Centenario del parque

El Parque García Sanabria: ideado para que los niños «respiren aire puro»

El 12 de diciembre, el alcalde Santiago García Sanabria firma la compra de la finca que ocupa el Parque

Entre octubre de 2004 y junio de 2006 permanece cerrado para para proceder a su remodelación

José Manuel Ledesma Alonso

El Parque Municipal García Sanabria, declarado Bien de Interés General en 2016 con categoría de Jardín Histórico, comenzó su andadura el 12 de diciembre de 1923 –día del que se cumplirán 100 años el próximo martes–, cuando el alcalde Santiago García Sanabria firmó la escritura pública de adquisición de los 67.320 metros cuadrados de la finca situada entre las actuales calles Robayna-José Naveiras y Méndez Núñez-Rambla de Santa Cruz. La iniciativa de construir un parque integrado en el corazón urbano de Santa Cruz de Tenerife para que fuera un espacio de ocio, reposo y distracción fue propuesta en las páginas del Diario de Tenerife, en 1881, por su director Patricio Estévanez Murphy, siendo respaldada por el arquitecto municipal Manuel de Cámara y por el doctor Diego Guigou, al considerar que era necesario para que «los niños pudieran jugar al tiempo que respiraban aire puro».

En 1910, el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal Antonio Pintor Ocete que elaborara un proyecto. Debido a que su diseño era similar al de los jardines europeos del siglo XVIII, con entrada monumental y cerramiento con verjas metálicas sobre zócalos de sillería y mampostería, la falta de recursos impidió que se llevara a cabo. Sería el 26 de abril de 1922 cuando el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife aprobara una proposición del concejal Arturo López de Vergara para nombrar una comisión de ediles y vecinos –Comisión Pro-Parque– que, a través de una suscripción popular, se encargara de recaudar las 300.000 pesetas que costaban los terrenos. Suscripción que abriría el Consistorio con 25.000 pesetas y a la que pronto se sumarían firmas comerciales y todo el vecindario asistiendo a las verbenas populares que se celebraron, comprando rifas en las tómbolas, etc.

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro»

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro» / José Manuel Ledesma Alonso

El diseño lo llevó a cabo la Casa Leyva, empresa de Granada especializada en jardinería y floricultura, que también aprovecharían el tamarindo, único superviviente de la antigua finca; el laurel de india trasplantado del desaparecido castillo de San Cristóbal y los árboles y plantas donados por los vecinos. Las obras de los paseos y zonas ajardinadas comenzaron en 1924, hasta crear un auténtico jardín botánico con especies vegetales de todos los países, como la colección de plantas ornamentales de origen tropical y subtropical (tamarindo, higuera de Bengala, caoba, ceiba, árbol sombrilla, bambú, laurel de India, flamboyán, bouganville, etc.). También contó con especies típicas del Mediterráneo (olivos), plantas aromáticas (menta, romero, curry de la India, etc.) y plantas autóctonas (palmera canaria).

En la última reforma, realizada por el estudio de arquitectos Palerm&Tabares de Nava (octubre de 2004-junio de 2006), se suprimieron los muros perimetrales para integrarlo en la ciudad, las veredas que conformaban las vías de comunicación interna se sustituyeron por un circuito en espiral que permite la contemplación de las distintas especies botánicas plantadas y los diferentes jardines temáticos, así como la visión de las esculturas y monumentos existentes.

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro»

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro» / José Manuel Ledesma Alonso

Los paseos llevan los nombres de tinerfeños conocidos en diversas artes y profesiones: Manuel Bonnin Guerín (1898-1993), músico instrumentista, profesor y compositor; José Blasco Robles (1904–1986), arquitecto municipal en 1931; Francisco Borges Salas (1901-1994), escultor, dibujante, pintor y grabador; Domingo Pérez Minik (1903-1989), escritor, actor y director teatral; Juan Marichal (1922-2010), ensayista, crítico literario y historiador; Marcos Guimerá Peraza (1919-2012), historiador y biógrafo; Francisco Aguilar y Paz (1905-1997), literato y doctor en derecho; Agustín León Villaverde (1905-1986), violinista y compositor; o Domingo López Torres (1910-1937), poeta, escritor y pintor. De estos paseos destacan el de la Rosaleda (Manuel Bonnin Guerín), decorado con adelfas, buganvillas y rosales trepadores, en el que se encuentran cuatro esculturas que representan las estaciones del año; así como el de bambúes (José León Villaverde), con forma de bóveda vegetal.

