suena una melodía de Rosana.

FICHA

Diana Marcelino Bermúdez Nacida en el barrio de Ofra en 1983, de pequeña era ruinita para comer, hasta que se apasionó por la gastronomía y sintió hambre de aprender. Tras ampliar su formación en Park 5, Ritz Carlton Abama y Lasarte en Barcelona, de regreso a la Isla comenzó a definir su identidad. El Secreto de Chimiche Carretera General del Sur, 4 (Granadilla de Abona, Tenerife) Tfno.: 922 777 279