Opinión | Gentes y asuntos

Cruces y mayos

Exhibición de las doce cruces de empresas colaboras en la Fiestas de Mayo de Santa Cruz de Tenerife

Exhibición de las doce cruces de empresas colaboras en la Fiestas de Mayo de Santa Cruz de Tenerife / Rafael Arturo Jiménez Rivero / ELD

Los palmeros –y el plural abarca los tres tiempos verbales– madrugamos por necesidad en la invención e implantación de las labores y los ocios y, fuera de las etapas oscuras que opacan todas las historias, velamos también por su conservación y mejora como seña de identidad y patente de memoria. Desde la distancia mínima que nos deja ver su silueta entre azules y los amistosos envíos que nos sitúan regularmente en el calendario, veo la ciudad poblada por los simbólicos machangos que evocan, interpretan y ridiculizan a los viandantes en sus tareas y descansos; las cruces engalanadas en los cuatro puntos cardinales y en todas las plazas, caminos y veredas, en las encrucijadas y en los sitios sin retorno; con el boato burgués de los municipios mayores y la humildad de los pagos remotos; el lujo deslumbrante de Breña Alta, que coloca y subordina todos los valiosos patrimonios familiares a los pies del símbolo cristiano.

El orgullo general de los nativos y el pasmo de los viajeros; sus preguntas sin respuesta sobre la extraña y absoluta carencia de centros de interpretación de estos valores; los buenos resultados que se logran con el ejercicio de la memoria y el idioma de las manos, me recordó mis viejas e inútiles reivindicaciones desde un modesto periódico de ocho páginas y una emisora sindical, sita en pequeño teatro. Con machacona insistencia, dije entonces y repito ahora que existen, y conozco, fechas y ritos, oficios y labores con espacios de divulgación, dentro y fuera de España y, algunos, no llegan ni rozan, la originalidad y belleza, ingenio y protagonismo popular de nuestro programa del florido mayo.

En 2022, y con poco ánimo por asuntos personales, recorrí nuestra tierra de cabo a rabo como cicerone de un escritor y un fotógrafo franceses, recomendados por una agencia gestionada por un amigo desde Munich. Después de un intenso itinerario de tres días, con entrevistas, centenares de instantáneas y posados estéticos, en la cena de despedida me preguntaron con extrañeza por la falta de museos de sitio y centros de interpretación para acoger los prodigios manuales y las celebraciones del calendario con atávicos fuegos, rememoraciones de batallas, retornos de orgullosos y alegres indianos, ingeniosos y extraños regocijos como el diablo de fuego o la lluvia a placer, las parrandas del pasado y las acciones de la imparable modernidad.

Pero estamos en el florido mayo, disfrutando con el fresco recuerdo de los lujosos y humilde cruceros adornados y los cortejos de mayos en formaciones creíbles a media distancia y admirables de cerca, recreando la vida cotidiana y la singularidad de una fiesta de tres siglos, con personajes y números nacidos de la piedad y el ingenio. Volvemos al lead cuando, por deber e imperativo patriótico, nos toca la empresa colosal y compleja de la reconstrucción después del volcán, que tiene carácter de extrema urgencia para los lugares y paisanos damnificados pero que, en sus objetivos obligados, tiene que ser obligatoriamente insular. Ya está bien de fronteras y competencias en una patria chica de apenas setecientos kilómetros cuadrados; ya está bien de desaprovechar los valores y oportunidades que la historia nos brinda y apenas si tocamos una vez al año. Hoy son las cruces y los mayos.

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