Irrepetible Olarte
Lorenzo Olarte es consenso, es política. Un maestro en el arte de la negociación para cerrar acuerdos en pro de la sociedad. Reivindicó sin fisuras el espíritu de la Transición
Olarte es sinónimo de inteligencia, gestión y consenso. Y de progreso. Lorenzo Olarte, presidente de Canarias entre 1988 y 1991, transitó del franquismo a la democracia y fue protagonista indiscutible de la construcción autonómica de Canarias y de la Transición española de la mano -como consejero- de un grande de la política de nuestro país: Adolfo Suárez.
Lorenzo Olarte es trabajo y dedicación. Durante su presidencia, tuvo que lidiar con asuntos trascendentales para Canarias como la entrada en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que encendió los ánimos en Tenerife, o la reforma del Régimen Económico y Fiscal (REF), el fuero que nos protege pese a la mirada distraída de Madrid.
Lorenzo Olarte es oratoria. Un lujo que se extraña en estos tiempos y que caracterizaba a la mayoría de los políticos de su generación. Jerónimo Saavedra, por ejemplo, que nos dejó hace tan solo dos meses, era maestro de la palabra también. En el velatorio del socialista se le vio a Olarte por última vez. Quién lo iba a sospechar.
Lorenzo Olarte es el centro político. Fue uno de los fundadores de Coalición Canaria junto a Manuel Hermoso y José Carlos Mauricio, protagonistas después de la moción de censura a Saavedra en 1993. Pero se ubicó en el centrismo como ideología. Y con su ideología centrista formó, junto con Fernando Bergasa, Acción Canaria y de ahí derivó en la Unión de Centro Democrático y luego en el Centro Democrático y Social (CDS). La sopa de letras sigue con la fundación de Unión Canaria a principios de la década de los 90, que más tarde se incorpora al Centro Canario Independiente, que se reconvierte en el Centro Canario Nacionalista (CCN) y de ahí a Coalición Canaria.
Lorenzo Olarte es fidelidad, algo extraño en nuestros tiempos. Se mantuvo siempre fiel a Suárez, incluso en los peores tiempos con la debacle de UCD.
Lorenzo Olarte es consenso, es política. Un maestro en el arte de la negociación para cerrar acuerdos en pro de la sociedad. Reivindicó sin fisuras el espíritu de la Transición que no es otro que hacer del diálogo y el encuentro con el adversario la norma para alcanzar acuerdos.
Cercanía. Lorenzo Olarte era cercanía. Siempre te atendía, jamás dejaba fuera a la prensa y no dudaba en cogerte del brazo en sus momentos de debilidad. Su recuerdo es imborrable, al igual que algunas de sus frases: «Tengo tantas cicatrices que cualquier otra puñalada que me diesen no tendría espacio, aunque me acuerdo de quienes me han apuñalado, me olvido de las razones. Eso hace que en mí no quepa el rencor».
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