Los cazadores de Tenerife han vivido el día más esperado del año, el primer domingo de agosto, cuando tradicionalmente se levanta la veda para desarrollar la actividad cinegética en la Isla. Más de 4.300 federados pueden salir desde ahora al campo para cobrarse durante tres meses, hasta el próximo 7 de noviembre, las piezas permitidas y disfrutar con su afición, deporte o disciplina.

El Boletín Oficial de Canarias (BOC) del pasado 21 de junio ha publicado con detalle los periodos hábiles, condiciones, medios y limitaciones para la caza menor en Tenerife. Y en el resto de Islas. La especies que se permite cazar son las mismas: conejo, perdiz moruna, codorniz común, paloma bravía y animales asilvestrados –los de origen doméstico y los que no tienen en Canarias su hábitat natural–. Lo que cambia es el calendario y algunas características concretas de la normativa. En Tenerife se puede cazar desde el 1 de agosto hasta el primer domingo de noviembre (día 7).

Este documento, ansiado cada año por los cazadores, establece que la práctica está permitida, como es habitual las últimas temporadas, el jueves y el domingo. Jornadas de la semana señaladas en rojo en el almanaque de los miles de seguidores de esta afición, muy arraigada en Canarias.

Mariposas en el estómago

Antonio Porras, presidente de la Federación de Asociaciones para la Gestión Cinegética de Tenerife, es un veterano en estas lides. Sin embargo, asegura que «sigo con la misma jeribilla la noche anterior a que se abra la veda, esas mariposas en el estómago que te dejan dormir poco aunque ya sean más de cincuenta años dedicado a esto». Por eso se levanta bien temprano, casi junto al sol, para trasladarse al punto de encuentro con sus compañeros de partida. Antes revisa con mimo el estado de sus perros, esos fieles podencos que son la clave de una especialidad cinegética que no permite, por propia decisión de los cazadores tinerfeños hace diez años, el uso de las escopetas. El ritual sigue con el encuentro en algún bar de la zona donde la tertulia debe ser rápida porque comienza lo bueno. Ahí se vuelve a encontrar gente que llevaba mucho tiempo, tanto como nueve meses, desde noviembre del pasado año, sin poder practicar su afición favorita ni compartirla en algún mentidero, antes y después. Porras responde «a la sombra de un pino» porque lleva una mañana ajetreada. Subraya: «Han sido casi cinco horas, desde la siete y media dando pata con los perros». El cazador recorre con sus animales el campo de la Isla –«no se dice donde se caza, es un secreto (ríe), ponga las medianías del sur». En este caso, la clásica imagen con la escopeta es sustituida por otra en la que el elemento fundamental es un palo largo, una especie de reminiscencia del banot guanche, que sirve de apoyo en el recorrido. Simplemente, está prohibida el arma y todo depende de la destreza de los canes a la hora de localizar a los conejos en sus madrigueras.

Ilusión renovada

Porras resume su sentimiento con dos palabras: «Ilusión renovada». Argumenta: «Parece siempre lo mismo pero es diferente cada vez. Pensar si te falta algo, tener cuidado con posibles accidentes o que no se te pierda ningún animal». El balance: «Es el primer día, nos vamos con una decena de conejos y habría que calificar la jornada de más bien mediocre en este sentido pero la sensación global es positiva. Estamos todos, nosotros y los animales, en el principio de la temporada. Hay que darnos un tiempo de adaptación»- El cazador recuerda que solo hemos tenidos dos periodo para entrenar este año. El de invierno, de febrero a mayo, con solo siete campos, muy poco espacio. Y el de verano, en junio, cuando ya fueron quince campos». Para Porras «es una alegría que se levante la veda el 1 de agosto, tradición en Tenerife desde hace ochenta años. También se abre en La Palma y El Hierro, mientras en La Gomera y las Islas orientales lo aplazan al día 8. Me gusta cumplir con la costumbre ancestral».

Ligera recuperación

Según Antonio Porras «ha habido una ligera recuperación en el número de federados». Hace un par de décadas llegaron a ser 25.000 en Canarias y hasta 8.000 en Tenerife. Ahora las cifras aproximadas estarían sobre algo más de 20.000 a nivel del Archipiélago y un poco por encima de 4.300 en esta Isla. Porras recuerda que «sobre unos 4.000 son socios del coto de caza controlada que tiene una extensión de 120.000 hectáreas». Las razones del descenso han sido varias. Desde la reducción de los calendarios a restricciones como las impuestas sobre las especies a cazar. No compensa el cuidado de los animales y mantenerlos en buenas condiciones sanitarias. A esto se suman problemas como las enfermedades del conejo. Este fue el motivo de que los propios cazadores eliminaran el uso de la escopeta desde 2011 debido al progresivo descenso del número de ejemplares. Sin olvidar otros obstáculos como los orográficos, los administrativos, el furtivismo o los robos de perros para venderlos fuera. Pese a todo, Porras recuerda que «vienen cazadores de otras islas a Tenerife. Les cobramos una cuota superior a la de los que están empadronados aquí, pero con total libertad. En otras islas se reserva un 25% del cupo a cazadores e incluso se pone un tope. Si se supera, hay un sorteo».

Conejos y retamas

La caza y, sobre todo, las actuaciones aisladas de algunos cazadores suele estar de manera recurrente en el centro de la polémica. Casi siempre por la oposición de los colectivos ecologistas y animalistas pero en ocasiones se ab re algún frente con el mundo científico. Porras apunta: «Hay estudios que establecen que este sector puede dejar al año para la economía de Tenerife unos 30 millones de euros». Desde su óptica plantea asimismo que la caza sostenible es posible «porque nosotros somos conscientes de que no se deben agotar los recursos». Incluso, establece que «somos defensores del mundo animal» y hasta «equilibradores del medio», además de ser «conscientes de las atrocidades que se cometen de manera puntual». Lo pone en relación con «el reciente informe de una investigadora de la ULL (Laura Pulido, facultad de Farmacia) que vincula los excrementos de los conejos con la posible desaparición de las retamas del Teide. Para Porras «es, simplemente, imposible, además de que este trabajo de 20 páginas no puede ser concluyente. Hace un par de años se elaboró otro que no mencionaba en absoluto esta hipotética vinculación». Subraya: «Estoy dispuesto, como cualquier cazador, a subir con esta señora para comprobar esa acumulación de excrementos de conejo».

Un buen día

Este primer día de caza en la Isla ha sido para Antonio Porras «positivo. Estuve cinco horas y no seguí, precisamente porque es el primer día, los perros no se encuentran aún en las mejores condiciones físicas y la temperatura era superior a los treinta grados. No cazamos mucho, es cierto, pero no ha habido accidentes de relevancia ni hemos perdido perros o hurones». Quedan tres meses por delante sin veda para esta ilusión por la caza.