Saavedra, al eterno descanso por las calles de Vegueta

Familiares y amigos recorren junto al féretro de Saavedra la Vegueta que lo vio nacer

Aplausos durante el entierro del socialista en el cementerio de Las Palmas 

Llegada del féretro de Jerónimo Saavedra al Cementerio de Vegueta

C. E. P.

Aplausos que rompen un respetuoso silencio, música en directo y rosas rojas para despedir a Jerónimo Saavedra uno de los políticos más importantes de la historia de Canarias. Saavedra, el primer presidente de Canarias, falleció el martes a los 87 años y se despidió este miércoles de su querida Vegueta en su último paseo hasta el cementerio del histórico barrio capitalino. Un centenar de amigos y familiares acompañaron su féretro desde las Casas Consistoriales de Las Palmas de Gran Canaria donde, antes de partir, Saavedra recibió el «adiós» de toda la clase política canaria. No faltó nadie. Históricos y líderes de todos los partidos coincidieron este miércoles en la plaza de Santa Ana para mostrar su respeto al histórico socialista, dejando que los familiares hicieran el último viaje hasta el cementerio con mayor intimidad.

El secretario general de los socialistas y ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, viajó desde Madrid tras participar en el primer Consejo de Ministros para despedirse de su «gran amigo» al que considera una «figura irrepetible» y padre «fundamental» de lo que es hoy Canarias. Trasladó las condolencias del presidente, Pedro Sánchez, a la familia y reconoció «no creerse» todavía la noticia. «Es uno de los días más tristes en Canarias, es una figura irrepetible, insustituible y lo vamos a echar muchísimo de menos», aseguró un emocionado Torres acompañado de la alcaldesa de la capital grancanaria, Carolina Darias, y el delegado del Gobierno en las Islas, Anselmo Pestana.

También quisieron despedirse el presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo; la presidenta del Parlamento regional, Astrid Pérez; el vicepresidente del Ejecutivo, Manuel Domínguez; el presidente de NC, Román Rodríguez; el líder de ASG, Casimiro Curbelo; e infinidad de dirigentes políticos de todos los niveles administrativos. Además de históricos como los expresidentes del Gobierno canario, Lorenzo Olarte, Manuel Hermoso y Paulino Rivero. No faltaron militantes socialistas y representantes de los movimientos sociales del Archipiélago. Nadie quiso perder la oportunidad de aplaudir una última vez al primer presidente de Canarias.

Entierro del expresidente de Canarias y exministro Jerónimo Saavedra

Entierro del expresidente de Canarias y exministro Jerónimo Saavedra / Elvira Urquijo A.

Lágrimas por Saavedra

Un aplauso en el que las emociones afloraron y con el que muchos de los asistentes no pudieron evitar soltar alguna lágrima al ver como el coche fúnebre, con la Banda Sinfónica Municipal de fondo, iniciaba la marcha hasta el lugar donde ya descansa Saavedra. Sus familiares y amigos caminaron junto al vehículo que fue custodiado por agentes de la Policía Local y la Policía Canaria. En el camino, el silencio solo lo rompieron las frases que alababan al expresidente canario, como político, pero también como persona. «Era mi referente, un grande de los que ya no quedan porque te conseguía llegar al alma», apuntó Elías Pérez mientras realizaba la ruta al cementerio. Conoció a Saavedra en la adolescencia y no quiso perderse el «último adiós». Tampoco faltó Rafael Álvarez, quien trabajó con el histórico socialista en el Diputado del Común y mantenía una estrecha relación. «Es un personaje central en la historia política de Canarias, además de muy empática y con la capacidad de llenar cualquier habitación en la que entraba», recordó Álvarez.

Mientras, en las inmediaciones del cementerio municipal de Las Palmas, donde descansan personajes ilustres como Alfredo Kraus o Martín Chirino, y ahora también Saavedra, se respiraba tranquilidad absoluta. Sobre las cuatro de la tarde, curiosos, admiradores, amigos y vecinos comenzaron a llegar a cuenta gotas. Todos en absoluto silencio, todos con ganas de despedir solemnemente al histórico socialista, querido hasta por los que nunca tuvieron el placer de compartir una conversación con él.

