Entrevista | Wolfredo Wildpret Catedrático de Botánica. Presidente del Patronato del Teide

Uno de los mayores expertos del Teide no se lo explica: "Es un misterio que no se cobre por acceder al Parque Nacional"

«Si se cobrara un solo euro por vehículo, se lograría medio millón para cuidar el espacio»

Daniel Millet

Daniel Millet

Catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna, el científico Wolfredo Wildpret, de 90 años, es desde 1983 presidente del Patronato del Parque Nacional del Teide. Wildpret viaja a sus primeros recuerdos en el volcán y alerta de los peligros que corre el espacio con la masificación turística.

¿Qué es el Parque Nacional del Teide para usted?

Todo. Llevo 50 años vinculado de alguna manera con el Parque Nacional, primero en representación de la Universidad de La Laguna, luego como presidente del Patronato y también como miembro de honor. He vivido muchas experiencias allá arriba.

¿Cuál es el primer recuerdo que conserva del Teide?

En 1943, cuando tenía 10 años, pasé un mes con mi madre en una de las casas del Teide que era de un tío mío. No era fácil llegar hasta allí entonces. Los caminos no estaban asfaltados. Recuerdo los rebaños de cabras por los alrededores de la vivienda y a mi madre comprar leche fresca a los campesinos.

¿Cómo era aquel Teide que no había sido declarado Parque Nacional?

Era muy diferente al actual. Apenas tenía vegetación. La gente lo pasaba mal en aquellos tiempos y muchos campesinos llevaban a las cabras a la cumbre, como habían hecho los guanches, para que se alimentaran. Era entendible pero esa actividad humana había consumido la rica y exclusiva vegetación. La declaración de Parque Nacional ha permitido que hoy disfrutemos de una de las mejores imágenes que ha tenido el Teide en su historia. Hay que tener en cuenta que tiene una rica biodiversidad aún siendo un espacio de alta montaña.

¿Cuál es la especie de la flora que más le llama la atención?

La violeta del Teide, planta que considero el símbolo vegetal más representativo de la isla de Tenerife. Ostenta el récord de la flor que crece más alto de toda España, llegando a encontrarse algunos ejemplares incluso muy cerca de la cima, a más de 3.600 metros de altitud.

¿Y el lugar más especial para usted de todo el espacio?

El alto de Guajara. Y es especial para mí porque precisamente ahí mi mujer y yo encontramos un tipo de violeta, idéntica a la violeta del Teide, pero que finalmente se demostraría que era otra especie, que se llamó la violeta de Guajara. Las vistas del Parque Nacional desde Guajara son inigualables.

¿Cómo ve el futuro teniendo en cuenta que apenas hay medios para controlar a las más de cuatro millones de personas que lo visitan cada año?

Corremos el peligro de pasar de la riqueza al destrozo. Son más de cuatro millones de personas con sus vehículos, los follones que se montan. Menos mal que más del 80 por ciento del Parque Nacional es intransitable. Pero la situación no puede seguir así, sobre todo por la falta alarmante de medios para el control de un espacio enorme.

¿Es partidario de que se cobre por acceder al Teide, como ocurre en tantos otros parques nacionales del mundo?

Si se cobrase un euro por cada vehículo que acude al Teide a visitarlo, el Parque Nacional obtendría unos ingresos superiores al medio millón de euros al año. ¡Solo un euro! Solo con ese dinero se podrían hacer muchas cosas. Se cobra, sin ir muy lejos, en el Parque Nacional de Timanfaya gracias, hay que recordarlo, a la insistencia de César Manrique. Para mí es un misterio que no se cobre por visitar el Teide. He defendido en múltiples ocasiones esta medida, todos me han dado la razón, pero nunca se aplica.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias si no se actúa?

Pueden ser muy graves. El Teide posee un ecosistema de alta montaña muy frágil, expuesto a todo tipo de adversidades, y al mismo tiempo una biodiversidad única en el mundo, irrepetible en el planeta, lo que obliga a incrementar las medidas de protección. Una de las principales amenazas es la masificación de visitantes. Lamentablemente, no todos los que acuden al Parque Nacional del Teide respetan las normas ni valoran por qué hay que cumplirlas. Pero el principal problema es que no hay personal para controlar un territorio tan amplio. Y no hay manera de que se refuercen los medios ni se adopten medidas drásticas.