Guagüeros escolares por un día

Los padres se organizan contrarreloj con sus vecinos y familiares para evitar que sus hijos se pierdan la primera jornada lectiva del segundo trimestre

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Madres y padres, abuelos y hasta vecinos «trastocaron» ayer su mañana para poder trasladar a los alumnos tinerfeños hasta sus aulas. Con menos de 24 horas de antelación, y haciendo un uso frenético de los grupos de Whatsapp, los progenitores han logrado planificar los viajes de ida y vuelta de los niños y adolescentes de la isla que hacen uso frecuente del transporte escolar. 

Una adolescente se baja del coche a las puertas de su instituto. Esta vez ha tenido que acudir en el coche de su vecino, pues a sus padres no les dio tiempo de organizarse con tan solo 24 horas de antelación. Tanto ella como su hermana cogen la guagua escolar para acudir a clase cada día desde una de las casas más alejadas del centro. Llega a las puertas con la mochila colgando del hombro y visiblemente agitada tras permanecer al menos 15 minutos en una larga cola de vehículos, pues todo parecía prever que no llegaría a tiempo a primera hora. 

Pese a las retenciones y el colapso inicial, la organización de los propios padres – que descargaban alumnos con una mínima parada– permitió que llegara puntual a su pupitre. El paro de la patronal del transporte escolar ha provocado que, en la primera jornada lectiva tras la Navidad, más de 37.000 familias canarias hayan tenido que ingeniárselas para evitar que sus hijos perdieran la primera clase del trimestre.


Jessica Marichal, madre

Jessica Marichal, madre / MARIA PISACA

«Tengo dos hijos, uno en el instituto y otro en el colegio; ha sido una jornada difícil»

La planificación comenzó desde el mismo momento en el que el Gobierno de Canarias comunicó a los centros que el transporte escolar no estaría disponible. La misma tarde del domingo. El whatsapp de la mujer de Juan Elías Trujillo no dejaba de sonar. «Mi mujer empezó a organizar con los vecinos quién recogería a los chicos, y aquí estoy yo para hacerlo», explica Trujillo desde el asiento de su vehículo, aparcado delante del IES Barranco Las Lajas, de Tacoronte, a pocos minutos de la salida del instituto. Las tres familias han aprovechado la baja laboral permanente de Trujillo para que fuera él quien se ocupara de trasladar, tanto en la ida como a la vuelta, a los adolescentes del vecindario. «Traje a dos niñas porque sus padres no pueden hacerse cargo y como ellas, hay un montón de chicos más», insiste Trujillo. 


mp20230109 162211 003

Elena Cabrera, madre. / MARIA PISACA

«Los transportistas tendrán sus motivos, si no cobrara yo también me pondría en huelga»

Otros, como Elena Cabrera, dan gracias de que la jornada de paro patronal solo dure un día. «Esto te trastoca el día entero», afirma Cabrera. Ella ha tenido que sacar su monovolumen del garaje para recorrer 20 kilómetros en coche para llevar a su hijo desde Jardina, en las Mercedes hasta la puerta del colegio. Pese a que las noticias han afirmado que solo es un día, Cabrera duda. «¿Mañana habrá guagua, no?», le pregunta a una de las profesoras encargadas de abrir el gran portón verde del instituto a la salida. «No lo sabemos, en principio parece que sí», le responde.


América Martín, madre

América Martín, madre / MARIA PISACA

«Entre mi prima y yo nos hemos coordinado, pero espero que no se alargue»

La duda es legítima, pues de demorarse más días, el paro podría provocar graves problemas en la organización de las familias. América Martín, por ejemplo, ha decidido directamente no llegar hoy a su hija en el comedor. «Lo tiene en Aguagarcía», explica. Lo normal es que la guagua traslade a hija de Martín hasta el comedor después del colegio y del comedor hasta casa. Pero en estas condiciones su madre ve el trayecto inviable. «Es un tostón», asevera. Y aunque para esta jornada ha podido organizarse con su prima, admite que es una situación que no desearía alargar en el tiempo. 


Juan Elías Trujillo. Padre

Juan Elías Trujillo. Padre / MARIA PISACA

«Llevo a dos niñas que son de mis vecinos porque sus padres no podían traerlas»

Jessica Marichal también se ha convertido en chófer por un día. Si las guaguas escolares han dejado de hacer 1.500 recorridos, al menos cuatro de ellos fueron los suyos. «Tengo a un hijo en el instituto y otro en el colegio, vivimos en Aguagarcía que en coche no está lejos, pero cada uno va un centro diferente», explica. ¿Lo peor? Las colas y la saturación que ha tenido que sufrir por dos. Sin embargo, nunca se planteó no llevar a sus hijos a clase. «Los pequeños tenían muchas ganas de ir al cole y ver a sus amigos», resalta. Tuvo la fortuna de que el día del paro patronal le tocó librar en su trabajo y pudo ejercer de guagüera particular para sus hijos y sobrinos. Pero asegura que, de continuar así, encontraría muchas dificultades para organizarse. 

Suscríbete para seguir leyendo