Sepelio de Jerónimo Saavedra

Andrea Saavedra

Cercanía y humildad

En la plaza Alcalde Alejandro del Castillo, frente al complejo funerario, a la espera de la llegada del cortejo fúnebre, se encontraba Alicia Martel, una religiosa que conoció al socialista en la ciudad andaluza de Almería. La mujer, que estuvo 12 años viviendo en la urbe ayudando a prostitutas a salir de la mala vida, acudió a una ponencia que el expresidente impartió sobre la masonería, organización con la que siempre mantuvo una relación muy cercana. No habló con él directamente, pero tampoco le hizo falta para saber que tenía delante a una gran persona. Martel quedó marcada por su cercanía, humildad y cultura, un recuerdo que ha permanecido en su mente hasta la actualidad, y que la empujó a darle un último adiós.

Tras el portón, algunos ciudadanos, como Marisa Delgado, paseaban entre las tumbas y panteones para hacer tiempo. «No tenía relación con él de tú a tú, pero quiero agradecerle todo lo que hizo, en especial durante la Transición», apuntó la señora, socialista de toda la vida. Destaca de Saavedra, sobre todo, como otros muchos que lo seguían, su temple para abordar los conflictos políticos siempre desde el diálogo y el respeto, algo que, junto a su sonrisa, generaba mucha confianza a la sociedad. «Hemos perdido a una gran persona, ojalá hubiera más así», lamentó Delgado conteniendo la emoción. Tuvo la oportunidad de conversar con el expresidente durante una jornada electoral en la que él fue a ejercer su derecho al voto en el Hospital San Martín, donde ella era representante de la Administración. «Aún conservo el recorte del periódico de ese día con su foto», explicó.

Amigos de siempre

«Los vecinos quieren traerlo a hombros, así que seguramente tarde», especulaban varios en los bancos de la entrada. Las dudas sobre cómo estaba siendo el último paseo del expresidente por su querido barrio, Vegueta, atrajeron a todos los presentes, que formaron un corro en la entrada del cementerio. «Va a estar para siempre con sus padres y sus hermanos en el nicho familiar. Es el mejor sitio, el que se merece», subrayó una mujer recién llegada al debate. En el tumulto estaba Paco Martín, amigo de Saavedra desde la etapa dura del franquismo, cuando los movimientos sociales clandestinos los unieron. El histórico socialista le enseñó lo que era el trabajo y el compromiso político, cualidades por las que «brilló» sobre el resto, recalcó Martín.

De repente, un vehículo funerario aparcó en la entrada y la tertulia volvió a transformarse en el silencio inicial. “¿Es él?”, preguntaban los murmuradores. Falsa alarma, se trataba de otro difunto. Saavedra no alcanzó la avenida Eufemiano Jurado, que conecta el casco histórico con la zona, hasta las cinco y media de la tarde. 

A las puertas del complejo funerario, el coche paró y sus allegados se colocaron para levantar el ataúd en peso. El vehículo estaba engalanado a rebosar con coronas de flores, una de ellas del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Antes de partir, quitaron la bandera de Canarias que cubría el féretro, así, Saavedra quedó solo arropado por la enseña capitalina. Cuando lo elevaron y emprendieron la procesión por el campo santo rumbo a la celdilla familiar, la multitud rompió en aplausos.

En un nicho que estaba en la zona baja de la pared, casi a ras de suelo, el expresidente canario quedó sellado para siempre junto a la bandera de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que tanto quiso y de la que fue alcalde entre 2007 y 2011; sus consanguíneos fallecidos; y las rosas rojas que habían llevado en mano sus familiares desde la capilla ardiente de la plaza de Santa Ana. La lápida provisional lucía una cruz junto a las siglas de descanse en paz –DEP–, sus iniciales –JSA– y la fecha del entierro, 22 de noviembre de 2023.

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