A lo largo de estas rutas se encuentran trece de las cuarenta obras que escultores nacionales y extranjeros aportaron a la I Exposición Internacional de Esculturas en la Calle, organizada en 1973 por el Colegio de Arquitectos de Canarias. Se trata de Dado para 13, de Remigio Mendiburum; Estela espacial, de Amadeo Gabino; Homenaje a las Islas Canarias, de Pablo Serrano; Homenaje a Gaudí, de Eduardo Paolozzi; Homenaje a Millares, de Claude Viseux; Introversión, de Joseph María Subirachs; Laberinto, de Gustavo Torner; Las Cuatro Estaciones, anónima y donada por la ciudad de Venecia; Monumento al gato, de Óscar Domínguez; Monumento al clima, de José Blasco; Penetrable, de Jesús Soto; y Solidaridad, de Mark Macken.

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro»

Un parque ideado para que los niños «respiren aire puro» / José Manuel Ledesma Alonso

Además, están dispuestas otras tres piezas: la estructura metálica de la que cuelgan sacos de hormigón, de Joseph Guinovart; cuatro figuras de aspecto antropomórfico, de Federico Assler, y la escultura en hormigón, de Jaume Cubells. Con posterioridad a esta exposición, el escultor tinerfeño Eladio de la Cruz donó una obra que representa una figura humana, sentada y de rasgos estilizados. En marzo de 2023, la obra del escultor Jaume Plensa, denominada Islas y formada por 73 cajas de aluminio negro, metacrilato y neón –que en la II Exposición de Esculturas en la Calle (1994) fue ubicada al final de la Rambla de Santa Cruz–, fueron suspendidas con cables de acero de las ramas de los árboles del paseo José Blasco Robles, del Parque García Sanabria.

El monumento más representativo, dedicado al alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Santiago García Sanabria, fue erigido en 1942 en el centro de la plaza donde convergen los dos paseos diagonales. Diseñado por el arquitecto José Enrique Marrero Regalado, está formado por una serie de prismas pétreos de color gris, más ancho y de mayor altura el situado en medio, donde el escultor Francisco Borges Salas incorporó una estela del alcalde homenajeado y dos relieves de basalto, de recia musculatura y poderoso dinamismo, que simbolizan el trabajo y el porvenir, valores que guiaron su gestión, mientras en el centro de la fuente luminosa, con varios chorros de agua, se expone la escultura en piedra artificial dedicada a la Fecundidad, que representa la figura de una mujer desnuda y voluptuosa en postura sedente.

El Parque cuenta con otros monumentos dedicados a ilustres personajes, como el doctor Guigou, obra del escultor Borges Salas; Emilio Calzadilla, abogado, masón y político republicano; Diego Crosa Crosita, autor de cantares a las Islas Canarias; Ángel Guimerá, escritor en lengua catalana, pero nacido en Tenerife; Manuel de Cámara, arquitecto; Adalberto Benítez, concejal que dirigió durante dieciocho años ininterrumpidos el Servicio de Parques y Jardines; los bustos de Leonor Pérez, nacida en Santa Cruz de Tenerife y madre de José Martí, político cubano; y de Leopoldo O’Donnell, también chicharrero y nacido el 12 de enero de 1809, teniente general, duque de Tetuán, Grande de España, presidente del Consejo de Ministro en tres ocasiones, Ministro de la Guerra, de Ultramar, de Estado y de Marina.

Uno de los lugares más significativos y populares del Parque García Sanabria es el Reloj de Flores, considerado como punto de encuentro. El reloj, donado en 1958 por el cónsul de Dinamarca, Peder C. Larsen, fue fabricado en Suiza por la casa Favag y se caracteriza por estar permanentemente adornado con flores frescas. Otro lugar emblemático es la conocida palmera del Parque, aunque no esté dentro del recinto, sino en la plaza Fernando Pessoa, en la esquina de Méndez Núñez con José Naveiras. Considerada uno de los árboles singulares más reconocido y característico de la ciudad, tiene 125 años de existencia y mide 20 metros de altura.