Parafraseando el dicho de las feligresas de toda la vida, que dicen que al cura se le espera en la iglesia, bien se podría tornar esta frase por la de que la Virgen espera en la plaza el inicio de la ofrenda más folclórica de frutas y que repite el formato que con tanto éxito estrenó en 2017, cuando de la mano de Víctor González –uno de los grandes de Añate y la tradición en general– decidieron dejar atrás la romería más testimonial que real de todos los municipios de Tenerife y al menos de los entonces siete cabildos de Canarias; ya son ocho. Anoche, la plaza de la Patrona no acogió la mejor versión de estos espectáculos que se asemejan al formato Raíces, sino que apostó por una antología del folclore con un guiño expreso a la mujer de la mano de cinco voces: Mar Gutiérrez, Montse Pérez, Yumara Luis, Alba Pérez y Fabiola Trujillo, que contaron con el arrope del grupo Tigaray, de Los Realejos, que menguaron lo que pudo haber sido un concierto de los de Samuel Fumero, como ocurrirá el sábado 20 de agosto, a las 21:30 horas, en la plaza de la Basílica.

Y para completar la puesta en escena, Tigaray y las cinco solistas contaron con el arrope de los cuerpos de baile de Majuelos, la Escuela de Folclore de Arona, Añate y Guarache.

Eso fue en lo explícito, lo que pudo ver el público de la plaza de la Basílica y también por televisión. De forma más sutil, fiel al estilo de Víctor González –que sin decir nada lo muestra todo–, un guiño –con los dos ojos– a la isla de La Palma en varios momentos: desde la vestimenta tradicional que lució la propia alcaldesa de Candelaria, Mari Brito, en el acto, hasta el vídeo que se proyectó con el pregonero –uno de los mensajes recibidos– y que sirvió de presentación al tema de La Caldera.

Fueron cien minutos de antología del folclore que destinó treinta a cumplimentar la parte oficial: la propia ofrenda más de frutas que de flores que se depositaron a los pies de la Patrona, colocada a la izquierda del escenario. Entre grupo y grupo, la representación de la Corporación mariana, y luego el concejal de Fiestas de El Rosario, Yeray Gutiérrez, que prestó a Candelaria a la romera mayor –desde este año la Villa decidió no celebrar este tipo de elecciones–, para seguir con la participación de los consejeros insulares del Cabildo de Tenerife, el güimarero Nauzet Gugliotta y Carmen Luz Baso, natural de Los Silos. En poco más quedó la representación de autoridades de otros municipios de Tenerife y el resto de Islas para rendir tributo a la Patrona General de Canarias. Antes de abandonar la escena, el presentador, Sergio de la Rosa, aprovechó la participación de Tigaray para sumar ya de forma expresa el tributo al pueblo de Los Realejos que semanas atrás centró la atención con el fuego que afectó a más de 2.700 hectáreas. Entre la zona afectada, la ladera de Tigaiga que inspiró una canción compuesta por Samuel Fumero, que anoche dirigió a seis manos, dos tambores y una pandereta.

Con el grupo Tigaray presente en el escenario de principio a fin –fueron los anfitriones musicales–, comenzó la actuación de la danza de las cintas de Igueste de Candelaria, que obligó a la alcaldesa a salir corriendo de al lado del trono de la Virgen para sumarse a su grupo, con el que mantiene viva este tradicional baile.

Con más cestos que políticos llegados de otras latitudes de fuera de la Villa se entremezclaron vídeos de salutación al público, como del cantante José Velez –que actuará este viernes 19 en la plaza de la Basílica a las 21:30 horas–, o de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que habla de su intensa agenda; también se hizo presente al embajador de Perú en España o al que fuera delegado de CD Tenerife José Juan, vecino de la Villa, que felicitó el centenario del club.

El espectáculo tenía vaivenes de intensidad, desde el Llamarme guanche con el que se arrancó Tigaray, con la voz del propio Samuel Fumero, para dar paso en lo sucesivo a las solistas. De nuevo en el segundo tema uno de esos homenajes sutiles con los que Víctor González sorprende: en esta oportunidad, con la proyección de imágenes de la recordada María Mérida –vecina de la Villa– mientras se interpretaba Agarfa.

Cuadro de baile y coro con solistas en un guiño a La Gomera o las folías que interpretaron Montse y Alba Pérez, o las malagueñas de Fabiola Trujillo y Yumara Luis. Llamó la atención, sin entrar en litigio con el folclore, la vestimenta de Tigaray o del grupo Añate, en una dulce tradición del traje típico más tradicional a los cortes más contemporáneos.

Ya en los setenta minutos del musical puro y duro, llamó también la atención el alarde técnico que se habilitó para que en una de las canciones el grupo de Los Realejos se viniera arriba y también al frente del escenario con veintidós micrófonos inalámbricos en mano hasta el borde del escenario.

Cuando el espectáculo comenzaba a pesar da un giro a la recta final, con isas engarzadas como el clásico Virgen de Candelaria, la más bonita... No había concluido la velada. Llegó Chago Melián y puso el broche con su archiconocido Bendita mi tierra guanche con el público puesto en pie con pañuelos blancos mientras la Virgen volvía a su casa.