Republicanos y demócratas se han puesto por fin de acuerdo, y han evitado una situación catastrófica. Los dos partidos han dado el visto bueno a los nuevos presupuestos una hora antes de que acabara el plazo. Sin ese acuerdo, el gobierno no hubiera tenido fondos para pagar a los funcionarios, y la mayoría de servicios públicos de Estados Unidos hubieran tenido que cerrar de manera inmediata.